La crisis de vivienda que azota el país desde hace décadas (no es una cosa atmosférica, tiene culpables en el bipartidismo, pero ese es otro asunto), y sobre todo a sus clases más populares, es decir, la mayoría, es la condición de imposibilidad por laque, probablemente, no se alcanzan los mínimos de dignidad. Crear vida y hogar es, a día de hoy, un reto titánico que pasa más por cuestiones azarosas y aletorias del capitalismo que por nada de lo que tenga que ver con el mérito. Con la vivienda digna, o la ausencia de, también sucede que las crianzas, los cuidados, las relaciones de dependencia (del tipo que sean) están ahogadas a una suerte de supervivencia y costumbrismo decadente en el que más que vivir la vida, transitamos por ella. Todo este jari, por no llamarlo de otra manera más gruesa, desemboca en una realidad inamovible y certera que es que, cada día más, lo comunitario y nuestro capital social (amigos, familia, etc) son un sostén para un momento histórico que de otra manera sería imposible atravesar. En resumen, que vivimos en relaciones de interdependencia. Nadie puede solo o sola y, sobre todo, nadie puede vivir al margen de ello, por mucho que lo elija.
Parece un poco pedrada empezar a hablar de un videojuego como Neva, por aquí, por la crisis de vivienda (y por tanto de hogares) y un montón de cosas más pero, bajo mi punto de vista, no puede tener más sentido. Neva es un videojuego en el que manejamos a una mujer, Alba, que ejercerá las veces de madre de una cachorra llamada Neva, una especie de perrete-reno, a lo largo de un videojuego en el que los peligros que nos acechan, y que debemos ir superando, forman parte de una violencia estructural (y cíclica, cosa que también deja clara el juego) que atacan directamente a las condiciones de vida de ambas: es decir, a cuidarse, quererse, tener un hogar. A, en definitiva, las condiciones materiales de vida y a todo el andamiaje e intersecciones que sostienen sus propias interdependencias.
Neva es, además, un juego sobre el vínculo. A lo largo de la aventura nuestra relación con Neva (el perrete-reno) avanza y evoluciona. Las mecánicas del juego, además, tienen una curva de aprendizaje muy aterrizadas en nuestro día a día y en nuestras propias relaciones. Aquello de “Sola no puedes, con amigas sí” es un centro de gravedad que va eclosionando en una amalgama de habilidades por las que resolvemos ese peligro estructural del que hablaba antes juntas.
Pero decía en el título que Neva es necesario por algo. Primero y por encima de todo porque necesitamos productos culturales que sean capaces de crear historias y emociones que tengan algún correlato con el mundo actual. De elaborar esperanzas y sentido de comunidad ante una realidad donde el individualismo salvaje se apodera de casi cada plano de la vida. Quizás no haya nada más revolucionario ahora mismo, en este momento de coaches llamándote a hacer burpees para ser algo en la vida, que crear relatos en los que las trabas para avanzar pasen por cuidarse. Por dejar atrás el mérito en beneficio de lo comunitario. ‘Apes, strong, together’ que decían en la última trilogía de El Planeta de los Simios.
Neva es necesario también porque es un videojuego que te permite caer y levantarte, no tanto como mecánica dentro del juego, que eso lo hacen muchos, sino más bien como relato. En una coyuntura tan cortoplacista en la que si dos minutos después de despertar de un coma no estás dando saltos la gente te mira raro este es otro asunto por el que es necesario.
Por último, Neva es útil y necesario porque es un juego poco aleccionador al mismo tiempo que va cargado de moraleja. Porque la chavalada más peque encontrará cosas diferentes en él que aquellos y aquellas que acaben de tener un hijo. Porque el mundo es más hostil cuando te ha atravesado la vida algún tipo de dependencia, pero también es más bello cuando dedicas tiempo y energía en colaborar, cooperar y hacer cosas juntos y juntas.
Si no habéis jugado Neva no puedo más recomendarlo. El futuro ya no es lo que era, pero si queremos imaginar otros nuevos, pasan por una cultura que se empeñe en lo que se empeña Neva. En que lo realmente importante es quien nos rodea y el tiempo que gastamos con esa gent. Que aunque a veces nos cueste tiempo y energía, siempre vale la pena.