El amanecer de Amaterasu

Mnemósine
5 min readApr 17, 2020

Hace unos días os preguntaba en Los Relatos de Mnemósine por la mitología a elegir para la próxima entrada del blog. Como habrás adivinado por el título de este nuevo post, la mitología japonesa se alzó como vencedora de la batalla ;).

Lo primero que debes saber sobre Japón es que es un pueblo sincrético. ¿Qué quiere decir esto? Pues significa que su cultura ha ido nutriéndose de diferentes religiones como el Budismo y el Sintoísmo. Quizás éste sea uno de los motivos por los que en Japón no existe una línea divisoria que separe al mito de la religión. La historia que te traigo hoy, por ejemplo, es la base del Sintoísmo. Otro día hablaremos sobre religiones, pero, por el momento, lo único que tienes que tener presente es que la base del Sintoísmo es la adoración a los espíritus de la naturaleza: los Kami.

En Takamagahara -el alto cielo- vivían las deidades primordiales de la mitología japonesa, conocidas como “Las Siete Generaciones Divinas”. Bajo este cielo existía una masa en movimiento que se iba expandiendo cada día más, amenazando la estabilidad de Takamagahara. Por este motivo, los Dioses decidieron reunirse para buscar una solución.

Los más jóvenes, Izanagi -el que invita- e Izanagi -Diosa de la creación y la muerte-, fueron elegidos para terminar con el caos. Su misión era convertir esa masa en la Tierra. Y para que tuvieran éxito, el resto de Dioses les regaló una de las armas espirituales: una lanza de grandes dimensiones llamada Amenonuhoko. Izanagi e Izanami cogieron la lanza y, con ella, removieron la masa para separar todos sus componentes y terminar con el caos.

Cuenta la leyenda que, al sacar la lanza de la masa, un poco de barro cayó sobre el océano y se convirtió en la isla mítica de Onogoro. Izanagi e Izanami decidieron cruzar el puente que separaba el Cielo de la Tierra y se instalaron en Onogoro, donde construyeron un gran palacio.

Para unirse en matrimonio decidieron crear un rito nupcial en el que Izanami era la primera en saludar y dar las gracias a los dioses primordiales. El matrimonio tuvo dos hijos, pero ambos nacieron con malformaciones y, al no ser perfectos, no podían ser considerados Dioses. Izanagi e Izanami los pusieron en un bote y los abandonaron en el mar.

La pareja de Dioses pensaba que se les estaba castigando por algo que desconocían, así que, desconcertados, fueron a hablar con el resto de Dioses. A estos les había molestado que la primera en hablar en el rito fuese Izanami, así que les ofrecieron su perdón a cambio de que repitieran de nuevo el matrimonio, pero esta vez debería ser iniciado por Izanagi.

Como habrás observado, la mitología japonesa refleja bastante bien parte de su cultura. Podemos verlo en la presencia de la figura femenina, representada desde el inicio al mismo nivel que la masculina, pero colocada siempre tras él; y también en la dualidad perfección-destrucción. La perfección es tan relevante en Japón que, si una creación no la alcanza, prefieren destruirla.

Una vez repetido el rito, Izanagi e Izanami engendraron varias islas más y múltiples deidades. Izanami también dio a luz a Kagutsuchi -el fuego-, pero murió durante el parto, pues hasta los dioses son vulnerables al fuego. Izanagi, lleno de ira por la muerte de su esposa, mató a su hijo Kagutsuchi y emprendió un viaje hasta Yomi, el inframundo japonés, para intentar recuperla.

Cuando llegó a Yomi encontró a una Izanami diferente, la muerte la había cambiado. Y, aunque ella intentó que su esposo no viera en lo que se había convertido antes de regresar con él al mundo de los vivos, éste hizo caso omiso y descubrió cómo la belleza había dado paso a la descomposición. Avergonzada y descubierta, Izanami entró en cólera y persiguió a Izanagi, quien al salir de Yomi logró bloquear la entrada. Como no dejaba regresar a la vida a Izanami, ésta lo maldijo. Desde entonces, cada día ella se llevaría mil vidas a Yomi y, para compensar la maldición, Izanagui haría nacer mil quinientas más.

De vuelta a la Tierra y habiendo dado por finalizado su matrimonio, Izanagi decidió purificarse tras su visita al mundo de los muertos y, al hacerlo, engendró él solo a Amaterasu -el sol-, Tsukuyomi -la luna- y Susanoo -el viento-. Viendo a sus tres hijos, Izanagi decidió regalarle a Amaterasu el poder del cielo, a Tsukuyomi el poder de la noche y a Susanoo el poder del océano.

Susanoo, incapaz de enfrentarse a su padre y descontento con el reparto, decidió enfrentarse a su hermana Amaterasu. Inicialmente comenzó retándola a pequeños desafíos, pero conforme el tiempo transcurría, su cólera se hacía mayor. Creía que era el mejor de los tres hermanos y, sin embargo, creía que el cielo y la noche eran más importantes que el océano.Comenzó a causar destrozos en los campos, a arrojar excrementos en los templos de culto de su hermana para humillarla y terminó con la paciencia de Amaterasu cuando asesinó a su caballo celestial, un animal sagrado. Para acrecentar el dolor de su hermana, arrancó la cabeza del caballo y la arrojó con fuerza al palacio donde estaban las doncellas de su hermana, causando la muerte de la mayoría de ellas. Amaterasu decidió en ese momento que esa sería la última crueldad que vería de su hermano y se encerró en una cueva.

Al enclaustrarse, Amaterasu dejó al mundo sin luz, sumido en la más profunda oscuridad. Los malos espíritus empezaron a vagar por él sin ser vistos y el caos regresó de nuevo a la Tierra.

Para terminar con esta situación, los Kami idearon un plan que haría salir a Amaterasu de su cueva. Colocaron un espejo frente a ella y empezaron a celebrar diversos rituales como si hubiera nacido un nuevo Dios. Al Kami de la festividad, Ame-no-Uzume, se le desató la túnica y quedó desnuda bailando frente a la cueva. Al resto de Kami les pareció una escena tan divertida que sus risas despertaron la curiosidad de Amaterasu. Ésta empezó a asomarse fuera de la cueva, pero al hacerlo su brillo se reflejó en el espejo y la deslumbró. Rápidamente, los Kami aprovecharon para sellar la cueva con una cuerda sagrada y, Amaterasu, contenta con la festividad, decidió devolver la luz al mundo. Desde ese día, Ame-no-Uzume, además de ser el Kami de la festividad, también es el Kami del amanecer.

Como comentamos en otro post, las rencillas familiares están presentes en todas las mitologías. Hoy no sólo hemos visto la envidia de Susanoo hacia Amaterasu, también el asesinato de los hijos de Izanami e Izanagi y la propia rencilla entre el matrimonio tras la traición de Izanagi. ¿Recuerdas algún otro relato mitológico en el que él haya bajado al inframundo a buscarla a ella, pero la haya visto antes de tiempo? Seguro que sí… Otro día hablaremos de Orfeo y Eurídice, ¡Prometido!

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