Don Quijote de la Mancha: Caballeros y señoras con celada de cartón.

Yazmin T. Montana
5 min readDec 21, 2023

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Llenósele la fantasía de todo aquello que leía en los libros, así de encantamientos como de pendencias, batallas, desafíos, heridas, requiebros, amores, tormentas y disparates imposibles; y asentósele de tal modo en la imaginación que era verdad toda aquella máquina de soñadas invenciones que leía, que para él no había otra historia más cierta en el mundo.

El Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha, Capítulo I.

Don Quijote armado caballero ,Óleo sobre lienzo, Hacia 1720 IRIARTE, VALERO

En el primer capítulo del Quijote, nuestro protagonista toma una decisión bastante arriesgada: vende buena parte de sus tierras para llenar su casa de libros. Decide llamarse a sí mismo Quijote y descubre unas antiguas armas de sus bisabuelos en un rincón, lo que desencadena su deseo de emular a los caballeros que ha leído en los libros más viejos de su colección.

Visualiza una aventura por el campo, enfundado en armas y una especie de armadura, siguiendo el ejemplo de los caballeros andantes. Pero de repente, cae en la cuenta de que le falta una malla de encaje para el casco, siendo el suyo bastante básico. Con ingenio local, decide solucionar el problema de manera un tanto improvisada: añade al casco una malla de encaje hecha de cartón. Lamentablemente, este invento ingenioso no aguanta el primer golpe de prueba con la espada, pero revela la determinación y la peculiaridad del soñador Quijote.

A pesar del fracaso inicial, no se desanima. Construye una nueva celada, nuevamente de cartón, pero esta vez refuerza su interior con barras de hierro. Al contemplar la reconstrucción, se siente satisfecho y, sin realizar nuevas pruebas, la considera una celada fina de encaje.

Este breve fragmento adquiere un significado más amplio al fundamentar toda la trama de la obra. Ejemplifica como la fe y la determinación del personaje descansan en una realidad frágil y endeble, consciente de que puede desmoronarse ante el primer desafío. La obstinación del aspirante a caballero se convierte en una virtud y milagro de la obra: a pesar de apoyarse en bases tan débiles, la trama permanece constantemente al borde del colapso, pero nunca cede.

En cambio, se mantiene en un equilibrio firme hasta el final, sustentado por su fe y voluntad, respaldado por una confianza que emana de su amor por la literatura, donde siempre encuentra recursos para justificar sus fracasos.

De Fondo Antiguo de la Biblioteca de la Universidad de Sevilla from Sevilla, España — "1. Celada, gorjal, espaldarcete y hombreras de Carlos I…", CC BY 2.0, https://commons.wikimedia.org/w/index.php?curid=51650669

En efeto, rematado ya su juicio, vino a dar en el más estraño pensamiento que jamás dio loco en el mundo, y fue que le pareció convenible y necesario, así para el aumento de su honra como para el servicio de su república, hacerse caballero andante y irse por todo el mundo con sus armas y caballo a buscar las aventuras y a ejercitarse en todo aquello que él había leído que los caballeros andantes se ejercitaban, deshaciendo todo género de agravio y poniéndose en ocasiones y peligros donde, acabándolos, lo primero que hizo fue limpiar unas armas que habían sido de sus bisabuelos, que, tomadas de orín y llenas de moho, luengos siglos había que estaban puestas y olvidadas en un rincón.

Limpiólas y aderezólas lo mejor que pudo; pero vio que tenían una gran falta, y era que no tenían celada de encaje, sino morrión simple; mas a esto suplió su industria, porque de cartones hizo un modo de media celada que, encajada con el morrión, hacían una apariencia de celada entera. Es verdad que, para probar si era fuerte y podía estar al riesgo de una cuchillada, sacó su espada y le dio dos golpes, y con el primero y en un punto deshizo lo que había hecho en una semana; y no dejó de parecerle mal la facilidad con que la había hecho pedazos, y, por asegurarse deste peligro, la tornó a hacer de nuevo, poniéndole unas barras de hierro por de dentro, de tal manera, que él quedó satisfecho de su fortaleza y, sin querer hacer nueva experiencia della, la diputó y tuvo por celada finísima de encaje.

Quijote con sombrero de cartón, imagen generada con Gencraft.

¿Era una sincera personalidad?

Paseo del Quijote en Chapultepec, Ciudad de México.

Muchas veces le aconteció a mi señor tío estarse leyendo en esos desalmados libros de desventuras dos días con sus noches, al cabo de los cuales arrojaba el libro de las manos y ponía mano a la espada, y andaba a cuchilladas con las paredes; y cuando estaba muy cansado decía que había muerto a cuatro gigantes como cuatro torres, y el sudor que sudaba del cansancio decía que era sangre de las feridas que había recibido en las batallas, y bebíase luego un gran jarro de agua fría, y quedaba sano y sosegado, diciendo que aquella agua era una preciosisíma bebida que le había traído el sabio Esquife, un grande encantador y amigo suyo.

Más yo me tengo la culpa de todo, que no avisé a vuestras mercedes de los disparates de mi señor tío, para que lo remediaran antes de llegar a lo que ha llegado, y quemaran todos estos descomulgados libros; que tiene muchos que bien merecen ser abrasados, como si fuesen herejes.

Dentro de un diálogo entre Borges y Sabato, emerge la afirmación contundente de que la escritura de Cervantes ha sido históricamente catalogada como deficiente.

Si la aparente carencia en la destreza del autor ha culminado en la obra maestra que es “Don Quijote”, entonces, se sugiere, la calidad de su escritura podría merecer una revisión más ponderada.

El Premio Cervantes, justamente, nos recuerda que la lengua que hablamos es una realidad no menos decisiva que las ideas que profesamos o que el oficio que ejercemos. Decir lengua es decir civilización: comunidad de valores, símbolos, usos, creencias, visiones, preguntas sobre el pasado, el presente, el porvenir. Al hablar no hablamos únicamente con los que tenemos cerca: hablamos también con los muertos y con los que aún no nacen, con los árboles y las ciudades, los ríos y las ruinas, los animales y las cosas. Hablamos con el mundo animado y con el inanimado, con lo visible y con lo invisible. Hablamos con nosotros mismos. Hablar es convivir, vivir en un mundo que es este mundo y sus trasmundos, este tiempo y los otros: una civilización.

Discurso de Octavio Paz en la ceremonia del premio Cervantes en 1982.

Desde su origen España fue tierra de fronteras en movimiento, y su última gran frontera ha sido América: por ella y en ella España colinda con lo desconocido. América o la inmensidad: las tierras sin poblar, las lejanías sin nombrar, las costas que miran hacia el Asia y la Oceanía, las civilizaciones que no conocían el cristianismo pero que habían descubierto el cero.

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Yazmin T. Montana

Industrial and Systems Engineer, MS Artificial Intelligence '25, Lean Six Sigma background. Elevating Machines, Engineering, and Thought: My Journey.