Show yourself o la obligación de existir.

Maria Pacheco Valles
3 min readSep 2, 2021

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Muchas veces a mitad de la noche, en ese momento cuando no sé si estoy dormida o despierta, cuando siento caer en un precipicio pienso en que — desde la muerte — Guy Debord está sonriendo. Nos ve, nos guiña el ojo y se burla de todos porque — al final — tuvo razón. Fue el Notradamus de la filosofía moderna, el hombre que — sin una bola de cristal — pudo adivinar el futuro absurdo, la realidad editada y llena de filtros que estamos viviendo.

Lo que en 1967 se vio como las alucinaciones de un comunista drogadicto, palabras sin sentido, un intento por copiar los discursos de Marx, ahora se ha convertido en un texto que describe claramente en lo que nos hemos convertido como sociedad. En un espectáculo barato.

Debo advertir que en estas líneas quizás me veas como una hater, como una amargada que se queja de todo o como alguien que se cree con el poder de escribir estupideces sin sentido (como lo hizo Debord), pero — en mi defensa — debo decir que esto es solo el resultado de muchas noches pensando, de muchas mañanas haciendo un scrolling infinito, escribo intento buscar alguna respuestas que me ayude a entender por qué pareciera haber una necesidad global por mostrarse, por aparentar, por existir sin tener una puta idea de qué va la existencia.

Antes de seguir leyendo hagamos un ejercicio, pero prométeme volverás acá. Revisa las historias de Instagram. Hazlo por dos minutos y cuenta cuántos selfies ves. También puedes ir a la galería de fotos de tu teléfono y chequea cuántas fotos te has tomado en la última semana.

Ok, ahora de vuelta a este texto lleno de absurdos.

Hace varias semanas sentí que los selfies, las fotos de comida, los videos hablándole a la cámara de un teléfono, se convirtieron en pequeños trozos de vidrio que — de alguna manera — empezaban a rasgar mis ojos y no por la estética per se, sino porqué mi cabeza intentó buscar alguna razón a esta epidemia de imágenes que nos rodean. Imágenes que creamos, que editamos. Sí en plural, porque obviamente también tengo un carrete lleno de selfies, también he pensado que ciertos momentos de mi vida han sido totalmente “instagrameables”, pero.. Pero, nunca es tarde para cuestionarse. Por qué lo hago?, por qué lo hacemos?. Nos gusta que los demás nos vean?, por qué creemos que nuestras vidas son tan importantes como para compartirlas con el mundo?.

Quizás estemos condicionados por el momento, por lo que nos rodea, por todos esos estímulos que recibimos segundo tras segundo. Quizás Guy Debord tenía razón, cuando dijo que el ser humano declina el ser por el tener y el tener por simplemente parecer. Y es que ahora somos expertos en producir ilusiones. La ilusión de que estamos bien, la desesperación por mostrarnos.

Show yourself, así como canta Elsa en Frozen. Pareciera ser la llamada de toda una generación. Show yourself, pero esconde tu esencia. Show yourself porque sino no existes.

Pero para qué existir en un mundo ilusorio?, para qué reproducirnos en pantallas ajenas?, para qué estar presentes en un video, pero ausentes de nuestra realidad?. Según los existencialistas, solo somos cuando estamos en una realidad tangible. Que se puede tocar, entonces existimos cuando estamos reflejados en pantallas?.

Somos este momento, no sería mejor vivirlo?. Sin que existan pruebas. La felicidad, el miedo real, la tristeza no admiten filtros. Mientras la sociedad del espectáculo sigue transmitiendo y generando un scrolling infinito, vivamos sin testigos. Porque al final el show continuara con o sin nosotros.

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