This Much I Know to Be True | Esto es lo que sé de verdad | ¿Cómo manejo la apariencia de no tener control sobre mi vida?

Alejandro Lopez Correa
6 min readSep 22, 2022

Lea aquí la versión en inglés.

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La primera vez que le escribí a mi madre esta semana me contó que el hijo de una amiga suya muy querida se suicidó. Tenía 37 años. Nunca lo conocí, pero sí conocí a su mamá. Un recuerdo cálido de mi infancia es visitarla en su bonita casa, una mujer adorable a su manera, por lo general los sábados, en una típica tarde gris manizaleña después de mis clases de natación.

Vi una foto de su hijo que mi madre me envió: tez clara, ni flaco ni gordo, pelo oscuro, sin barba y camiseta azul. Esbozaba una sonrisa tenue a una perra criollita que sostenía una pata contra su pecho.

También recuerdo un par de historias de conocidas de mi madre despidiendo a sus hijos: uno que también se suicidó y otro que murió en medio de la violencia de las pandillas en Medellín a mediados de los 2000. Igual que esas madres, Nick Cave, el vocalista de Nick Cave and the Bad Seeds, experimentó la gravedad de la vida aplastándolo, tras despedir a dos de sus hijos, Arthur y Jethro, en menos de 10 años.

Arthur tenía 15 y se cayó de un acantilado cerca a Brighton, Inglaterra. Jethro murió de forma inesperada a sus 31 años, meses antes del lanzamiento de este documental. La muerte de Arthur fue la razón por la que Nick abrió al público The Red Hand Files (Archivos de la mano roja), un sitio web donde cientos de miles de personas alrededor del mundo le envían preguntas y cartas todo el tiempo.

This Much I Know to Be True es la recapitulación de dos álbumes producidos por Nick Cave y su compañero Warren Ellis: Ghosteen y Carnage. Testimonio de la búsqueda de significado en medio de la oscuridad, dice la reseña de Mubi, que también captura la reacción de Nice Cave a algunas cartas que sus fans envían a través de The Red Hand Files.

Billy, de Escocia, le escribe a Cave: “My esposa me echó. Perdí mi trabajo, todo en una semana. Pensamientos suicidas en abundancia. ¿Cómo se maneja la apariencia de no tener control sobre la vida de uno? Cave responde elegante, poético, bello y estoico:

“Querido Billy. La mayoría de cartas que entran a The Red Hand Files, en sus variadas formas, esencialmente preguntan lo mismo. Tu pregunta. ¿Cómo manejo la apariencia de no tener control sobre mi vida? A la pregunta generalmente la acompañan sentimientos de traición, ira, resentimiento y desesperanza. La verdad es que todos vivimos en estado de peligro, al borde de una calamidad. Descubriste el velo que separa tu vida ordenada del desorden es delgado como una oblea. A tiempo descubrimos que no tenemos el control. Nunca lo tuvimos. Nunca lo tendremos. Pero tenemos poder. Tenemos la libertad de elegir cómo respondemos a lo que la vida nos ofrece. Puedes colapsar y arrastrarte. Puedes endurecer tu desgracia y amargarte. O puedes avanzar hacia la oportunidad que se te ofrece. La del cambio y la renovación. La próxima mejor acción siempre se te presenta, Billy. Búscala y muévete hacia ella. Es el gran acto de insubordinación hacia los caprichos que la vida nos brinda. Con amor, Nick”.

¿Quién es Nick Cave?

¿Cómo más puede responder Nick Cave, quien ha ostentado una vida tan particular? Ha liderado una de las bandas australianas más excepcionales, se recuperó de una adicción a la heroína, estuvo casado con PJ Harvey, hizo música con Kyle Minogue y Jhonny Cash y perdió dos hijos. ¿Cómo más puede escribir él, cómo se define él, la encarnación de la solmenidad? Una pregunta más llega mediante The Red Hand Files:

“Gracias por las palabras, la música, la cordura que impone tu música en tiempos de lucha. Me da curiosidad: detrás de la música, las palabras, los trajes, el dolor, la ternura, la vergüenza, la culpa, la alegría, ¿quién eres? Kev, de Irlanda”.

Nick responde que él se “habría definido como un músico o escritor. E intento dejar de depender de esas definiciones sobre mi ocupación. Y me veo a mí mismo como una persona. Como un marido, como un padre. Como un marido, como un padre, como un amigo y como ciudadano que hace música y escribe”.

Parte de concebirse como un miembro de una comunidad más grande pasa por envejecer. “Esto va a sonar triste y extremo”, dice”, pero hay una descripción de Satán en el Infierno de Dante atrapado hasta la cintura en hielo y ensimismado en su propia miseria y agitando sus alas de murciélago y mordiendo sus rencores con sus tres bocas. Es la terrible imagen de tu propio interés, avivando tu frialdad en otras personas”.

Está feliz de dejar esa visión egotística de enamoramiento de su propio trabajo, de pronto recordando el pensamiento, también estoico, de memento mori (del latín: recuerde que morirá), pensando en sí mismo muerto o en su lecho de muerte, intuyendo que alguien estará a su lado, probablemente su esposa, totalmente excento del orgullo que su trabajo alguna vez le pudo haber generado. Como decimos en Colombia, uno se muere y nada se lleva.

Además de las reflexiones de la implacabilidad de la vida, el documental es un festín visual de concierto donde observamos la química del trabajo creativo entre Nick Cave y Warren Ellis. Cave es un hombre que viste simple pero elegante: camisa blanca y blazer negro. Del otro lado, Warren tiene una barba larga y parce un profeta de los últimos días en el piano.

“El fin se acerca”.

Hay cuadro cuerdas, tres cantantes de coro y una percusión. Hay un equipo de cinco realizadores y camarógrafos y un piano de cola larga, donde Cave y Ellis componen. Los visuales del concierto privado son poderosos e intimidantes: luces intermitentes y la secuencia de cámara da la vuelta completa.

Warren parece el loco del pueblo y es un personaje vistoso que se la lleva muy bien con Nick en términos creativos. Un maestro de la composición que incluye voces reverberadas de un poema de May Sarton leído por Marianne Faithfull, que tiene un herbarium de Emily Dickinson entre sus objetos preciados, el libro más frágil que existe. Vemos el escritorio de su portátil: archivos sobre archivos desordenados sin orden aparente, la única forma en la que se puede aproximarse a su arte.

Emily Dickinson hizo el herbarium cuando tenía 14 años
El escritorio de Warren Ellis, para aquellos con TOC.

“No tengo un sentido de forma y orden, es como estar en el momento y ver qué pasa” — Warren Ellis.

Al final, This Much I Know to Be True es un bello pero delicado recordatorio: la vida es muy frágil, muy triste, muy injusta y muy inexplicable. Sin embargo, aunque no controlamos lo que viene, sí escogemos cómo reaccionamos. Nick escoge seguir haciéndolo todos los días a pesar de sus pérdidas, apareciendo como el escritor que se empuja a luchar contra el bloqueo creativo o el corredor que se empuja contra la fría luz de la mañana.

“Mi otro hijo murió. Es difícil hablarlo, pero los conciertos y este acto de soporte mutuo me salva. La gente me dice, ¿cómo puedes irte de tur? Pero para mí es al revés: cómo no hacerlo?

Increíble documental. 4.7 de 5.

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