Recientemente fui invitada como jurado a la final nacional mexicana de una de las “Batallas de Rap” más grandes en Latinoamérica. Esta se realiza anualmente desde el 2005 y por segunda vez se incluyó a una mujer en el panel de jueces. (La primera fué la MC Méxicana Ximbo). Para esta ocasión, me realizaron y publicaron una entrevista en la página oficial con el título: ‘Ser discriminatorio no es una habilidad respetable’: Nakury en la que hablé acerca de la importancia de generar conciencia acerca de las repercusiones de las dinámicas discriminatorias que se presentan.
Este artículo desató una ola de odio en mi contra en sus redes sociales oficiales y las mías. En mis páginas borré todos los comentarios para no ser parte de su juego de “likes” pero sí hice una recopilación de la gran mayoría, como estudio. A continuación encontrarás un álbum con los comentarios y su clasificación en la “Pirámide de la Violencia”. Nótese que el nivel fue tan alto que incluso se presentaron amenazas de agresión física.
La “Batallas de Rap” en la actualidad, normalizan la violencia y produce que quienes se involucran, no desarrollen un pensamiento crítico acerca de las repercusiones sociales y emocionales que causan tanto en sí mismos como en otrxs.
El principal público de estos eventos son preadolescentes, adolescentes y adultos jóvenes que se encuentran en su etapa de formación social, en su gran mayoría hombres. Existen algunos eventos que llegan a ser vistos por más de un millón de personas en 10 países de habla hispana. Para nadie es un secreto que es un fenómeno que recorre el continente.
La dinámica no se enfoca en demostrar “competencia” o habilidades para el Rap improvisado, sino de destruir simbólicamente o agredir verbalmente al oponente. Para este fin, ser gay, mujer, gordx, indígena, afrodescendiente, nuevx, viejx, es considerado un insulto. Esto refuerza los estereotipos de género, la homofobia, el racismo, el sexismo y abre la puerta para todas las formas de discriminación imaginables. Por ejemplo, en este último evento que participé como jurado, el campeón dijo durante la final “ disculpa Nakury, pero es que este rapea como una nena” y así con esos discursos la pasamos desde el principio.
Los días previos al espectáculo, solicité en reiteradas ocasiones la posibilidad de realizar un encuentro/taller con los participantes para lo cual designaron 30 minutos antes de empezar el espectáculo. Lastimosamente el tiempo fue muy poco y no se tuvo la oportunidad para desarrollar un verdadero diálogo. Cualquier cosa que se dijera en ese momento, corría el riesgo de convertirse en un simple regaño. Esta situación se repite en la mayoría de las ligas de batallas de rap de habla hispana y no, no es "culpa de las marcas" aquí lxs que estamos haciendo Rap y arte para la gente somos nosotrxs, lxs gestores culturales, artistas, participantes, jurado, hosts…
El trabajo de concientización detrás del espectáculo es un deber. Me dirán, pero si nosotros hacemos conversatorios donde hablamos con los participantes acerca de sus motivaciones. Claro, pero ¿Han hablado directamente acerca de los círculos de violencia que fomentan? Comprender este ciclo, es el primer paso para romperlo.
Por otra parte, no se están cambiando las reglas, porque no existen aún. Dependiendo de la liga o de la organización, todo varía. Aunque existen algunos parámetros que históricamente han sido parte las competencias de rap improvisado, el jurado decide quien gana según su criterio personal. Es decir, no existe un consenso entre el jurado sobre las habilidades que significa ser el o la mejor de la competencia. Cuando me encontré con esta realidad de las batallas de rap por primera vez en el 2015, empecé a escribir el Sistema de Evaluación para Campeonatos de Rap Improvisado S.E.C.R.I. que se enfoca en la demostración de “competencia” y habilidad de lxs participantes. Es un documento muy general, muy lejos de ser perfecto pero es público y puede ser usado por quien quiera con las modificaciones que considere.
Es un debate si el contenido debe ser valorado en la competencia. Pero parece ser un buen punto por donde empezar ya que la materia prima de esta forma de arte son las palabras. ¿De qué se trata la competencia? ¿Es esencial el insulto discriminatorio?¿Cuando improvisa no razona? ¿Sin toda esta violencia verbal el evento no será atractivo? ¿A quién le conviene el morbo que despierta? Hay quienes dicen que “es figurativo” o “sólo un juego” y que nada de lo que se dice en el espectáculo, se repite en la sociedad. Pero la realidad es otra.
Cómo las palabras se materializan, el discurso discriminatorio desemboca espacios exclusivos y potencialmente violentos. ¿Por qué creen que tan pocas mujeres se involucran en las batallas de rap? A pesar del gran movimiento de excelentes raperas en español. La respuesta puede ser muy simple: Algunas personas no quieren encontrarse en un espacio donde su existencia es considerada un insulto y tampoco repetirán el mismo discurso de que les violenta, lograr espacios de proyección o ganar. Por cierto ¿Cuales son los parámetros para ganar? ¿Obtiene el respeto quién más lo falta?
Queda mucho por trabajar y esto le corresponde principalmente a quienes realizan la dirección o guía artística de los eventos. Es una responsabilidad. No estamos hablando de censura, sino de diálogo, hablar claro y directo, trabajar en el trasfondo, compartir el conocimiento, crear las herramientas, oportunidades y posiblemente una evolución del movimiento.
Recordemos que la palabra “cultura” no solo se refiere a las costumbres, saberes, creencias y pautas de conducta de un grupo social, además proviene del verbo “cultivar”. Según la semilla, así será la planta y la cosecha.