El que hace y los que miran. Un meme sobre el acuerdo con el FMI

Nico Canedo
11 min readFeb 3, 2022

--

El viernes 28 de enero se viralizó este meme, a partir del anuncio del Gobierno Nacional del principio de acuerdo con el FMI. Seguro que ustedes ya lo vieron en Twitter o alguien se los mandó por WhatsApp. Yo lo vi y lo compartí porque me hizo mucha gracia.

No vamos a ponernos con las definiciones académicas de qué son los memes. Para eso los invito a leer este trabajito. Más allá de que existe cierta complejidad en cuanto a la definición y conceptualización de los memes como objetos de estudio, son elementos de la vida cotidiana y de consumo popular que todxs más o menos entendemos como imágenes intervenidas para hacer humor sobre temas diversos, entre ellos de actualidad y política, y que se comparten y circulan en entornos digitales.

Un meme español

Una simple búsqueda en Google Imágenes nos muestra que esta pieza está hecha a partir de una fotografía que tuvo mucha circulación entre usuarios, blogs y foros españoles entre, aproximadamente, los años 2010 y 2012. Esta imagen se convirtió en un meme que allá en España remite a una especie de refrán o concepto popular sarcástico sobre la cultura laboral española (básicamente que nadie quiere laburar).

En las variaciones del meme lo que se mantiene constante es la temática laboral y el juicio de valor que diferencia al “uno que hace” de los que no hacen. Muchos memes que se replican largamente a través de Internet sirven para construir sistemas de valores y jerarquías (pensemos, por ejemplo, en drakeposting que con dos frames expresa rechazo y preferencia por diversas cosas), a partir de los cuales los usuarios introducen sus propias referencias y términos, produciendo estas variaciones de las que hablamos.

En el caso del meme “uno trabaja y otros miran”, este expresa, digamos, desde su matriz, desde su concepción, la distinción “el uno que trabaja” / los muchos que miran y/u opinan, pero no hacen. Los que no pinchan ni cortan, o sea. Este sería, entonces, el concepto del meme (muchos investigadores comparan a los memes con los signos; si tomáramos esa comparación entonces el concepto sería el significado del signo/meme… ponele). Esa valoración/descalificación pareciera ser inherente al meme y es lo que se traslada a otros contextos cuando varía la referencia, en nuestro caso de interés, por ejemplo, al acuerdo con el Fondo, como se verá más adelante.

Las piezas que circularon en sitios y redes de España (ver arriba) añaden a ese concepto básico del meme un componente nuevo con respecto a la fotografía original: señala como inoperantes específicamente a actores de jerarquía superior (el supervisor, el jefe, etc.), perfiles sofisticados, técnicos y gerenciales, lo que comporta una crítica a las jerarquías empresariales con cierto componente clasista.

El acuerdo con el Fondo

Está claro que, en la aplicación de este meme a la coyuntura argentina y al tema de la negociación de la deuda con el FMI hay transformaciones que se hacen evidentes en las diferencias textuales y visuales que emergen de la comparación con sus antecedentes españoles. Veamos:

La foto de base permanece igual. A nivel de la imagen hay una única alteración que es la inserción, sobre el “uno que trabaja”, del escudo justicialista. Esta operación es común en los memes y en otro lado la hemos llamado “la operación quién es quién”: se introducen en la imagen original recortes fotográficos de las caras de figuras públicas o insignias partidarias para fijar rápidamente la analogía de la imagen con la de la coyuntura (es decir: quién del meme es quién de la “realidad”). Al poner el escudo justicialista lo que la imagen plantea es que el que trabaja representa al partido peronista. Sí, ya sé: es una obviedad lo que estoy diciendo, pero si no decimos las obviedades no podemos ir hacia las cosas menos obvias.

El emblema justicialista tematiza la pieza en los “partidos políticos argentinos”, es decir que altera la temática original del meme. Sigue siendo un meme sobre el trabajo entendido como un hacer (es decir, algo que no es meramente intelectual o retórico, sino que implica tomar acción y conseguir resultados), pero ya no versa sobre la cultura laboral de un país, sino sobre el hacer de los partidos políticos en relación a una problemática puntual (pero que resulta ser de las más acuciantes de la Argentina: su situación financiera).

Esta tematización se refuerza en el nivel de la escritura. Esta vez no se trata de carteles indicativos de cada rol (función de anclaje, diría Barthes) como en las piezas españolas, sino en frases o expresiones verbales que estos personajes, ficcionalmente, estarían pronunciando (función de relevo). Estas expresiones son sátiras de enunciados o declaraciones de distintos referentes opositores al Gobierno Nacional, que expresan diversas posiciones respecto al acuerdo con el Fondo (desde el llamado a no pagar la deuda hasta las críticas sobre el modo de negociar). Cualquier persona que esté informada sobre la actualidad política argentina y venga siguiendo la discusión pública sobre el acuerdo con el Fondo reconocerá estos argumentos (no pagar, enjuiciar a los que tomaron la deuda, negociar de otra manera, etc.) y en ellos a los distintos actores de ese supercontinente político que es “la oposición”. De esa manera la pieza logra instalar los dos valores centrales en su construcción discursiva: oficialismo (el peronismo) / oposición (otros partidos).

Esa dualidad, que es temáticamente nueva en relación a la historia del meme, se sobreimprime a sus valores intrínsecos “el uno que hace” / los que no hacen y miran. De esta manera se expresa, como descripción y valoración de la realidad política que el gobierno peronista hace (valor positivo), y los demás partidos sólamente opinan (valor negativo). Un partido que hace, muchos que solamente hablan.

El efecto que este meme puede tener en la opinión pública (que solamente podemos hipotetizar) es restarle peso simbólico, restarle razonabilidad a enunciados y declaraciones similares que los referentes opositores puedan haber hecho o llegar a hacer (es decir, a los argumentos ridiculizados en la pieza). Aunque los memes sean piezas humorísticas son también –y creo yo, predominantemente– caracterizaciones de la realidad que buscan ganar verosimilitud ante ciertos públicos. La contribución de este meme a la conversación pública puede ser la de, no sólo reforzar la creencia de los convencidos, sino convencer a los que estaban en duda, efectivamente, de las virtudes o de lo preferible al menos del gobierno en relación a los partidos opositores, sobre la base de que resuelve, obtiene resultados. Subyace el verosímil cultural (que no casualmente se expresa en una conocida frase de Perón) de que “mejor que decir es hacer”.

¿Muerte y resurrección del meme?

Esta pieza fue furor en los últimos días de enero debido al anuncio del principio de acuerdo con el Fondo. Sin embargo, data originalmente de agosto de 2020, cuando se anunció el reperfilamiento de la deuda con los acreedores privados.

Esta captura atribuye la pieza original a Santos Vargas, una cuenta popular de memes políticos. Lo que se ve en este caso es un resurgimiento de la pieza a raíz de las novedades en la misma temática: la renegociación de la deuda argentina (en 2020 con los acreedores privados, ahora con el Fondo Monetario Internacional).

Este caso demuestra que la vida de un meme y sus posibilidades de resurgir luego de agotarse su circulación inicial son muy impredecibles. Hace poco vi en una conversación de Twitter a alguien hablar de otro meme popular, diciendo que el meme “había muerto”. Nunca se sabe. Así como tampoco se sabe qué fragmento o producto de la vida cultural y mediática se convertirá en meme en el futuro. Lo que sí se puede tomar como una certeza es que la memeificación es un fenómeno vigente y proceso activo, recurrente de la construcción contemporánea de lo público (¡fa! ¡qué frase tiré ahí!).

¿El fondo del pozo? Disputa de sentido y resignificación del meme

Como muchos contenidos que se viralizan, eventualmente aparecen las lecturas oposicionales, para citar un conocido concepto de Stuart Hall. Es decir, lecturas críticas que disputan en alguna medida el sentido del mensaje. Me refiero a compartidas en clave de ironía o de “denuncia”, en las que un contenido continúa su circulación pero entre públicos que discuten su sentido y caracterización de la realidad. En este caso se evidencia un recurso interesante que desvía a la imagen de la temática original del trabajo y elude en gran parte el concepto base del meme que, como dijimos, consiste en establecer una jerarquía de actores alrededor de la distinción hace/no hace.

Esta imagen, compartida por la cuenta Peronismo Intergaláctico (explícitamente crítica del peronismo, así como del partidismo político en general, como hemos planteado en otro trabajo) introduce –mediante escritura, como en una especie de encuadre editorial– la idea de “hacer un pozo” que es, para el sentido original de la pieza, irrelevante (el “que hace” podría estar arreglando una pared, o subido a un poste de luz y daría, en cierta medida, lo mismo para la connotación original). Cobra relevancia como lectura desviada de esta versión del meme que tematiza en el acuerdo con el Fondo. ¿Cuál es el sentido de esa desviación? Pues la de relativizar la carga descriptiva y valorativa del meme sobre la coyuntura política, es decir, restarle veracidad. “Buen meme — reconoce — , pero no olvidemos que está haciendo un pozo”. Se reduce el meme a una mera ocurrencia ingeniosa (“buen meme” es una apreciación formal) pero se discute su valor descriptivo llamando la atención sobre un detalle particular: “pero no olvidemos que está haciendo un pozo”. Aparece como mediador entre el lector y la pieza el concepto cultural de “cavar la propia tumba” (me siento un poco Freud haciendo estas cosas, lo cual obviamente me divierte mucho).

También ilustra esta idea una respuesta del periodista de C5N y Radio con vos Alejandro Bercovich (quien se ha mostrado consistentemente crítico de cualquier tipo de acuerdo con el FMI) a la compartida del meme que hizo el economista político Claudio Scaletta:

Esta táctica retórica es ingeniosa, porque toma algo de la literalidad de la pieza y lo exhibe como una suerte de acto fallido o lapsus inconsciente donde el enunciador dice, a pesar suyo, la verdad que quiere esconder: que el acuerdo “nos entierra” a todos, y que es, por ende, malo (también es muy discutible dada la naturaleza discursiva de los memes, o cuando menos me resulta más discutible que en cualquier forma de expresión individual donde el enunciador tiene amplio acceso a las posibilidades lingüísticas y retóricas con las que se expresa, como no ocurre con los memes… pero el tema nos excede aquí).

Pero más interesante que eso es cómo decanta la respuesta del pozo como una especie de “contrameme”. Los contramemes son, para algunos investigadores que adoptan una noción más amplia del concepto de meme (y que a mí mucho no me gusta, para serles sincero) tendencias opuestas a las de un meme o contenido que se viraliza. De hecho, el que se haya llegado a aplicar el término “meme” (que proviene de la biología evolutiva de Richard Dawkins) al mundo de la conversación digital se debe, en parte, a un artículo de Mike Godwin de 1994 (¡miren qué viejo!) en la revista Wired, donde denuncia como un “meme” (en este caso, una idea que se replica por imitación, de forma medio automática y poco reflexiva) las comparaciones trilladas con el nazismo que hace cualquier usuario de Internet cuando discute acaloradamente online. Godwin propuso instalar un “contrameme”, una idea que se replique por imitación que sirva para contrarrestar las comparaciones aberrantes, y que justamente hoy se conoce como la Ley de Godwin. ¿Te está costando seguirme? Te la hago corta: es como el “ah pero Macri”. El macrismo logró instalar –tanto en las redes como en la conversación entre dirigentes políticos que, es cierto, cada vez se diferencian menos– que a cualquier argumento en defensa del gobierno actual sobre una crítica a la gestión anterior se responda con un automático y descalificatorio “ah pero Macri”. Y esta respuesta se replica a gran escala, produciendo un contrapeso en la conversación pública entre las dos posiciones (a favor y en contra del gobierno actual / a favor y en contra del acuerdo con el Fondo).

Lo que yo planteo aquí es que la respuesta del pozo, como lectura desviada del meme que nos ocupa, se puede imponer como su contrameme: organiza y le da capacidad de respuesta, en cada aparición de la pieza, a los críticos del acuerdo que quieran disputar la verosimilitud del meme, en cuanto a su descripción de la coyuntura. Esto es, en definitiva, parte de lo que los memes políticos hacen: encausan, ordenan, estructuran las intervenciones en lo público, le dan letra (e imagen) a los usuarios para intervenir en un tema, cada uno dentro de su propia tendencia ideológica y política. Podríamos decir, mal y pronto, que “guionan” un poco la conversación pública.

Esto, lógicamente, no se termina nunca ahí, sino que más bien aviva y sostiene la disputa por el sentido y la discusión en las redes. La periodista Mariana Moyano, por ejemplo, se refirió a la lectura del pozo como una lectura de clase social que, por su supuesta ajenidad con el trabajo manual, es incapaz de decodificar el sentido original del meme.

Como defensa al sentido original del meme, que tematiza en el trabajo como un hacer y que, como vimos en los antecedentes españoles, viene incluso con una valoración moral que pondera cierto ethos de clase: la humildad del trabajador no especializado; esta respuesta recupera (deliberadamente o no, no sabemos) el componente clasista de variaciones anteriores del meme –hasta entonces omitido en su referencia al acuerdo– para neutralizar la lectura desviada del pozo. Se sugiere, en definitiva, que los que hablan del pozo “no entienden” el meme, como sí lo entendería la mayoría popular (gracias a su cercanía con el trabajo manual y concreto, con cierto imaginario de lo que es “laburar” o sea).

La pregunta resiste (e insiste) en las variaciones meméticas

Incluso con tales derivas y fluctuaciones del sentido (que son inherentes y comunes a la discursividad social en general y a los memes en particular) es interesante notar la persistencia del trabajo como tema, que viene de algún modo fijada por el poder sintético y evocativo de la imagen original (obreros trabajando). En todas estas variaciones –un poco más, un poco menos– nunca se deja de hablar del trabajo: qué es trabajar, su relación con el hacer, con los resultados, con los perfiles técnicos y los distintos puntos de vista; quiénes son los que verdaderamente trabajan y los que no, y cómo esas valoraciones se trasladan a distintos ámbitos de desempeño social: en este caso el de la política.

Justamente en el contexto actual, donde crece el descontento con la dirigencia política y se pone en duda, no sólo su capacidad sino su voluntad para resolver los problemas del país, este meme sobre la cultura, los roles y las jerarquías laborales arrastra consigo una pregunta que, como ciudadanía, no dejamos de hacernos y de hacerle a la política: ¿quiénes son los políticos que verdaderamente trabajan? ¿Quiénes hacen y quiénes solamente hablan, en política?

Si te gustó esta nota y quisieras leer más me ayudaría un montón que la compartas y dejes algún comentario. Este es un proyecto nuevo y necesita todo el empuje posible. También se aceptan sugerencias e ideas que enriquezcan la charla, desde luego.

--

--

Nico Canedo

Especialista en Comunicación, Creatividad y Debate Público Digital