Periodismo es también comunicar, no sólo informar

Como la publicidad, las relaciones públicas o la ficción, el periodismo no es asunto exclusivamente técnico: es también moral y político

Juan José García-Noblejas
6 min readApr 15, 2017

En estos días se desarrolla y extiende una poderosa campaña publicitaria y editorial del New York Times, en busca de suscriptores y de credibilidad. Es una campaña organizada casi exclusivamente en torno a la verdad, presentada como fruto de atenerse periodísticamente a los hechos, y también como algo no excesivamente costoso para el lector que la compre. Como si la libertad que trae consigo la verdad consistiera en ser buen consumidor.

En este sentido, el NYT parece simplificar un tanto la realidad de las cosas, situado en la estela del rigor del pensamiento científico-técnico y basado quizá en la eficacia argumentativa de aquella famosa y discutible frase de C.P. Scott “comment is free, but facts are sacred”, publicada en el Manchester Guardian el 5 de mayo de 1921.

Pero no es éste el momento de discutir ni sobre el aspecto empresarial de la comunicación ni desde luego sobre la sacralidad y la naturaleza estrictamente chequeable de los “hechos” (fact checking), que deja de lado las olvidadas o escondidas operaciones de selección o elección (fact selecting or choosing, podríamos decir) y ensamblaje o montaje (fact assembling or editing) o aderezo y condimento de esos mismos “hechos” (fact seasoning), que son operaciones siempre presentes en cualquier afirmación, argumentación o narración periodística y en general, comunicativa.

Entiendo que — a propósito de esta presentación del NYTimes bajo el aspecto periodístico de la objetividad cuasi-científica de hechos y verdades, sin duda aprovechando el tirón de los facts frente a las fake stories de Trump — sí puede ser momento de razonar sobre la dimensión comunicativa del periodismo. Porque el periodismo no es sólo información. Es también comunicación. No en el sentido que tiende a hacer suyo la comunicación institucional y empresarial, sino en el sentido genérico que acoge también además al periodismo, a la publicidad y a la ficción.

El razonamiento que sigue es una síntesis actualizada de algo publicado hace tiempo -el 21 de junio de 2012- sobre este asunto. Aquel día pude leer en el E&P la cita de Kierkegaard que relaciona la libertad de expresión y la libertad de pensamiento, a propósito del periodismo, la información y las restantes profesiones de comunicación.

Es un debate inútil el que arranca con el periodismo considerado como estricta información y como fenómeno a veces agonizante y a veces resucitando por cuestiones tecnológicas o empresariales. Ahí faltan muchos matices, que de ordinario tienen que ver con el contexto en el que se sitúa la profesión periodística.

En aquel momento [2012] leí con gusto a la subdirectora del diario El País, Soledad Gallego-Díaz (Si te van a matar, no te suicides), conociendo las presiones reales de la gestión sobre la redacción de ese mismo diario. Lo encuentro muy bien discutido, por ejemplo, por parte de una colega, Montse Doval, en InternetPolítica: Por qué le llamas periodismo si es “sólo” comunicación y en La verdad periodística de la defensora del lector.

Quisiera apuntar algo obvio en el entorno de esta discusión, que sin embargo implica consecuencias no tan obvias: es patente que el contexto del periodismo ha variado mucho desde hace un siglo hasta nuestros días, pero no lo es tanto que en ese tiempo ha evolucionando desde una presunta dedicación estricta a “informar” a su actual contexto de “comunicación pública”. Desde una perspectiva más bien “técnica” y de sentido unilateral ha pasado a asumir una perspectiva mucho más dialógica, más “política” y más “moral”, en el sentido clásico y cívico del término y también en el sentido más problemático de esos términos.

Sobre este mismo argumento, Dominique Wolton, viejo colega y amigo de buenos debates, dice que hay dos grandes maneras de entender la comunicación, cuando ésta incluye al periodismo:

“la primera, ampliamente dominante, que insiste sobre la performance de las técnicas, como progreso continuo de la comunicación, que se prolonga en favor de las industrias, el sector que más se expande en el mundo, hoy en día” (…)

“La segunda, minoritaria, en la que me encuentro [dice Dominique Wolton, y en la que yo mismo me encuentro], que parte de la dimensión antropológica de la comunicación y privilegia los procesos políticos que hay que poner en marcha para evitar que la perspectiva de la incomunicación entre los individuos y los pueblos se convierta en una fuente efectiva de conflictos”.

Comunicar es tanto compartir lo que se tiene en común como gestionar las diferencias que nos separan.

Dominique Wolton plantea el aspecto antropológico desde una perspectiva sociológica, sin apenas considerar una perspectiva filosófica. Pero esto no quita interés a lo que dice, de cara al presente y al futuro del periodismo entendido como modo de comunicación.

Desde esa perspectiva, entiende que la comunicación trae consigo la convivencia de visiones del mundo a veces muy distintas y contradictorias entre sí. Hoy día los logros de tipo técnico son indispensables, pero no sirven por sí solos para compartir lo que tenemos en común, porque hemos de aprender a gestionar lo que nos separa a unos de otros. Dice Wolton:

“La información y la comunicación son inseparables de la historia de la emancipación del hombre. Gracias a la libertad de información se ha podido desarrollar tanto el conocimiento del mundo como el espíritu crítico. Gracias a la comunicación, se han podido imponer tanto la igualdad entre los individuos como la legitimidad del diálogo. Perderemos o salvaremos ambas realidades juntas, al mismo tiempo.

“Simplemente sucede que la relación entre ambas ha cambiado. Si a lo largo del siglo XIX y del XX, el problema central fué el de la construcción de esa libertad de información, facilitada por un fantástico progreso técnico, el desafío del siglo XXI -al menos de entrada- es de una naturaleza bien distinta. Se trata ahora de organizar la cohabitación pacífica de puntos de vista contradictorios, en un mundo en el que cada uno puede verlo todo, y quiere también mantener su identidad y su libertad de expresión”.

Dominique Wolton considera como principal resorte práctico la tolerancia, y entiende que la diversidad es un hecho, y que la cohabitación [la convivencia cívica, diría] es un proyecto político. Que no se conjuga con el relativismo, en la medida en que necesita de la experiencia concreta de la alteridad, porque comunicar implica saber vivir la tolerancia, que supone respetarse e interesarse por los demás y por sus asuntos. En este sentido, sin aprovecharse ninguno de ningún otro.

Por esto entiendo que — como decía al inicio, a propósito del NYTimes — que mejor que mantener de modo técnico beligerante una ideología política y social, situándola periodísticamente en el entorno de la verdad, es poner en común la tolerancia y la convivencia cívica como rasgos morales y políticos de la propia identidad comunicativa, vividos desde dentro de las mismas páginas de un diario. También cuando se trata de una identidad ideológica intelectualista, de corte científico-tecnica y liberal-progressive que da cuenta de lo que hace un presidente garrulo y populista. No basta proclamar la tolerancia como principio social y luego — sin saber bien cómo practicarla — exigírsela directamente a los demás.

Quizá pueda pensarse que esto es utópico, pero sin duda parece mejor comunicación pública la que presta un servicio a los demás que la que se sirve y se aprovecha de ellos. Ya sabíamos que hay más alegría en dar que en recibir.

PS (16 abril 2017): de haber tenido noticia del reciente y brillante artículo de Brendan O’Neill “Truth and Freedom. The new clerisy’s fondness for censorship makes it an enemy of truth”, hubiera añadido aquí alguno de sus argumentos. O comentado éste: “The low, bureaucratic instinct to protect ‘truth’ from the complete liberty of contradiction is motored by a recognition, at some level, of the hollowness and shallowness of these ‘truths’”. En otro momento será.

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Juan José García-Noblejas

Comunicación pública — periodismo, publicidad, rrpp, ficción—y filosofía práctica: cuestiones éticas, políticas, retóricas, poéticas y estéticas