Hasta pronto mamá

Nubia Morales
4 min readDec 6, 2022

Mamá, ya un mes de tu partida de este mundo, hasta hoy mis hermanas y yo te recordamos desde esos recuerdos alegres, jocosos, de bromas y sobretodo recordamos tu innata actitud de reír a carcajadas a pesar de las adversidades que podías estar viviendo.

Ciertamente existen dos grandes momentos extraordinarios en la existencia del ser humano los cuales nos marcan fuertemente: 1- El momento del nacimiento, donde todo lo experimentado durante el proceso de salida a la vida nos deja grandes huellas y traumas desde las cuales vivimos, hasta que tomamos conciencia y decidimos sanar esos eventos dolorosos que han bloqueado el libre fluir de la vida misma.

2.- El momento de la muerte, este doloroso evento marca no solo a quien parte de esta vida sino también a sus familiares quienes generalmente no estamos preparados para dejarlos ir, para desprendernos del afecto que nos representa esa persona.

En este segundo punto soy del sentir que mi madre nos preparó suave y lentamente a fin de que su partida no nos significara descalabro en nuestras vidas. Su enfermedad que la mantuvo por cuatro años postrada en cama, donde la fuimos viendo desmejorarse poco a poco nos fue introyectando la idea de que un día ya no la tendríamos más con nosotros; desde esa conciencia todas aportamos el cuidar de nuestra madre en la medida de nuestras posibilidades y tiempo. Al vivir ella conmigo, fui quien más estuvo presente en su día a día, por eso considero que si bien me duele su partida no estoy viviendo desde el sufrimiento innecesario pues me dediqué en cuerpo y alma a velar por su salud. Esta experiencia me permitió soltar mi apego y estar desde LA ACEPTACION de mi realidad.

Madre, quiero darte nuevamente las gracias — al igual que lo hice cuando estabas en cama — porque logré ver y experimentar toda tu maestría en mi vida, fuiste el más fiel reflejo de mi sombra, esa que fui desvelando poco a poco y que me fue estrujando el alma y abriendo mi corazón. Contigo aprendí lo que es el amor incondicional, ese que da sin esperar nada a cambio, solo con la intención del bienestar hacia la persona amada. Aprendí que a pesar de las adversidades no debemos tomarnos tan en serio los conflictos; cómo recuerdo que estando en cama, con dificultades respiratorias y aun así sonreías abiertamente cuando me mirabas acercarme a tu cama, o como cuando uno de mis nietos se acercaba y le tirabas besos. Eso se llama resiliencia.

Mi madre tuvo una infancia, niñez y adultez difícil, sin soporte de madre que le apoyara o escuchara en sus dificultades — mi abuelita vivía también lo suyo — también tuvo su época de bienestar cuando una de mis hermanas la llevaba a vivir con ella por unos meses en Canadá. Fue una mujer muy saludable, trabajadora, perseverante y fue hasta sus 90 años que empezó a declinar su salud. Siempre fue fuerte como un roble y eso mismo demostró durante su deterioro de salud.

De sus siete hijos fui la única que quedó siempre a su lado y cuando hice intento de hacer mi vida aparte (a los 50 años) significó un quiebre en nuestra relación y fue precisamente ese evento el que la vida me tenía preparado para que empezara a CRECER, fue así que a esa edad inicié mi segunda carrera — Psicología — la que me enrumbó en el camino de sanación y liberación interior. Nada pasa por accidente, todo lo que pasa tiene un propósito en la vida.

Tanto es así que hace 3 años tomé un estudio online, un postgrado en Bioneuroemoción y ahí inicié a descubrir mi sombra a través del reflejo que me daba mi madre en el inicio de su enfermedad; pasé por valles de lágrimas porque cada tema de estudio lo aplicaba en mí y mi entorno inmediato — mi madre- , fueron meses de depuración tal como el alfarero pule sus piezas, ahí descubrí mis resentimientos inconscientes hacia mi madre, empecé a conciliar mi niñez, mi adolescencia y parte de mi vida adulta. También pude equilibrar la balanza pues inconscientemente en mi interior mi padre era “la víctima” y ella el victimario. Cuando mi conciencia se expandió y mi percepción cambió logré tomar conciencia que mis padres fueron los perfectos para mi evolución en la vida. MIS PADRES FUERON MIS MAYORES MAESTROS.

Papá y mamá mis mas grandes maestros de vida.

Al día de hoy, mis mayores referentes: Papá y mamá ya no están físicamente conmigo, sin embargo, tengo la certeza que siempre estarán a mi lado, la muerte es tan solo la transición de una vida física a una vida espiritual; ellos habrán abandonado este mundo, sin embargo están presente siempre en nuestras vidas pues como almas nobles y trascedentes cuidan de nosotros — sus hijos — ; ellos desean nuestro mayor bien, desean que seamos felices, que recordemos quién en realidad somos, que aprendamos a amar a incondicionalmente, que reconciliemos nuestro pasado y sobretodo que les recordemos con mucho amor, no en vano vinieron a experimentar eventos duros y dolorosos para servirnos y ayudarnos a crecer y evolucionar

Gracias madre por la vida que me vino a través de ti, por todos los esfuerzos que hiciste para que yo fuera una persona de bien, sé que nos volveremos a ver en el tiempo que corresponde. Gracias madre, te llevaré por siempre en mi corazón, por eso hoy te digo: HASTA PRONTO MAMA.

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Nubia Morales

Psicóloga Clínica enfocada en temas de crecimiento y desarrollo personal, sanación y espiritualidad. Formación en Bioneuroemoción y Transgeneracional.