‘The Get Down’, estado de emergencia
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The Get Down es sobre lo orgánico. En la serie la palabra «emergencia» se puede leer de dos maneras, la primera da cuenta de la cultura del hip hop que emerge, mientras la segunda interpretación es de emergencia como la reacción a crisis que conducen a los personajes a encontrar soluciones para sus problemas sociales, creativos y económicos.
El guión disfrazado de drama musical, es más una historia de aventuras y crecimiento, con capítulos construidos en una dinámica de desafío-solución para presentar el camino de formación de un héroe que, desde el comienzo, sabemos en qué se va a convertir. La serie abre cada capítulo con el resultado. Lo que queremos es saber cómo el protagonista llegará a ser un personaje como Drake, Jaz Z o Kanye West.
En los capítulos se retratan mecanismos creativos, asociados a las fracturas dentro de la vida y entorno de los personajes que dan origen a la necesidad de esos procesos de expresión. La trama avanza mostrándonos de qué manera nacen y se van consolidando signos distintivos de la cultura hip hop como el break dance o las bases musicales.
Ya sea en las paredes o en la poesía de rimas de un MC, los personajes son escritores, hablan de lo que les duele y, a la vez, no quieren que sus mundos y sus vidas sean anónimas, les interesa trascender, intuyen la importancia de lo que están haciendo, en parte por ambición personal, en parte también porque necesitan gritar, aullar e identificar a otros en ese aullido, en una generación que la serie refleja como ausente de referentes estéticos e ideológicos, donde impera la música disco y la superficialidad. Por ende, el grupo protagónico toma decisiones como una respuesta a esa cultura del vacío, en lugar de una actualización.
The Get Down muestra la forma en que surge y se construye la voz genuina de los autores cuando convierten las limitaciones aparentes en oportunidades y consiguen, desde esa posición honesta, crear algo original.