Oaxaca no es turístico, lo turistificaron.

Oaxaca Distópico
7 min readJun 4, 2022

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Habitante, visitante ¿Te has preguntado cómo fue que Oaxaca llegó a consolidarse como un destino turístico líder a nivel mundial?

Probablemente habías dado por hecho que Oaxaca siempre fue un destino turístico, o al menos ese fue mi caso, cuando nací (en 1999) Oaxaca ya vivía del turismo, y nunca me cuestioné porqué y cómo llegamos a este punto. Pero ahora sé que Oaxaca ha pasado por un largo proceso de turistificación, muy seguramente hace muchos años era un lugar en el que se llevaba una vida común y corriente como en cualquier otra parte del mundo, nada extraordinario para el vecino de a lado. Las dinámicas de vida eran adecuadas al territorio, es decir de acuerdo al clima y la geografía se desarrollaban modos de vida distintos en cada región.

Para quien no sabe, Porfirio Díaz fue un gobernador de Oaxaca nacido en Oaxaca, y posteriormente presidente de México, y no fue hasta la época porfiriana que se dejan ver indicios de turismo en Oaxaca gracias a la apertura ferroviaria en 1892. La apertura ferroviaria fue un gran detonante por la en ese entonces novedosa forma de desplazarse entre territorios, esto dio muchas facilidades también al comercio con el exterior, este ferrocarril significaba una gran modernización pues nos transportó a la globalización, las personas empezaban a viajar para visitar familiares y amigos, y es aquí cuando surgen los inicios del viaje con fines recreativos y de ocio. En los años posteriores, el gobierno federal empieza a promover programas con el objetivo de atraer turismo, se da cuenta del potencial turístico que cada estado tiene para ofrecer a los visitantes, y motivado por esto, categoriza los atributos culturales y naturales de cada región para promoverlos exhaustivamente. El turismo ya era un mercado desarrollado en el otro lado del mundo, sin meternos en tanta historia, el turismo como lo conocemos hoy en día tiene sus inicios en el siglo XIX a finales de la revolución industrial, aquellos que podían pagar estos viajes y sobre todo disponer de tiempo para viajar, era la clase Burgués, hoy en día no es muy diferente, aunque la oferta turística se ha diversificado mucho para todo tipo de turistas.

Una vez que el gobierno de México se da cuenta que puede haber un motor de desarrollo a través de esta novedosa actividad, Oaxaca inicia un proceso de turistificación a través remodelaciones, programas de turismo, ferias, construcción de hoteles, instituciones, etc. Turistas nacionales y extranjeros quedaban fascinados por la presencia de pueblos indígenas en una ciudad de estilo colonial, algo que desde sus ciudades claramente no se veía. Empieza también un proceso de exotización de nuestras costumbres y tradiciones, ¿Cómo pasamos de hacer nuestras actividades tan cotidianas y comunes como tejer, bailar, comer, cantar, a montarlas en escenografías a cambio de monedas como si fuera un circo? Ejemplo claro de ello son las calendas que se ponen a la venta como adorno o ambientación en una boda en el centro histórico de Oaxaca. Todo este proceso de turistificación fue apoyado por empresas privadas y gobiernos, consiguiendo galardones y posicionando a Oaxaca en el mercado turístico mundial. Pero ¿realmente el trasfondo de todo esto fue rescatar y preservar los rasgos culturales de Oaxaca? O solo era conveniencia, pues al final de cuentas mantener viva la imagen de Oaxaca como un lugar exótico, paradisiaco y culturalmente diverso les generaría una gran derrama económica, especialmente a la élite empresarial y política.

No estoy diciendo que el turismo haya sido malo en su totalidad, pues fue una gran alternativa económica para que familias en situación de pobreza pudieran subsistir, pero si estamos en nuestro derecho de cuestionar las acciones de las mismas personas involucradas, esas acciones e ideologías que transformaron la actividad turística en una catastrófica bomba de tiempo que destruye la autenticidad de nuestros pueblos y sus modos de vida originales, fue la ambiciosa persecución de intereses económicos los que transformaron la cultura en un producto de consumo efímero. El turismo engendrado por un sistema capitalista generó muchos beneficios a corto plazo, aquellas generaciones que contribuyeron a consolidar el turismo en Oaxaca ya no están aquí para ver las repercusiones que a largo plazo el turismo está teniendo sobre el territorio que ellos mismos habitaron.

La gran promesa del turismo en México fue en beneficio y el desarrollo de las comunidades visitadas, sin embargo, todos sabemos que la distribución del capital económico no es equitativa, y que se queda en manos de unos pocos, mientras Oaxaca colapsa de distintos modos a los alrededores, esos lugares donde el turista no quiere voltear a ver, y reflejo de ello son los constantes, casi tradicionales bloqueos y protestas por toda la ciudad. Se creó una dependencia económica al turismo, lo que nos impide diversificar nuestras economías y nos hace someternos a dinámicas de poder entre turista y anfitrión, donde además el cliente, siempre y a costa de todo debe tener la razón. Hay empleos mal pagados, pero ganancias millonarias, que absurdo que los que están en la base de la pirámide del turismo, me refiero a choferes, guías, recepcionistas, artesanos, staff de hoteles, tengan que vivir de las generosas propinas o comisiones y no de un buen sueldo base. Hay desplazamiento de habitantes, pues la vida se encarece cada vez más para los locales, hay desgaste ambiental y acumulación de basura. El turismo ha tenido impactos sociales y culturales no solo sobre el territorio oaxaqueño, sino para cualquier otro territorio al que llega, ejemplo de ello es Tijuana, Cancún, Quintan Roo, Acapulco, Ciudad de México, o en el otro lado del mundo Venecia y Barcelona.

Ojo, con esto no quiero decir que el turismo deba desaparecer de un día para otro, es obvio que si esto sucediera cientos de miles de personas se quedarían sin sustento económico a consecuencia de ello, y la economía del estado se iría por la borda. No estamos en contra del viaje en sí, pues el viaje es una experiencia humana que nos permite un intercambio de saberes e ideas con personas de diferentes culturas. Pero si digo que hay mejores formas de practicar el viaje, retribuyendo al entorno lo mismo que nos está ofreciendo, debemos dejar de lado el cliché del clásico turista invasor, aquel que visita un lugar para comportarse de la manera que jamás se comportaría (o sí) en su propia casa, debemos hacer mucho hincapié en la diferencia entre un turista común y un viajero consciente. El clásico turista viaja creyendo que por tener la solvencia económica puede acceder a todo lo que el desee con inmediatez y todo tipo de amenidades, cree que nosotros los habitantes somos los que tenemos que adaptarnos a sus necesidades y exigencias, y es que así se ha normalizado, de hecho, es el turismo que hoy en día se practica. Pero por el contrario, la figura de un viajero consciente tendría que ser más atento del lugar que visita, sabe que sus acciones y el simple hecho de haberse trasladado en un avión, autobús o automóvil tiene repercusiones en el entorno, un viajero con conciencia sabe que los recursos que está utilizando al hospedarse en un Hotel o un Airbnb, como agua, electricidad, inmobiliario, son recursos que ni si quiera la población oaxaqueña ha tenido acceso aún en su totalidad, especialmente en los lugares que no son el centro histórico. Es consciente de la economía local, de las dinámicas y prácticas sociales que han regido por generaciones el territorio, el viajero que adquiere conciencia se adapta al entorno que visita y no pretende que sea al revés. Esta es la diferencia entre viajar como un invitado, y viajar como turista. El respeto, la empatía y solidaridad son valores que hacen la diferencia. Yo sé que al final ambos tipos de viajeros tienen que pagar por venir, y tal vez te preguntes qué sentido tiene comportarte de una forma u otra si de igual manera vas a pagar, pero es aquí donde entra la voluntad de las personas por hacer las cosas bien, donde entra la empatía, el respeto y la postura crítica. Si vas a dejar tu dinero en un lugar, hay que buscar siempre la manera más inteligente de hacerlo para que este circule de manera equitativa en cada sector de la población. Si promueves Oaxaca en tus redes sociales asegúrate de hacerlo de manera responsable para no banalizar rasgos de nuestra cultura, investiga, busca información relevante y confiable, si quieres venir y hospedarte en un hotel, busca un hotel local y trata de evitar los de cadena internacional, acciones como traer tus propios artículos de limpieza para no generar más basura o gastos innecesarios de recursos hacen gran diferencia.

Gracias a los gobiernos, a las dinámicas capitalistas de reducir todo, incluso una cultura milenaria a un producto de consumo se nos ha hecho creer que Oaxaca es y será para el turismo, nos han hecho creer que Oaxaca vale sólo por cuantos visitantes recibe al año, que figuras o personalidades “importantes” nos visitan, o que tanto dinero aportamos al país. Por eso es indispensable que todos (habitantes y visitantes), seamos conscientes que, quienes somos los oaxaqueños, nuestra identidad, no la ha formado ningún gobierno, ningún sistema, ningún personaje político ni histórico, ninguno de ellos nos representan, quienes han formado nuestra identidad y nuestra cultura ha sido la propia gente de Oaxaca, aquellas personas que conservan sus tradiciones y costumbres, quienes hacen sus tortillas en el comal, quienes son devotos a su familia incluso después de la muerte y quienes cuidan su hogar pensando en que las futuras generaciones también puedan vivir dignamente. Oaxaca no vale sólo por lo superficial que ya todos hemos escuchado. Más bien por su gente, por como los pueblos se organizan para resolver una necesidad, por como resisten y persisten en sus modos de vida tradicionales, en su conexión y respeto por la tierra que les provee de todo lo indispensable. Como dijo Jesús López, amigo de la costa y coordinador del colectivo Tilcoatle: “Oaxaca es como un libro abierto donde puedes encontrar respuestas a problemáticas sociales de la actualidad que tienen que ver con crisis ambientales y sociales”. En varias partes de Oaxaca aún se rigen por un sistema de cooperación mutua, donde cada vecino está convencido que el trabajo en colectivo es la respuesta para crear una comunidad próspera. Esto significa la Guelaguetza realmente. Este es el Oaxaca que somos, el Oaxaca que resiste.

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