“Curuña” sin mar
Hemos ido a la exposición “Hematocrítico Ilustrado” en Lacoru, como parte de una excursión de sábado que acabó en dos lugares clave de la ciudad: el Planetario de la Casa das Ciencias y la pastelería Habaziro.
Palexcruceros
¿Qué ocurre cuando llegas a una ciudad de costa y te encuentras con que se han llevado el mar? Una sensación parecida he sentido cuando hemos llegado al Palexco, donde se celebraba la exposición, y nos encontramos el fondo de la calle literalmente amurallado por uno de esos megacruceros que se están cargando bastante más que el paisaje o las vistas de los sitios por los que pasan. El hecho de que su popa haya coincidido justo entre los dos edificios que forman el espacio expositivo, ya de por sí un mamotreto encastrado junto al mar que cuando se hizo resultaba tan injustificable como ahora, componía una estampa distópica y repulsiva para ilustrar un futuro demasiado presente en el que el mar queda aislado de la tierra y de sus habitantes por obra y gracia de empresas que sólo ven el mundo como una línea más en su cuenta de resultados. Y es que nunca encuentras un iceberg o un batallón de orcas cuando más los necesitas.
“The Real Cost of Cruises”, segmento de “Patriot Act with Hasan Minhaj”.
Leyendas del Hematocrítico
Más de una vez he leído que los homenajes hay que darlos siempre en vida, porque después ya no importan. La propia Bette Davis, cuando recibió el premio Donostia en el Festival de Cine de 1989 (o quizá antes), ya se negaba a que la calificaran de mito del cine . “Los mitos están muertos”, decía.
No quiero ser categórico: a veces lo de arriba es completamente cierto. Otras veces nunca llegamos a tiempo para homenajear a quien se debe y después, cuando se hace, no dejamos de pensar en cómo habría recibido el homenajeado semejante oleada de cariño hacia su persona y su obra. La exposición “Hematocrítico Ilustrado”, ideada y coordinada por su compañera de vida y sueños, Ledicia Costas, reune aquí gran cantidad del material que creó Miguel López para un público muy heterogéneo, pero con especial cuidado para sus lectores infantiles, ansiosos siempre por buscar y leer sus libros. Es por ello que la exposición se integra con una pequeña “biblioteca” donde no sólo es posible ver en las paredes los bocetos de los artistas que ilustraron sus ideas, con Mar Villar y Alberto Vázquez en cabeza, sino también coger y hojear los textos que casi sin querer acabaron invadiendo bibliotecas y escuelas.
Quien escribe esto tuvo la suerte de conocerlo en persona y la mala suerte de verlo menos de lo que hubiese querido. Recorrer estas salas hematocríticas ha supuesto hoy un arco de emociones imposible de frenar y del que me va a costar un tanto recuperarme. Pero ha merecido mucho la pena.
Más a vueltas con las redes
La discusión hoy en Bluesky y, por lo visto, también en tuiter, es la recurrente de si es mejor largarse o quedarse en la balsa del melón mustio. Limitándonos a ver las reacciones en la franja centroizquierda del espectro tuiteril (para la otra no hay ni que molestarse), ciertas opiniones como la de Pablo Iglesias de que hay que montar resistencia allí se antojan como poco, hilarantes. No sé si las pronuncia desde la ingenuidad o simplemente porque le da una pereza cósmica tener que volver a construir su tejido de influencia (léase: seguidores y contrarios) en un sitio nuevo. Las mudanzas siempre son una gaita, no nos engañemos, y acaban provocando dolor de muelas y urticaria en los muslos.
Dejando aparte que se pueda estar flipando mucho, lo de “resistir” es algo que ya he visto en otros usuarios y me resultan sorprendentes en el mejor de los casos. Desde mi punto de vista (que podría ser distinto otro día, según lo que me duela la tripa), “resistir” es algo que se hace cuando no tienes alternativa: por ejemplo, estás atrapado en un país dictatorial, o te imponen unas condiciones de trabajo que pueden ser horribles pero de las que dependes para no quedarte en la calle. Entonces resistes, si puedes y quieres, y te unes a una facción de oposición con riesgo para tu vida o te afilias a un sindicato para pelear por tus derechos laborales, con otros riesgos para tu existencia que no son menores.
Pero ¿esto? ¿Una red social que no deja de ser una empresa privada montando un casino, donde las reglas de juego van cambiando cada día y cuyo dueño es un tipo con tanto dinero que se la pela perder una parte si con eso obtiene un poder que, por fin, parece que consigue? Nos pasamos el día diciendo que el mayor poder que tenemos sobre una empresa es no comprar su producto, planteamos boicots, dejamos de adquirir ciertas cosas o de acceder a ciertos servicios; tomamos, en fin, decisiones que asumimos como morales para tratar de fastidiar a los propietarios del chiringo… pero con tuiter parece que algunos se la cogen con pinzas, a pesar de que el mayor acto de “resistencia” es justamente salir de esa red, convertida hace tiempo en una fosa séptica de todo tipo de residuos, navegar hacia otra u otras más manejables y, fundamentalmente, privar al Sanjacobo Divorsiao (gracias, Ivà) de lo que más le gusta, que es meter estiércol en las bocas de los demás y cobrarles 8 dólares al mes por ello.
Un libro
“Quiero y no puedo: Una historia de los pijos de España”, por Raquel Peláez (Blackie Books). En el enlace tienen una buenísima entrevista que hace a la autora Pablo Elorduy en El Salto Diario. Pero yo recomiendo muchísimo que se lean el libro, que no sólo está escrito de forma muy amena sino que además está fenomenalmente estructurado, bien editado y que nunca se queda en la anécdota (que algunas hay, y de enjundia), sino que construye una narración histórica que comprende desde Eugenia de Montijo hasta los fachalecos de la época Covid. Como es posible que les deje con ganas de más, incluye al final una cuajadísima bibliografía para quien quiera adentrarse en el intrincado universo del pijerío español, al que seguro que ustedes tienen muchos más ejemplos que añadir, sean de cosecha propia o ajena, que todos tenemos al amigo de un amigo de la prima de una amiga de su tía paterna que podría encajar perfectamente en uno de esos capítulos.
Hala, ya pueden salir de sábado.