Obra negra

Olivia Teroba
3 min readFeb 22, 2020

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Ilustración de Ernesto Teroba

1
Este es nuestro hogar desde hace muchos años. Todos tenemos nombres distintos, pero compartimos un sonido después de pronunciarlos para reconocernos.

2
Nadie vive aquí, sólo yo.

3
Cada vez que un miembro de la casa que muere, derrumbamos una habitación y construimos otra. Por eso siempre está todo cubierto de polvo; las paredes derruidas. Algunos enchufes no funcionan, los focos están casi todos fundidos.

4
Morimos constantemente. Nacer es la obvia certeza de que pasará lo otro.

5
La casa tiene cuatro pisos. Construimos uno cada diez años.

6
Había paz hasta que cayó la primera tormenta. El agua comenzó a cubrir el piso que en ese entonces era de tierra. Peleando por una tabla de madera de la cual cogerse para huir, uno de los hermanos mató al otro de un golpe.

7
No había vuelta atrás, comenzamos a separarnos en grupos. Unos contra otros, así inició la Guerra.

8
Estar en Guerra dentro de cuatro paredes no es fácil. Muchas veces tropiezas con cadáveres, amontonados entre los pasillos o escondidos en lo que antes era un ropero.

9
Estar en Guerra con tus hermanos no es fácil. En la penumbra de las habitaciones sin luz es fácil desorientarse: el color de cabello, el tamaño del cuerpo, el resplandor de los ojos pueden confundirnos con facilidad: matamos a nuestros aliados, o rompemos un espejo pensando que ahí se oculta un enemigo.

10
Nos amamos, también. Tenemos sexo frecuentemente. Tenemos hijos que después se vuelven también nuestros hermanos, y después nuestros enemigos.

11
Todos viven aquí, excepto yo.

12
Había paz hasta que se terminó la comida. El hambre comenzó a cubrir nuestro cuerpo que en ese entonces era fuerte. Peleando por un pedazo de pan, una de las hermanas mató a la otra de un golpe.

13
Antes había padre y madre. Después, sólo padre. Después nada. Ahora, todos nosotros.

14
No recibimos visitas. Si alguien trata de entrar aquí lo ahuyentamos a gritos.

15
No estamos vivos, aquí hubo un incendio y somos fantasmas.

16
No somos personas, somos el polvo que por algún error tomó conciencia de su dispersión y mutabilidad.

17
Luchamos entre nosotros para saber quién mandará sobre los demás. Ninguno de los sobrevivientes quiere nunca obedecer.

18
Hoy no pasó nada. Fue un día lleno de tedio. Nos llevamos bien, en la noche incluso nos emborrachamos con el licor que era de papá, y reímos.

19
Somos las paredes que observan una familia que se desintegra, las puertas azotadas al salir, un piso manchado de sangre que rompe la seguridad de lo doméstico.

20
Todo comenzó con un te amo y un beso, al que siguió un noviazgo, lleno de reclamos y celos y disculpas y perdones. Una violación, después una boda, los regalos: utensilios de cocina: sartenes, cuchillos; electrodomésticos: estufa, microondas, lavadora. Llegó el primer hijo, y los hermanos, el piso manchado de sangre, la locura.

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