Del paternalismo al asistencialismo: análisis de nuevas políticas sociales

Oscar D. González
5 min readNov 22, 2018

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El pasado 22 de abril de 2018 se realizó el primer debate presidencial de México, en el cual los candidatos debatieron sus posturas y propuestas en torno a diversos temas de interés en el país; uno de ellos fue el asistencialismo o el ahora llamado política social.

Mientras que personajes como José Antonio Meade y Andrés Manuel López Obrador sostenían que la mejor forma de ayudar a combatir la desigualdad social era a través de nuevos programas de política social, el candidato independiente, Jaime Rodríguez Calderón, alias “El Bronco”, aseguraba que el asistencialismo era la peor forma de ayudar a los más necesitados, y que, al final, solo los estaban premiando “por ser unos huevones”.

Éstas palabras crearon debate entre aquéllos que sostenían que es la obligación del Estado salvaguardar el bienestar de las familias más desprotegidas y entre los que aseguran que los apoyos económicos crean más pobreza de la ya existente. Por lo tanto, es necesario aclarar que éste conflicto no es reciente en el país, y que éstas leyes de asistencialismo están entre los mexicanos desde hace más de medio siglo.

La Ley de asistencia social, promovida por el expresidente Vicente Fox Quesada en septiembre de 2004, es un sistema nacional de asistencia social que fomenta y coordina la prestación de servicios de asistencia social pública y privada e impulse la participación de la sociedad en la materia.

Dentro de ésta Ley se define la asistencia social como el conjunto de acciones tendientes mejorar las circunstancias de carácter social que impidan el desarrollo integral del individuo, así como la protección física, mental y social de personas en estado de necesidad, indefensión desventaja física y mental, hasta lograr su incorporación a una vida plena y productiva; comprende acciones de promoción, previsión, prevención, protección y rehabilitación.

De manera que el principal objetivo que persigue susodicho sistema es reducir la brecha social entre el segmento acaudalado del país y aquél que vive en las circunstancias más paupérrimas, sin embargo; a pesar de haber conseguido ayudar a una porción mínima de los que originalmente estaban contemplados, el asistencialismo termina por seguir las bases del modelo paternalista o desarrollo estabilizador.

Fue en la década de los cuarentas cuando México, aprovechando la terrible situación bélica en la que estaban inmiscuidas todas las potencias comerciales de aquél entonces, que consiguió potencializar el desarrollo industrial con base al petróleo y otros materiales indispensables para la guerra. A éste suceso se le conoce hoy en día como el milagro mexicano.

En pocos años, México consiguió un crecimiento económico mucho mayor a décadas pasadas; era el mayor exportador de plata y petróleo para Estados Unidos, hecho que regocijó a todos los mexicanos que recibieron como resultado de éste fenómeno los programas sociales que perseguían los mismos objetivos de las hoy llamadas políticas sociales.

Parecerá arbitrario relacionar el fenómeno del desarrollo estabilizador de hace ya casi medio siglo con los programas asistencialistas actuales, empero, la historia ha mostrado en diferentes países a lo largo del tiempo que mantener al pueblo a través de ayudas no combate, sino que aumenta la desigualdad social.

Harta gente otra vez

Más allá de la perpetuación de la brecha económica, se desarrolla en paralelo una mentalidad que se explica a continuación con un vago, pero efectivo ejemplo:

Cuando se es pequeño, las madres preparan la comida para lleva todos los días durante varios años sin que el infante tenga que mover un solo dedo. Durante ésta cotidiana actividad, se puede desarrollar una actitud parasitaria que vuelve incapaz al individuo de realizar cierta acción por su propia cuenta, y no porque no tenga la capacidad, sino porque hay alguien que lo puede hacer por él.

El problema radica en el momento en el que la madre le pide al niño realizar la misma tarea por su cuenta, y, como consecuencia de la ayuda excesiva que le brinda, el infante puede entrar en un estado de negación (berrinche) en el que prefiere mantenerse en su estado parasitario a trabajar para conseguir lo que desea.

Se puede relacionar entonces el anterior ejemplo con las bases de los programas sociales; ponen todo en bandeja de plata sin que el ciudadano tenga que hacer el mínimo esfuerzo por ello; llena de subsidios y planes que, en vez de ayudar a erradicar la pobreza, han estimulado a que el pueblo viva de los apoyos brindados por el gobierno y que representan una manera más cómoda de sobrevivir.

El abuso de éstos programas y la conducta parasitaria en la ciudadanía se observa cuando familias toman ventaja de la precaria observancia del Estado sobre las políticas sociales y que les permite conseguir un mayor número de apoyos económicos de los que por Ley deberían tener acceso.

En palabras del Centro de Estudios Económicos del Sector Privado (CEESP) “Los más de 6 mil programas asistenciales que existen en México no tienen efecto importante en la reducción de la pobreza”.

El mismo organismo del sector privado planteó que la mejor manera de contribuir a que disminuya el problema es a través de inversiones productivas que ayuden a la creación de empleos en el país, expuso en su Análisis Económico Ejecutivo.

En conclusión, debatir en torno a la importancia de los programas de asistencialismo en el país es en vano sin un análisis del cumplimiento de sus objetivos y las consecuencias que tienen sobre la mentalidad del ciudadano mexicano.

Claramente existen sectores que necesitan verdaderamente de la ayuda para subsistir, sin embargo, si el estado deseara verdaderamente sacar de la pobreza a la población se deberían implementar diferentes medidas que desarrollen empleos y oportunidades que el mismo ciudadano pueda aprovechar para salir adelante y no únicamente esperar a que el gobierno solucione sus problemas.

Una doña

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Oscar D. González

[Estudiante de Comunicación] • [Hobbys: Lectura y fotografía] • [Intereses: Música y cine] • [ ❤ Chocolate caliente] • [Políglota en proceso]