Día Ochenta
Abelardo
Llegaste tarde, inconmensurablemente tarde. Eres necio, y aunque lo sabes careces de escrúpuos. No, no es que te falten remordimientos de tus acciones, sino que estás atrapado en un bucle. Lastimas a la gente que te ama, justificando esa conducta creyéndote una mala persona, como si tus actos fueran inimputables por ese hecho.
Comenzó con la bebida, ¿no es así? Sin estribos, sin filtros, con la perfecta justificación. Por más pesada que tu carga emocional fuera, se aligera con los tragos, ¿verdad? Sale a relucir tu lado sensible. Te encuentras incomprendido, pero beber no cambiará ese hecho.
Voy a terminar esta carta aquí mismo, porque ya me cansé de repetirte tus erroes y que ignores mi consejo. Mañana en la mañana me iré.
N.
