DESCONEXIÓN FATAL

El negro de la noche rodea el mundo, mi mundo: ese edificio azul abisal que se alza frente a mí. No ha llegado nadie aún. Mi madre me ha dejado demasiado temprano en el instituto.

Sin embargo la puerta está abierta y, aunque no invita a entrar, la perspectiva de quedarme fuera me da más miedo. Hoy la noche alberga más horrores que de costumbre.

— ¡Hola!, ¿hay alguien ahí?

Oigo un suave ronroneo, extiendo la mano hacia la pared dejando que me guíe, entre las tinieblas, hacia el origen. Al llegar a la esquina, las sombras se suavizan dejándome intuir una puerta abierta a la derecha. Mi mente se bloquea y mi cuerpo toma el control, me asomo…

En medio de la sala se yergue la profesora de matemáticas, rígida, con los ojos abiertos, ausentes de vida. No está sola, más cuerpos la rodean, unos de pie, otros tirados en el suelo, todos inmóviles. El murmullo se hace más fuerte, salto hacia atrás y me escondo en los aseos.

— No sé qué vamos a hacer, no se ha cargado ni uno…
— Con esta instalación eléctrica, sustituir a los profesores por robots ha sido una idea terrorífica.