Un nuevo paradigma para el desarrollo de Argentina: extender la frontera productiva

Pablo Bereciartua
4 min readAug 2, 2017

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Argentina tiene agua, suelos y conocimiento para extender su capacidad productiva significativamente. La clave es generar un esquema de desarrollo público — privado.

Argentina es un país de grandes extensiones. Abarca una superficie total de más de 2,8 millones de kilómetros cuadrados, donde entran más de sesenta veces Holanda o cinco veces Francia por ejemplo. ¿Por qué es interesante esta comparación? Porque ellos son dos de los tres países — junto con Estados Unidos- líderes en exportación de productos agrícolas. En otras palabras el potencial argentino es muy significativo.

Según el “Estudio del Potencial de Ampliación del riego en Argentina” realizado por el gobierno argentino en conjunto con FAO, las únicas dos regiones a nivel mundial que tienen posibilidades importantes de ampliar su área cultivada mediante el uso del riego de manera sostenible son África Sub-Sahariana y América Latina, donde se riega solamente el 23% del total de la superficie irrigable.

EL agua + suelos + conocimiento son la base de una estrategia de crecimiento a largo plazo para el país.

En Argentina la superficie actualmente irrigada no supera los 2.1 millones de hectáreas — lo que representa el 5% del porcentaje total del area en producción. Si bien dicha superficie cultivada con riego presenta un crecimiento en los últimos 20 años, especialmente en riego complementario, el potencial de ampliar las áreas productivas es del orden de 6,2 millones de hectáreas adicionales con un porcentaje significativo de ellas siendo nuevas áreas hoy fuera de la producción. Se trata de expandir las áreas productivas en base a la inversión en infraestructura que logre las condiciones para producir de modo rentable y sostenible.

La metáfora del ferrocarril y el desarrollo

La ampliación de las áreas productivas va a permitir, igual que lo hizo el la política pública del Ferrocarril Argentino a fines del siglo XIX y principios del XX, que una cantidad de tierras hoy fuera de la producción pasen a tener capacidad productiva y un valor comercial. Entre 1870 y 1914 tuvo lugar la expansión ferroviaria que se construyó en mayor parte con capital argentino, inglés y francés. En 1905 se solicitaron cuarenta y cuatro concesiones y se acentuó la concentración de ramales en la pampa húmeda. De esta manera, “el camino de hierro” unió los vastos territorios que estaban aislados reactivando el circuito económico y valorizando las tierras circundantes.

De manera similar, parte de esta propuesta es volver productivas áreas que hasta ahora no habían sido utilizadas para la producción. Se trata de crear nuevas áreas productivas donde a partir infraestructura para acceder al agua, construcción de caminos, logística y energía.

Un nuevo paradigma público-privado para crecer

Como fue con el ferrocarril el secreto es generar un esquema que permita combinar la inversión pública con una parte principal de inversión privada para lograr la infraestructura inicial y también poner en marcha capacidades de gestión para el desarrollo futuro de estas nuevas áreas. Esto se puede lograr con la creación de “corporaciones de desarrollo” que permitan capturar la parte de la plusvalía de la tierra así como otros ingresos futuros derivados del aumento de la producción que sirvan de repago de la inversión inicial. El sector público puede cumplir el rol inicial clave de identificar las áreas con las condiciones necesarias, establecer las corporaciones, garantizar una inversión inicial a riesgo compartido, para lograr la participación de los privados tanto en la gestión final de estos territorios como en su financiamiento. En otras palabras crear el ámbito para que pueda realizarce el valor potencial significativo de la combinación virtuosa de las capacidades públicas y privadas.

El agua recurso estratégico a futuro.

Se necesita además innovar en la tecnología. En este sentido, los holandeses también pueden servir de ejemplo: la clave reside en la innovación y en la introducción masiva de tecnología a lo largo de todo el proceso productivo, lo cual ha contribuido a aumentar notablemente la productividad. El resultado es más productividad, es decir un nivel de producto mayor por cada unidad de tierra o trabajo empleada, lo cual ha repercutido muy positivamente en la competitividad y en el valor añadido.

Esta política puede implicar un crecimiento superior al 20% del producto de proteína verde en el país, crecimiento del empleo distribuido en el territorio, incorporación de la dinámica privada vinculada con la captación de recursos para inversión y también de nuevos mercados. En síntesis puede tener impacto análogo al del ferrocarril del pasado pero de cara a una de las principales actividades de este siglo: generar los alimentos para el nuevo estándar de vidad global. Allí una buena parte del potencial futuro del país.

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