¡Estúpidos! La clave no es la muerte, sino la forma de morir y de reír

Dos escenas y una lección

Julián González
EÑES
4 min readJul 2, 2017

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Hay algo oscuro, doloroso, orgiástico y carnal en este fragmento del tríptico ‘El jardín de las delicias’, 1500–1505, de El Bosco (1450–1516). Es el humor de la muerte festiva que energiza e invita a reorganizar la vida.
Y todo es sepulcral, avasallante y desolador en esta imagen de la masacre de El Salado. 66 personas asesinadas por los paramilitares en el departamento de Bolívar, Colombia, entre el miércoles 16 y el sábado 19 de febrero de 2000. Es el terror que sepulta y que aquieta.

Aunque la primera imagen tiene más de 500 años y la segunda menos de 20, la primera es el futuro, habla la lengua del porvenir, de lo que podría llegar a ser Colombia si cesa una, la más visible y dentada, de las guerras que padecemos (la voraz especulación financiera también es una guerra, así como el lastrado sistema de salud, para no hablar del saqueo del erario público y de la irracionalidad del sistema de impuestos, uno de los más regresivos de América Latina. Pero podremos encararlas mejor si cesa esta guerra de plomo). La segunda imagen, habla una lengua arcaica, la del terror, la que les gustaba murmurar a los arcabuceros hace 3 o 5 siglos. Es la voz de la pólvora, del trabuco y del fisto. El parloteo del fierro. La lengua de los gatilleros, tan distinta a la de los gaiteros.

Y esa lengua no ríe y cuando lo hace está hedionda de aguardiente y embriagada de sangre. Se dice que los arcabuceros se emborrachan para matar, mutilar, violar y herir. Y solo así ríen de buena gana, pues en sano juicio vuelven al rostro de sombras, al ceño fruncido, a la cara hombruna y a la agria apariencia de los domapotros.

A propósito de domapotros, es interesante notar que no hay risa, ni humor, ni fiesta en la lengua de Uribe ni de Ordóñez. Los carepólvora no se ríen. Cuando lo hacen, más que reír, enseñan los dientes (quizás solo se largan a reír con aguardiente. No sé. ¿Alguien los ha visto reír en sano juicio?).

El hombre que no reía.
Otro hombre que no ríe.

¿Terminar la guerra para qué?

No se trata de terminar la guerra para evitar más muertes. Ese razonamiento no es correcto. Si ese fuera el corazón del asunto, entonces no tiene sentido parar la guerra, pues sabemos que, a la postre, todos vamos a morir de una u otra manera. Se para la guerra no para evitar que haya más muertos. Eso es irrelevante. Y lo saben los guerreros de todos los bandos y layas. Lo clave es pensar qué nos hacen los muertos a los vivos o, mejor, qué nos hacen a los vivos las diferentes formas de morirse los muertos. Y allí está la clave: el impacto de la muerte violenta y guerrera sobre la vida de los vivos. Ese impacto es tan profundo y estremecedor como el de un terremoto, la peste negra o un accidente nuclear. Este tipo de eventos traumáticos nos condenan a décadas de impúdica inercia y de duelos siniestros y desoladores como la marcha sepulcral de los sobrevivientes de El Salado. La forma brutal de morir y la amenaza de morir brutalmente nos retrotraen a la impotencia trágica y a la gélida resignación de los aterrados. En ello reside la eficacia política de la muerte violenta, ya que erosiona y mutila en las personas cualquier rastro de visión crítica e insatisfecha del porvenir. Y barre la risa, tan subversiva y tan desafiante ella (remember Jaime Garzón). Los asesinos de cualquier signo buscan destruir, en los vivos, ese núcleo, esa confianza en que podemos elegir la forma en que morimos, firme complemento de otra confianza: podemos decidir la forma en que vivimos y la manera en que reímos. Y «decidir cómo vivir y cómo reír» es el ADN de la autonomía política de los ciudadanos, algo que les conviene desalentar a los poderes interesados en moldear y en dirigir nuestros destinos.

Necesitamos aprender a morirnos a lo bosco para poder soñar y para hacer prosperar, en nuestra tierra, menos vidas «cejijuntas» y más vidas que, al reír, no se limiten a enseñar los dientes.

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Julián González
EÑES

Diseñador de juegos de mesa, comunicador social y educador. Puede descargar gratis Todo está tan raro en el siguiente link: https://bit.ly/3BiGjMB