El servicio que te hace feliz

José Arellano
4 min readOct 5, 2015

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Si no piensas mal entenderás.

Si no piensas mal entenderás.

Ella lejos, yo en mi cama, y quería sorprenderla. La tecnología ayuda, así que fue fácil enviarle un arreglo de flores por una fecha especial.

No tardé más de 10 minutos en elegir un arreglo bastante adecuado. La notita era todo, el arreglo, simplemente era eso “el arreglo” de la sorpresa.

Todo muy bien. Fui a dormir tranquilo pensando que todo iba a ser perfecto al día siguiente. Pero… como suele pasar, me llevé una sorpresa. Desperté temprano pensando que tenía que ir a laborar. Me alegré al saber que era fin de semana, pero fue el destino el que hizo que vea mi celular, y vea precisamente mi correo.

Malas noticias… mi arreglo, mi pedido… ¡Mi sorpresa! No había sido procesada y por ende no iba a ser enviada (problemas con la tarjeta de crédito, creo yo).

Desesperado escribí un correo a la tienda para pedir explicación y ayuda. Por supuesto, la diferencia de zona horaria era una desventaja, quedaba muy poco tiempo y andaba un poco… perdón, bastante desesperado.

Busqué en Google y encontré unas 10 o 15 páginas, todas de envíos de flores, arreglos y demás. Me animé por la última. La interfaz limpia, texto simple, imágenes limpias; debo ser sincero, la página me cautivó visualmente. Mi cerebro reptil debe haber pensado simplemente: “Limpio, seguro”. Ese pensamiento debe haber evolucionado (en milésimas de segundos) en un “si se ve limpio y seguro entonces no me van a estafar, y seguro tienen el arreglo que necesito; sin problemas debe llegar para cuando lo necesite”.

Nunca hago caso a los chats de soporte en línea que se suelen activar automáticamente. Saltó el pop-up, se activó un sonidito, y mi desesperación y urgencia recurrió a preguntar lo que necesitaba.

- “¿Se puede pagar con pay-pal?”

Había tenido problemas con la tarjeta de crédito, imagino que por estar en otro país. Además estaba muy preocupado porque el arreglo tenía que estar en menos de tres horas en su destino, y pregunté también si era factible llegar a tiempo, pero ella, la personita del chat, me alivió:

-“Intente pagar con esa opción y cualquier cosa, estamos aquí con usted…”. Sí, ahí conmigo, en el bendito chat.

- “Estamos recibiendo los últimos pedidos del día, no se preocupe, lo esperamos” ¡Gracias, muchas gracias!

Intenté y seleccioné la opción de pago vía pay-pal, y … problemas.

- “Su cuenta es del país de las maravillas y solamente puede hacer compras y pedidos para ese país.”

Sí, lo siento, ya quisiera vivir en ese país, pero lo importante es que entiendan la idea, no podía usar esa opción; no quisiera entrar a detalles técnicos, quisiera que entiendan mi experiencia como cliente.

Inmediatamente después del intento fallido acudí al bendito chat, ahí estaba todavía Sofía, llena de sabiduría, esperándome, atenta a mi proceso, y seguro a otros más a la vez. No era el único, pero me trató bien:

- “No se preocupe usted, ya tenemos los datos del pedido. Solo necesitamos que nos confirme los siguientes datos…” Asentí con la cabeza y a la vez le escribí un gran ¡SÍ!.

- “Tranquilo Bobby tranquilo, te voy a enviar una solicitud de pago vía pay-pal al correo electrónico, solo tendrás que intentar pagar desde el enlace que llegará.”

Fui feliz, no sabía si iba a funcionar o no, también me dio un poco de desconfianza (no sabía si era seguro), pero desde ahí ya sentía el trato personalizado, la atención adecuada, y ni siquiera estaba ella frente a mí. Era mi última opción.

Fueron algunos segundos de espera (y desespera), entré rápidamente al enlace, realicé el pago vía pay-pal y ahora si funcionó. ¡Genial! Sentí que había hecho un gol luego de un empate en el minuto 90'.

Me sentía ganador, todo bien. Me llegaron un par de correos de confirmación y algún aviso que indicaba que el arreglo estaba en camino.

Sonó el teléfono, era una llamada internacional. Mi cerebro reptil otra vez saltó: ¡Mi pedido!

- ¡Aló!

- “Señor José, disculpe la molestia, nos comunicamos porque quisiéramos informarle que el repartidor se encuentra en la dirección indicada, pero en la puerta, el conserje le indica que no vive ninguna persona con el nombre indicado en el departamento que usted indica.”

Así es, nuevamente entré en pánico. Pensé, seguramente me dieron mal la dirección, pero del departamento.

- “Por favor, díganle al conserje que la persona debe haber llegado en la madrugada, y que es un departamento arrendado, no debe figurar su nombre como propietario.”

Le dijeron al conserje exactamente eso, nos dijeron que no era el departamento 402, sino 602, y todo bien. Nuevamente, fui feliz. Se terminó la osadía.

Luego de eso, me sorprendieron con un detalle más. Me llegó un correo confirmando la entrega del pedido y como anexo, un lindo recuerdo. Una foto de ella muy feliz con el pedido en sus manos.

Está bien, normalmente estos servicios son para hacer feliz a la persona que reciba el pedido. Pero todo este proceso en realidad para mí fue distinto, por la situación y por como ellos me trataron, este fue el servicio que me hizo feliz.

Pdt: No quería decir nombres, pero se lo merecen, www.rosalinda.cl te hace feliz.

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