Una respuesta a la necesidad de mediación intercultural en salud
Salud Entre Culturas nace de una necesidad. Su equipo de mediación intercultural es multidisciplinar y la figura del mediador, transversal. En la actualidad, la asociación desarrolla cinco programas.
Una pizarra llena de dibujos y colores y una mesa redonda con sillas le dan a la sede de Salud Entre Culturas un aire de aula infantil, hasta que las mesas de despacho con ordenadores nos recuerdan que estamos en un lugar de trabajo. Por la puerta entran y salen personas con bata blanca, lo que nos indica que estamos en un hospital. Nos recibe Ignacio Peña Ruiz, coordinador de la asociación, acompañado de parte de su equipo.
Salud Entre Culturas nace de una necesidad. La idea surge de un problema sanitario y se trata de aprovechar la oportunidad. En 1991, el Servicio de Enfermedades Infecciosas del Hospital Ramón y Cajal se constituyó en Asociación para el Estudio de las Enfermedades Infecciosas, de la que forma parte todo el equipo médico de la Unidad de Medicina Tropical.
En 2007, la Universidad de Alcalá ofreció un Máster de traducción e interpretación en servicios públicos cuyas prácticas se realizaron en hospitales. Aprovechando el paraguas legal de la asociación, se creó un programa de salud e inmigración con personalidad propia, Salud Entre Culturas.
Después de hacer una formación de mediación cultural en el ámbito sanitario, Serigne Fall hizo las prácticas y empezó a colaborar como voluntario en el equipo. Ahora, este senegalés tiene un contrato profesional como mediador cultural de la asociación. El personal de la asociación no es contratado por el Ramón y Cajal, sino que les paga la asociación. Pero “para poder estar aquí, Salud Entre Culturas necesita el apoyo del hospital, que es tangible e intangible, además de tener un lugar físico con acceso a ordenadores y tarjetas de identificación”, explica Ignacio Peña Ruiz, coordinador de la asociación Salud Entre Culturas. “Somos una ONG, pero quien está detrás es el Servicio de Enfermedades Infecciosas” del hospital Ramón y Cajal, que avala el proyecto, nos cuenta.
Salud Entre Culturas desarrolla cinco programas
En la actualidad, Salud Entre Culturas desarrolla cinco programas, con intervenciones en salud, población migrante y profesionales sanitarios, tanto dentro del servicio público de salud como en la sociedad en general. Son diversas estrategias para un mismo objetivo.
Dentro del hospital, “Creando Puentes” cubre desde el acceso hospitalario hasta el contínuo asistencial que el paciente necesita para superar barreras lingüísticas y su derivación a los servicios sociales. El acompañamiento es hecho por profesionales sanitarios y mediadores. La primera ayuda es la gestión administrativa, al registrarse en el hospital. Una vez hecho el registro en admisión, se elabora la historia clínica y se da cita al paciente, que entra en consulta en compañía del mediador. Facilitar la comunicación en la consulta es la segunda forma de ayudar. También se realiza una intervención para mejorar la relación entre pacientes y profesionales sanitarios. Si surgen problemas se realizan más intervenciones, como explicarle las pruebas que se le van a hacer o la adherencia al tratamiento, que son aspectos que se trabajan hasta que termina la atención hospitalaria, al darle el alta.
Mª Dolores Corbacho Loarte, médica del Servicio de Enfermedades Infecciosas en la Unidad de Medicina Tropical del Ramón y Cajal, cuenta el caso de un paciente con el que intentaba entenderse en francés hasta que empezó a notar que había cosas que no estaba entendiendo, aunque dijera a todo: “sí, sí”. Hasta que le preguntó si entendía el idioma y reconoció que no.
La atención médica incluye la asistencia clínica a población inmigrante
La atención médica de Salud Entre Culturas incluye la asistencia clínica a población inmigrante con la ayuda de mediadores. En la Unidad de Medicina Tropical “ves patología que no se da aquí” en España, relata Begoña Monge Maíllo, médico facultativo del Servicio de Enfermedades Infecciosas. Estas Enfermedades Silenciosas dan nombre a otro de los programas de la asociación.
Otro, “Nuevos ciudadanos Nuevos Pacientes”, trabaja la atención a las personas que llegan solas o no hablan el idioma. El programa, que tiene abiertos varios proyectos de investigación, pone al alcance de la población migrante asentada en España información sobre diversos temas relacionados con la salud. Junto al cribado de las enfermedades transmisibles e infecciosas, se hace educación para la salud a través de formación en hábitos saludables fuera del ámbito hospitalario. Las actividades se realizan en colaboración con otras ONG y asociaciones que trabajan con personas migrantes. Los materiales elaborados por el equipo, en distintos idiomas y en formato audiovisual e impreso, se adaptan a las necesidades culturales.
Una enfermera del equipo es la coordinadora de los programas educativos con el apoyo del equipo médico y el jefe de la unidad asiste a las intervenciones, que se gestionan en función del perfil. También se organizan encuentros en los que el mediador les explica el acceso al sistema sanitario; las estructuras preventivas que forman parte de la administración; cuidados y prevención de las ITS, VIH, tuberculosis o hepatitis; uso responsable de medicamentos… en función de las necesidades. “Nos adaptamos a la situación”, explica Ignacio Peña Ruiz.
En Salud Mental, el enfoque es psico-multicultural
Además está el programa psicológico de salud mental, cuyos objetivos son mejorar la adherencia al tratamiento para personas recién diagnosticadas y apoyar a migrantes en el proceso de integración social. El programa de atención psicosocial Psicología Transcultural de Salud Entre Culturas está dirigido a personas migrantes que presentan problemáticas psico emocionales relacionadas con el propio proceso migratorio, la adaptación al nuevo contexto y/o un diagnóstico de patología crónica, entre otras. El programa tiene vínculos con el servicio de Psiquiatría y el enfoque que se utiliza en la atención psicosocial es el de la psicología transcultural. En 2022 atendieron casi 1.000 consultas.
El perfil del paciente derivado, según nos cuenta el Psicólogo Sanitario de la asociación, Michel Alipízar López, es de migrante con periplos complicados, como haber pasado 10 años desde que salió de su país, por ejemplo, o haber tenido que dejar su lugar de origen por discriminación. “De fondo, la persona lleva un estrés que produce el trauma”, explica. Las patologías más frecuentes son el estrés postraumático, el trastorno adaptativo y el duelo del migrante. “Podemos detectar psicosis o neurosis, pero son consultas, sobre todo, de reacción ante el trauma, el conflicto”, no porque tengan un problema previo de salud mental. Se trata de personas que vienen con condiciones para tener tratamiento y la tarea es que acepten el diagnóstico y tomen su medicación. “Cuántas dudas no pueden surgir en otro idioma” en la percepción del diagnóstico en situaciones como éstas, reconoce.
Alipízar López, Psicólogo Sanitario de Salud entre Culturas, explica que a la asociación llegan pacientes con el “síndrome de Ulises” o el duelo migratorio, que es el que pasa cualquier persona migrante. “Pasa por todas las etapas, porque la cosa aquí no se le pone fácil y se culpa, generando sentimiento de duelo”. Estos síntomas se dan en personas que migran: “el país del que me he ido y la familia de la que me he separado existen y el proceso de decisión es complicado. Con independencia de la razón de migrar, del periplo y de lo que has dejado en tu país, hay un estatus perdido”. La pérdida de contacto con su soporte social es uno de los factores que más incide en su salud mental. “Hay personas que se cuestionan la decisión y otras lo tienen claro. El periplo del migrante puede aumentar el trauma por el que saliste de tu país. Cuando llegan a España, con independencia de la vía de entrada, entran en un proceso de trastorno adaptativo fuerte”.
En la actualidad hay tres programas fuera del hospital
Salud Entre Culturas no sólo tiene convenio con el Ramón y Cajal, sino que cuenta con capacidad para intervenir en otros hospitales y centros de atención primaria o de Salud Mental. También se hacen intervenciones fuera del hospital en casos graves o complejos. En la actualidad se desarrollan fuera del hospital tres programas para entidades sociales, centros culturales, pisos y centros de acogida a población refugiada o cualquier espacio vinculado a migrantes al que acuden estas personas.
Salud entre mujeres es uno de esos programas. Busca crear un espacio de aprendizaje dirigido a la mujer migrante que comprende actividades de educación para la salud adaptadas cultural y lingüísticamente, abordando las barreras derivadas de la intersección de género y migración y trabajando los derechos sexuales y reproductivos. Para ello, Salud Entre Culturas busca en Google los recursos que existen para mujeres en asociaciones, ONG o espacios de igualdad. Antes, el perfil del paciente en consulta era en un 80% de usuarios hombres. Al mapear los recursos, se vio que las mujeres habían aumentado desde 2019. Ahora, la intervención en salud con especialistas es mensual y su participación en programas se ha equilibrado, con más de 200 asistentes a talleres en 2022.
Entre la población inmigrante, los problemas de salud no son prioritarios, porque vienen a trabajar, ya que necesitan recursos para mandar a sus países. “Si eres mujer, el nivel de prioridad es ínfimo”, asegura Peña Ruiz. Es el colectivo más vulnerable y con más barreras.
Salud Entre Culturas fue una de las ganadoras del VII Hackathon Salud
En 2022, el proyecto piloto ganó el Reto Sandoz Novartis “Continuidad Asistencial y Atención Farmacéutica”, en la categoría SEED para ideas sin desarrollo, del VII Hackathon Salud, una iniciativa que premia las mejores soluciones digitales en farmacia, comunicación y dolor. El galardón está dotado de 1.000 euros que destinaron a crear una aplicación que mejore la calidad asistencial a los pacientes. A ello se sumó una convocatoria del Ministerio de Derechos Sociales y Agenda 2030 con fondos europeos sobre digitalización de entidades del tercer sector a la que Salud Entre Culturas presentó un proyecto. Una de las líneas es la creación de una herramienta digital que mejore la gestión de los pacientes.
El proyecto, que está en desarrollo, consiste en una aplicación móvil en la que los pacientes no hispanohablantes reciban sus citas médicas y pruebas pendientes en su idioma o dialecto y en formato texto, vía SMS, o audio, dado que un alto porcentaje no sabe leer ni escribir. Se lleva un registro con la imagen gráfica de lo que tienen que tomar y si la han tomado o no, haciendo seguimiento de su tratamiento. También hay una herramienta para que puedan solicitar mediación si la necesitan, además de acceso a la información de educación en salud, adaptada lingüística y culturalmente. El desarrollo técnico corre a cargo de la Universidad Politécnica de Madrid.
La herramienta pretende mejorar su calidad asistencial y dar autonomía al paciente, para que no dependa de alguien que le lea las citas. “Se van a enterar mejor”, dice Begoña Monge Maíllo. También se trata de reducir pérdidas de visitas, pues no quedan huecos, y de hacer un seguimiento terapéutico. “Vamos a evitar retrasos en el diagnóstico”, asegura esta médica facultativa del Servicio de Enfermedades Infecciosas en la Unidad de Medicina Tropical del hospital Ramón y Cajal. Se trata de ser más eficaces, “porque tu jornada es para atender pacientes”, y la pérdida de consultas o de pruebas supone perder recursos.
El cambio de la ley dificulta la atención a las personas migrantes
En Barcelona, el Vall d’Hebron tiene un programa parecido, pero el equipo no está integrado en el hospital. Salud entre Culturas es el único que forma parte de un hospital y uno de los pocos que atiende de manera presencial. También “fomentamos el servicio cuando no podemos atender algo”, explican.
En la Comunidad de Madrid, cualquier persona que lleve menos de tres meses en España se considera turista, aunque haya entrado en situación irregular. Ello restringe la asistencia sanitaria hasta que no se acrediten más de tres meses empadronados. Entonces es cuando las personas más vulnerables pueden acceder a la atención sanitaria en igualdad de condiciones. Es el tiempo, además, que duran los recursos de las ONG, que son el nexo de unión, y son concedidos para tres meses. El problema se plantea con las personas sin empadronar o que llevan menos de tres meses. Cuando solicitan la tarjeta sanitaria, ya no tienen quien les vehicule, o se van porque la prioridad es trabajar en otra comunidad o país. Antes de ese plazo no se podía atender a personas que llegaban con enfermedades de declaración obligatoria hasta que se aprobó una normativa según la cual, aunque no lleve tres meses empadronada, si es una cuestión de salud pública se le puede atender. “Nos está pasando otra vez como en 2012 por el cambio de la ley, que dificulta la atención”, asegura Begoña Monge Maíllo. “Nos está haciendo mucho daño”, reconoce.
Por eso Salud Entre Culturas también hace incidencia política, para que todo el mundo tenga la opción de acceder al servicio.