Pilar Guerrero
4 min readMar 21, 2017
Fuente: www.oaktreevintage.com/Reproduction_Music-Boxes.htm

El regalo

Al tomar la caja musical, Charlie supo que ese joyero rojo tenía algo que ver con él y con lo que le estaba pasando. Por primera vez ponía atención al mecanismo que hace que la caja suelte su melodía al abrirse y luego, se silencie al cerrarse. Simple y hermoso. Salió de la tienda pensando que le gustaría poder expresar lo que le pasa, como si tuviera el mecanismo de la caja musical. Caminaba entre la gente sintiéndose extraño, con algo atravesado entre la garganta y el corazón, con una de esas emociones que ni siquiera a los 40 años se logran entender rápidamente, cuánto menos a los 16. Con las manos en los bolsillos de la chaqueta, la mirada fija en un punto en blanco más adelante, avanzaba entre conocidos y extraños, sin poder dilucidar lo que le traía así. Se quedó de pie en la esquina esperando que cambie la luz roja y una niña pasó a su lado, golpeándole el hombro. “Lo siento”, le dijo, Charlie no contestó, pero al ver que se alejaba entendió por qué estaba así: su amiga Lucy, se marchaba de la ciudad, en una semana.

Avanzó hasta la florería, dos cuadras más abajo y luego dobló a la derecha, y subió la cuesta camino a su casa. Antes de llegar tuvo una idea. Le pareció genial. El regalo perfecto para Lucy antes de partir. La llamó desde su casa y quedaron en juntarse en una hora en el centro para conversar y tal vez tomar un helado. Conteniendo los nervios, llegó al lugar acordado y a los pocos minutos llegó Lucy. Se saludaron y Charlie la llevó hasta la tienda donde había visto el joyero musical. Ella iba entusiasmada, aunque no tenía idea de lo que podía pasar, un presentimiento le animaba a seguir a su amigo.

— ¿Viste la película “El Paciente Inglés”? — le preguntó Charlie cuando entraban a la tienda.
— Creo que sí, es antigua esa película — respondió Lucy.
— Recuerdas el regalo que Singh le hizo a Hanna? Cuando la lleva a ver las pinturas…
— ¿En la iglesia?
— Sí, en la iglesia. Aunque en realidad no le regaló las pinturas, le regaló el momento, no podía regalarle las pinturas —, trató de explicar y se puso nervioso.
— Claro, y ella le dice volverá a ver sus pinturas — agregó ella con tono gentil. — Exacto, entonces, ahora te quiero dar un regalo como ese, que no te puedes llevar, pero que será siempre tuyo — y apenas dijo eso, se preguntó si había dicho lo correcto.
— Básicamente, quieres darme algo que no me puedo llevar…
— Espera, te llevas algo que no es tangible — y al decir eso creyó que ya no tenía vuelta su error.
— Cuál es el regalo? — preguntó ella tratando de ayudar.
— Escucha — le dijo y abrió un joyero musical que no tenía bailarina, sino un espejo. — Mira adentro con cuidado, ahí está mi regalo, que en el fondo no es otra cosa que el mejor regalo que me han dado en este tiempo.

Lucy no estaba muy segura de entender la idea del regalo, pero había algo encantador en su esfuerzo por explicarse. Al mirar el joyero se ve reflejada en el espejo rectangular y sonríe.

— Mi regalo es decirte que tú eres mi regalo. Hoy nadie dice esas cosas, tal vez no se atreven — dijo Charlie mientras la miraba a los ojos.
— Tal vez no lo saben explicar — dijo ella bajando la mirada y se quedaron en silencio un rato.

Hay veces en que uno mira y cree ver. Otras veces puede ver sin mirar. Y hay otras veces, en las que uno mira y se deja ver, entonces, el silencio se llena de la historia que se cuentan los corazones, a través de la mirada. Los momentos como esos son eternos.

Salieron de la tienda y se fueron a tomar un helado. Una semana más tarde Lucy dejó la ciudad. Charlie siguió buscando metáforas para explicar lo que le ocurría en la vida, y ella se volvió coleccionista de cajas musicales.

Con los años se casaron.

Pilar Guerrero

English teacher,coffee and story lover, I appreciate a well written text as much as good espresso. También escribo en español, mi lengua materna.