18. Hoy os contaré mi historia

En breve
4 min readFeb 15, 2017

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Creo que la fecha de hoy, 15 de febrero, no se me olvidará nunca. Es la fecha en la que hace cinco años mi vida dio un giro de 180 grados, completamente inesperado.

El 15 de febrero de 2012 fui despedida en el marco de un ERE junto a otros compañeros. En general, no nos gustan demasiado los cambios y así me ocurrió a mí. Me resistí con todas mis fuerzas, luché, protesté y me hice a la idea de que la justicia acabaría poniendo las cosas en su sitio. Fue un despido muy injusto, ajeno a razones objetivas, aunque tratase de justificarse así. Cinco años después, ni siquiera se ha celebrado todavía mi juicio.

Pero, como dicen, el tiempo lo cura todo. Un día decidí pasar página y ahora miro al futuro de un modo completamente distinto. Con esperanza y optimismo. Con ilusión. Es cierto que en estos años he tenido que renunciar a algunas cosas, casi todas en el plano económico. Y el dinero es muy importante en la vida. Solo puede negarlo un necio o quien no haya sufrido nunca dificultades.

Pero hay otros aspectos al menos tan importantes y que, a menudo, en nuestras azarosas vidas -plagadas de ocupaciones y preocupaciones- no solemos reparar. El tiempo es uno de ellos. El dinero, el poder, la influencia, la posición… vienen y van. Un día estás arriba, diriges equipos, tomas decisiones, viajas, te relacionas con personas que juzgas importantes, y al día siguiente te ves cruzando la puerta de un lugar que durante años fue tu segunda casa, con una caja de cartón en la que cabe todo lo que durante años constituyó el centro de tus sueños, ilusiones, esperanzas…

Quienes se encuentran en la cima, o simplemente disfrutan de una vida cómoda y muy estable, ni siquiera son conscientes de lo cerca que se encuentran del abismo. Del abismo del cambio. Pero la vida es cambio, transformación. Nada es inmutable, nada permanece. Y así debe ser. La evolución es positiva. Nos permite avanzar y mejorar.

Es la capacidad de adaptación a esos cambios la que marcará la diferencia.

En ese difícil camino que nos lleva a sobreponernos a las adversidades debemos poner nuestro empeño y nuestro esfuerzo. Quizá una mano inesperada se tienda ante nosotros, quizá sea una zancadilla traicionera la que nos haga retrasarnos, aunque no detenernos.

Quizá no seamos conscientes, pero la suerte siempre jugará un papel fundamental. Hay personas con más suerte y otras con menos. Eso puede marcar la diferencia, pero es más fácil encontrar nuestra fortuna si la estamos buscando.

Hoy miro hacia atrás. Contemplo cinco años de mi vida y no veo un lustro perdido. Apenas si me fijo en el recorte de gastos, en los viajes que ya solo hago en mi imaginación, en los dedos que se me quedan blancos mientras se mueven sobre el teclado en un hogar con la calefacción racionada, en quienes un día creíste amigos y poco a poco dejaron de llamarte…

Apenas veo nada de eso. En cambio veo un tiempo plenamente aprovechado, disfrutado, exprimido hasta el máximo, aunque quizá no de la forma que muchos juzgarían convencional. Veo decenas de libros que por fin conseguí leer tras años acumulando polvo en su estantería, cientos de buenas películas que atiborraban el disco duro y por fin recibieron la atención que merecían, cursos variopintos, por fin un máster en camino, un trabajo maravilloso en el que conocí a gente estupenda -aunque vino y se fue- un proyecto periodístico propio que me dio grandes alegrías aunque no demasiados cuartos. Por fin reuní el tiempo y las fuerzas necesarias para lanzarme a escribir. Lo segundo que más desea quien ama intensamente los libros y las historias en ellos encerradas. (Quizá sea lo primero, no lo sé).

Y sí, sobre todo, Internet. Mi nuevo amigo y gran aliado en estos años sombríos. Él, o ella (que así lo admite la RAE) me ha permitido encontrar nuevos compañeros en este nuevo camino, establecer nuevas relaciones, me ha proporcionado lecturas inagotables, alimento para el alma. Información permanente, conocimiento en vena, aunque quizá de una forma un tanto heterodoxa, caótica y desordenada.

Hoy, 15 de febrero de 2017, sé muchas más cosas que antes. SEO, marketing, redes, aplicaciones, análisis de datos, herramientas, programas, diseño, edición, tecnología, transformación digital, tendencias de trabajo futuras… En ello, entre otras miles de cosas, me he formado, como digo anárquicamente, durante estos años.

Y gracias a ello ahora trabajo en la puesta en marcha de mi nuevo proyecto, que desvelaré dentro de algún tiempo. Lo más importante de todo lo que he aprendido es la conciencia de cuánto me queda por saber, por conocer, por estudiar… En ello estamos, y no cejaremos.

En todo caso, hay una lección que no aprendí en la red. En ocasiones la vida puede ser muy injusta. Puedes ver como un político decide tu despido y el de otros muchos excusándose en la crisis económica. Quizá más tarde veas como ese mismo político sale detenido por esa misma puerta por la que te echó, acusado de llevarse esa pasta que no había para pagar tu sueldo y el de otros. Y no pasará nada. Él permanecerá en la calle largos años esperando su juicio… al igual que tú, o, mejor dicho, que yo. Verás como la Justicia en la que creías, o de la que dudabas, está completamente ciega.

El mundo es injusto. Más de lo que creemos. Y mucho más para otros en los que apenas pensamos. Es nuestra responsabilidad seguir adelante a pesar de esa injusticia, aprovechar en tu beneficio lo que un día creíste que era un mal sueño. Es nuestra responsabilidad darle la vuelta a la situación. Está en nuestras manos aprovechar ese tiempo que nos fue regalado y no volverá nunca.

Yo lo he hecho.

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En breve

Algunas reflexiones sobre los pequeños acontecimientos de la vida diaria. Por Angélica García, periodista