Disrupción (VII)
Subes al cuarto y te pones el uniforme de la banda. Ese traje azul con la corbata y el saxofón realza tu figura. Sales de casa y te fijas en las banderas españolas que pueblan los balcones de las casas, incluido el tuyo. Están ajadas, faltas de color. Sientes, también, que las aceras se encuentran más sucias que de costumbre y te das cuenta de que en Yepes las cosas van a peor. Al poco, observas que la gente con la que te cruzas te mira. Tú mejor que nadie sabes lo incómodo de esas miradas en los pueblos. Te aseguras de que no tienes la cremallera bajada y al devolverles la mirada se darán la vuelta disimuladamente, como si la cosa no fuese con ellos.
Llegas silbando a la Plaza Mayor y te encuentras con Cipriano. Le saludas, pero él hace que no te ha visto. Cipriano es un nombre terrible pero hay muchos en Yepes. A la gente le debía hacer gracia poner el nombre del protagonista de la obra de Calderón de la Barca El mágico prodigioso. Resulta que Calderón tenía una relación cercana con Yepes y esa obra se estrenó en esa misma Plaza Mayor, no recuerdas en qué siglo. En el pueblo nadie sabe de literatura salvando quizás al padre Trillo pero El mágico prodigioso la conocéis todos después de la tabarra que os dio Herminia, la profesora de lengua. En ella, Cipriano hacía un pacto con el demonio y vendía su alma para conseguir el amor de una dama. Con esos pensamientos rondando por tu cabeza, te tocan la espalda. Es Miguel.
— ¡Parece que todo sigue en su sitio!, me alegra verte bien — te dice.
Tú a él, sin embargo, le ves desmejorado, como si no hubiese dormido en toda la noche.
— ¿Todo bien? — preguntas.
— Bueno, lo de siempre con Clara, ya sabes… — dice apesadumbrado.
Siempre están discutiendo y no entiendes por qué siguen juntos.
— Deberías dormir más y poco a poco verás las cosas con perspectiva.
Se te ocurren consejos mejores pero en este momento no tienes ganas. Por suerte para ti, al poco llegáis a la nave de la banda y evitas que te cuente el detalle de sus problemas con Clara.
