De Joel a Clementine

Construcción de los personajes de ‘Eternal sunshine of the spotless mind’ (Michel Gondry, 2004)

Rebeca Gracia
14 min readOct 25, 2017
Joel y Clementine en ‘Eternal sunshine of the spotless mind’ (Michel Gondry, 2004)

Seguro que tenéis una película que os obsesiona, esa película a la que recurrís una y otra vez cuando no sabéis qué poner en una noche cualquiera y a la que le habéis dado mil vueltas para poder diseccionarla y entender exactamente por qué os fascina tanto. Seguro que también habéis hablado de ella hasta hartaros a vosotros mismos y a todos los que os rodean. En mi caso, esa película es Eternal sunshine of the spotless mind (Michel Gondry, 2004).

Después de mucho analizarla y trabajarla, siempre he llegado a la misma conclusión: Eternal sunshine of the spotless mind es especial para mí y resultó tan relevante dentro del panorama del cine independiente romántico (a día de hoy, su influencia narrativa y visual aún puede verse a lo largo y ancho del género), entre otras cosas, porque es una película cuya existencia es casi imposible de concebir.

Me explico: en un contexto como el cinematográfico donde el trabajo colectivo es esencial, siempre elevamos una figura por encima de las demás como principal responsable de todo lo que vemos en pantalla, aquella capaz de dejar la mayor impronta en la obra final, marcando totalmente el territorio con su “estilo propio”. Desde que los franceses de la Nouvelle Vague llegasen a finales de los años 50 y principios de los 60 con su teoría de autor, esa figura ha sido reclamada por el director o la directora, lo que ha mantenido relegada y maltratada industrialmente a la figura del guionista hasta hacer, en muchos casos, que parezca un trámite incómodo en lugar del creador del texto base sobre el que se sustenta el relato fílmico.

No obstante, en este mismo contexto, toda una serie de escritores y escritoras han logrado situarse como autores plenos de aquellas películas que guionizaban, principalmente por tener, en la mayor parte de los casos, un mundo autobiográfico explícito en la diégesis que ninguna otra figura del entramado industrial podría haberse apropiado. Entre ellos siempre ha estado el norteamericano Charlie Kaufman, guionista de Eternal sunshine of the spotless mind. Por su parte, la personalidad creativa desatada del director francés Michel Gondry ha sido imposible de contener incluso en el mundo del videoclip musical. Estamos, pues, ante una película creada a partir de dos figuras autorales fuertes y autónomas, muy específicas y con estilos muy marcados, que han expuesto abiertamente sus mundos interiores en cada una de sus obras audiovisuales previas y posteriores.

De esta forma, a priori parecería improbable hallar un equilibrio de formas entre dos de los autores más marcadamente individualistas que dio el cine norteamericano de principios de los 2000. Y, desde luego, ese equilibrio no fue visto ni se le esperó en su anterior colaboración, Human Nature (Michel Gondry, 2001). Sin embargo, Eternal sunshine of the spotless mind es, precisamente, una obra donde las posibilidades de la colectividad creativa se ven plasmadas hasta dar como resultado una película que respeta profundamente las inquietudes y los mundos diametralmente opuestos de director y guionista de manera que puedan reconocerse sus discursos propios y, a la vez, se esté generando un producto con entidad consistente y comprensible. Las identidades creativas de ambos autores permanecen y se combinan dando como resultado una de las películas más brillantes de las dos últimas décadas.

En ella, Joel (interpretado por Jim Carrey) descubre que su expareja, Clementine (interpretada por Kate Winslet), ha decidido someterse a un procedimiento médico para borrar todos los recuerdos asociados con su tormentosa relación juntos, y como respuesta él decide hacer lo mismo pero durante el proceso se da cuenta de que, en realidad, no quiere olvidarla.

Ahora me gustaría explorar esta idea de equilibrio creativo entre director y guionista por medio del análisis de la construcción de sus personajes protagonistas, Joel Barish y Clementine Kruczynski.

I. EL HOMBRE TRANQUILO DE KAUFMAN

Cuando a Kaufman le han preguntado alguna vez por las claras semejanzas que hay entre sus personajes cinematográficos, su respuesta suele ser que él los escribió y no le queda otra que dibujar sobre su propia vida y su personalidad cuando los crea, así que supone que sí se parecen entre ellos. También considera que siempre que escribes va a ser inevitablemente autobiográfico.

Sin embargo, como posteriormente desarrollaré en el caso de Gondry, Charlie Kaufman siempre crea el mismo prototipo de personaje. No es sólo que se parezcan entre ellos, es que todos son él.

(No aludiré a Confessions of a dangerous mind (George Clooney, 2002) porque el propio Kaufman no está conforme con el resultado de dicha película, así que para un análisis tan centrado en las particularidades de su trabajo no la tomaré en cuenta.)

Así pues, más allá de la timidez y los problemas en su interacción con las mujeres, los personajes de Kaufman suelen ser parcialmente infelices, a veces por completo. Es ahí donde reside la mayor distinción con respecto a Gondry. Los personajes del neoyorkino siempre están inmersos en un mundo monótono que parece no tener nada que ofrecerles, salvo problemas, como podría verse claramente en los protagonistas de Being John Malkovich (Spike Jonze, 1999), Adaptation (Spike Jonze, 2002), Synecdoque, New York (Charlie Kaufman, 2008) y, más recientemente, en Anomalisa (Charlie Kaufman, 2015).

Caden Cotard en ‘Synecdoque, New York’ (Charlie Kaufman, 2008)

Son hombres adultos que en casi todos los casos no parecen preocuparse de si sus problemas vienen arrastrados de muy atrás, ya que se ejemplifican como parte de lo que son ahora. La inmediatez de sus vidas es lo que caracteriza sus entornos, necesitados de algo que les dé sentido como entes individuales.

Para entender a sus personajes es necesario comprender, además, las aspiraciones de Kaufman, todas ellas de interés mucho más profundo en contraposición a lo que veremos a continuación para Michel Gondry. Sus personajes están inmiscuidos en problemas mucho más relevantes y trascendentales. En ese sentido, sus objetivos externos son totalmente secundarios a manos de la interioridad de los conflictos, que terminan exteriorizados de la manera más directa posible como un modo de trasladar ese encierro interior para que pueda implicar al espectador.

Así es como Kaufman trata de expresar que sus personajes acaben siendo presos de sus propias interioridades, de su propia mente. Igual que Joel Barish, protagonista de Eternal sunshine of the spotless mind, enterrado en sus recuerdos y queriendo escapar salvando lo que queda allí dentro relacionado con Clementine Kruczynski. Sin embargo, a partir de ahí se buscan para él distintos objetivos más asequibles, de manera que a la vez sea más fácil comprenderlos desde la premisa de interés general que puede tener el largometraje. Joel, tímido, con una vida aburrida y sin nada interesante, en realidad necesita encontrarse a sí mismo.

Joel en ‘Eternal sunshine of the spotless mind’ (Michel Gondry, 2004)

Además, Joel mantiene esa individualidad del interior de los protagonistas de Kaufman, de manera que el conflicto principal subyacente a la película tiene que ver con su propia percepción interior, confluyendo en una apuesta externa por medio de la huida junto a Clementine a través de los recuerdos desordenados de su relación sentimental.

II. LOS INMADUROS DE GONDRY

Tomando como punto de partida lo mencionado al respecto de los personajes de Kaufman, Joel tiene todas las características que a éste le interesa darle a un personaje, sirviendo, así, de vehículo, de recipiente base para que pueda rellenarse con ciertos detalles que le hicieran más interesante de cara a resultar atractivo para Clementine, protagonista femenina de la película. Alguno de estos detalles pueden entenderse un poco mejor al explorar los contrapuestos personajes que suelen ser protagonistas para Michel Gondry.

Exactamente igual que en el caso del guionista, Michel Gondry está muy influenciado por su propia personalidad y su propia forma de vida a la hora de crear personajes como Stéphane de The science of sleep (Michel Gondry, 2006) o Jerry de Be kind rewind (2008). Al contrario que los adultos y trágicos de Kaufman, estos personajes son mucho más jóvenes, no sólo física sino mentalmente. Inmaduros, excéntricos y enfrascados en asuntos menos trascendentales a nivel emocional, pero siempre muy individualistas.

Si tomamos como ejemplo al Stéphane de The science of sleep, un personaje palpablemente autobiográfico, podemos adentrarnos por completo en el universo propio del director: es un niño grande al que le preocupan cosas pequeñas. No hay para él enormes conflictos trascendentales y ni siquiera se plantea cuestiones a nivel identitario a pesar de vivir a caballo entre el mundo real y el onírico, completamente incapaz de distinguirlos llegado un determinado momento.

Stéphane en ‘The science of sleep’ (Michel Gondry, 2006)

Por otra parte, algo muy importante para los personajes de Gondry es su entorno más cercano. Así como en Kaufman el entorno, si es que está presente, es el que ayuda a generar los problemas o a mantenerlos, en el caso de Gondry funciona como apoyo, como vía de escape o para encorsetar todavía más a los personajes en el infantilismo. La madre de Stéphane en The science of sleep, la figura del mejor amigo en Be kind, rewind, así como la figura paterna en The Green Hornet (Michel Gondry, 2011), son claros ejemplos. Todo esto es de vital importancia para explorar el pasado de los personajes, como se hace con Joel en Eternal sunshine of the spotless mind al aportar una salvación o un bagaje emocional procedente, literalmente, de la infancia cuyas consecuencias se explorarán en la edad adulta.

No olvidemos tampoco que son los amigos de Joel quienes le informan de la decisión de Clementine de someterse al procedimiento de borrado de recuerdos asociados con él tras su ruptura, una acción que va totalmente contra la normativa del médico y los intereses de la propia Clementine y que detona la decisión impulsiva del propio Joel para hacerlo también. Esto, al menos hasta cierto punto y siempre desde la posición de Joel y no de su expareja, le da valor a quienes rodean al personaje y les hace partícipes de lo que sucede.

Por otro lado, ya he mencionado que el Joel de Kaufman en sí mismo espera verse completado con el Joel de Gondry, y es que, para enamorar a una mujer como Clementine, el personaje necesitaba algo más cercano al sentimentalismo del director. Así, Joel podrá tener una vida aburrida y ser un poco soso, pero está conectado con cierto lado emotivo e infantil de su personalidad y esto nunca hemos podido verlo (ni antes, ni después) en los personajes escritos por Charlie Kaufman.

Joel en ‘Eternal sunshine of the spotless mind’ (Michel Gondry, 2004)

A simple vista, son cosas que pueden pasar desapercibidas, pero hay que tener muy en cuenta que, más allá de su novedosa premisa de ciencia-ficción sobre el borrado de recuerdos, Eternal sunshine of the spotless mind es una película que explora la identidad y las relaciones de pareja, y, al contrario del titiritero de John Cusack en Being John Malkovich, Joel sí llega a tener una relación duradera con la mujer de la que está enamorado.

III. PIEZAS DE UNA MUJER: CLEMENTINE

Frente a un hombre como Joel Barish se nos presenta a una mujer impulsiva, independiente, diferente. Se cansa deprisa y nunca tiene suficiente de la vida, debe vivirla al límite. Colérica, extrovertida e imparable, necesita del reconocimiento emocional y de la comprensión de Joel más de lo que le gustaría admitir.

En este análisis expondré que existen tres versiones del personaje de Clementine Kruczynski, interpretado por Kate Winslet, en la película: (1) la Clementine real, aquella a la que conocemos al inicio de la película con el pelo azul (ruina azul), que vuelve a reencontrarse con Joel en Montauk dentro de ese imparable bucle vital que los atrae como imanes, y que está destrozada porque su identidad se resquebraja y no puede recordar el motivo; (2) la Clementine recordada, aquella vertida a través de las experiencias subjetivas de Joel en su memoria durante el proceso de borrado de recuerdos (con el pelo verde y el pelo naranja); y (3) la Clementine ideal, una extracción falsamente autoconsciente de esa Clementine recordada por Joel procedente del primer estadio de la relación, es decir, el más feliz (con el pelo rojo intenso), y que, básicamente, forma parte de las proyecciones del ideal femenino que Joel tiene de ella.

Clementine en ‘Eternal sunshine of the spotless mind’ (Michel Gondry, 2004)

El porqué de esta división es muy sencillo, pues se relaciona directamente con las aportaciones que de manera individual parecen aplicar Charlie Kaufman y Michel Gondry a la creación del personaje.

Así, siendo una mujer tan poderosa, de algún modo, por encima de Joel, tan independiente que parece no necesitar a nadie, muestra muchos paralelismos con la figura femenina en los relatos de Kaufman en los que hombres tímidos y apocados necesitan de la ayuda femenina externa para salir de las tinieblas de infelicidad en las que viven. No obstante, parece que esa combinación nunca termina de cuajar en dichas historias porque siempre se da una clara desigualdad entre ambos miembros: sencillamente, ellas no están interesadas. Este tipo de mujer, según lo muestra Kaufman, está muy por encima de las posibilidades de hombres como el titiritero, Caden Cotard y como el propio Charlie Kaufman en Adaptation, y no van a someterse a sus intereses. Son imposibles, porque no parecen ver en ellos nada lo suficientemente atractivo como para mantener una relación sentimental y, mucho menos aún, para modificar su estatus de independencia. Y cuando sí lo hacen, como en el caso de Clementine, acaba saliendo de forma desastrosa.

Maxine Lund y el titiritero en ‘Being John Malkovich’ (Spike Jonze, 1999)

No obstante, esa visión de personajes infelices que tratan de mejorar su situación a partir de mujeres tan opuestas a ellos refleja la búsqueda de metas superiores como un intento de encontrar el objetivo que vaya a dar sentido a sus vidas. La idoneidad de colocar sobre los hombros de estas mujeres el peso de la solución definitiva a algo que está directamente ligado con las personalidades masculinas de los protagonistas ya es otra historia y no parece especialmente justa, ni tampoco demasiado sana si hablamos en términos de una relación entre iguales. De esta manera, Clementine tiene para Joel Barish esa misma función en un primer lugar: es la promesa de movimiento en una vida monótona tras encontrarse en la playa de Montauk y colarse en la casa de David y Ruth Laskin. Pero el personaje no se queda ahí sino que se desdobla a partir de la visión que Michel Gondry, el director, tiene de la mujer.

Si comparamos los personajes femeninos de las películas de Gondry con los de Kaufman, podemos ver que no tienen demasiado en común. Son mujeres que, más o menos autónomas, no hacen hincapié en su estatus y en muchas ocasiones ni siquiera sabemos nada sobre sus vidas profesionales ni personales, como si su entidad sólo se diese en el aquí y ahora de los personajes masculinos. Y, por supuesto, se muestran dulces y cercanas con ellos. No suponen un ideal inalcanzable ni intentan serlo, pues están allí para apoyarlos abiertamente y aportar cierto equilibrio y moderación frente a las caóticas y excéntricas personalidades de los hombres. De esta manera, encajan de forma mucho más evidente en el rol tradicionalmente entendido como femenino.

Lenore y Britt en ‘The Green Hornet’ (Michel Gondry, 2011)

A partir de todo esto se genera el puzzle de Clementine, siendo una mujer a la que vamos a conocer en todo momento bajo la perspectiva de Joel y que funciona como un ideal que se desea conservar en relación a la etapa más próspera que vivieron juntos. Es entonces cuando se nota cómo la mano de Gondry estaba muy presente en lo tocante a la Clementine que Joel proyecta, con el pelo rojo, tratando de dar con la solución al procedimiento dentro de su mente: no es casualidad que el único objeto relacionado con Clementine del que Joel no pudo deshacerse en la película fuese el dibujo de ésta con cuerpo de esqueleto, pues el propio Gondry dibujó a su pareja como tal en un cortometraje y en una camiseta que en I’ve been 12 forever (Lance Bangs, Jeff Buchanan, Michel Gondry, Cyril Merle, Adrian Scartascini, 2004) utiliza como ejemplo del amor.

Dibujo de Joel en ‘Eternal sunshine of the spotless mind’ (izquierda) y dibujo de Michel Gondry (derecha)

En esta Clementine, Joel coloca todos los aspectos estereotípicamente feminizados y tradicionalmente entendidos como positivos: es comprensiva, dulce dentro de las posibilidades que un carácter tan fuerte como el suyo permite (casi transformándola, en muchas ocasiones), y acompaña al personaje masculino en todas sus decisiones referentes a la salvación de la pareja en esa carrera contrarreloj durante el procedimiento técnico de Lacuna. Joel no quiere salvar a la Clementine real, sino a la proyección que de ésta tiene y que se nutre de la mujer con la que pasó los primeros meses de la relación. Esto pudo verse nuevamente en el cine de Michel Gondry, pues se basó en este mismo concepto para recrear a la Stéphanie irreal de The science of sleep, aquella que permanece con el protagonista en su mundo de sueños y que actúa también como él necesita, llegando a disculparse por lo que su alter ego le hace en el mundo real.

Stéphane y Stéphanie en ‘The science of sleep’ (Michel Gondry, 2006)

Así pues, podría parecer algo totalmente aleatorio incluir estos dos aspectos, sin embargo, la Clementine de Kaufman no podría sobrevivir sin la Clementine de Gondry (y viceversa), porque es ésta última la que huye junto a Joel en su mente. Al no tratar de detener el proceso, Joel nunca adquiriría lo necesario para volver a encontrarse otra vez con Clementine, ahora ya en persona, en Montauk. La importancia que ha tenido en su vida, hasta el punto de que Joel parece incapaz de encontrar un sólo recuerdo en el que ella no esté incluida, es el revulsivo necesario para que todo tenga lugar y para que reaccione y se dé cuenta de que él no es impulsivo y no debería haberse sometido a los trabajos chapuceros de Lacuna contra su propia memoria. Es decir, Kaufman y Gondry deciden otorgarle a Clementine el papel más importante en la vida de Joel: le dan todo el sentido de conexión en su propia identidad y el poder para conservarla intacta. Ella es la clave, la única que puede ayudarle a escapar y salvar lo que quede de sí mismo.

Sin embargo, como espectadores no sabemos nada de la propia Clementine a nivel individual, realmente. Todo lo que acabo de exponer procede mayoritariamente de la visión subjetiva de Joel extraída de sus recuerdos y, cuando la vemos en la actualidad y en el mundo real, su misma identidad se ha visto deteriorada tras su correspondiente borrado de recuerdos y está destrozada, totalmente en pedazos. Para colmo, está siendo acosada por Patrick, personaje interpretado por Elijah Wood, uno de los trabajadores de Lacuna que decide aprovechar su posición de poder con respecto a una desmemoriada Clementine utilizando la información del procedimiento técnico al que se está sometiendo Joel para, así, recrear momentos exactos de su relación pasada y engañarla. Esto está generando fallos en el procedimiento que Clementine ya ha atravesado y está disparando recuerdos borrados, sumiéndola en el desconcierto y la ansiedad.

Clementine en ‘Eternal sunshine of the spotless mind’ (Michel Gondry, 2004)

En definitiva, nuestro acceso a Clementine se ve limitado por las proyecciones que tres hombres (Joel, Michel Gondry y Charlie Kaufman) tienen de lo que ella habría sido o debería haber sido en el pasado. Y, aún así, es un personaje fascinante. Es fascinante porque, cuando nos abstraemos de su visión idealizada creada a partir de deseos masculinos específicos sobre la feminidad, sigue habiendo una mujer real ahí debajo. Una mujer rota pero no vencida, cuya vida está totalmente patas arriba y que todavía tiene mucho por caminar, mucho por descubrir y mucho por mejorar tanto en su relación consigo misma como en cualquier relación que pueda llegar a tener con Joel a partir de ese último encuentro en el pasillo. La Clementine real, con su ruina azul en el pelo, nunca será perfecta y tampoco necesitamos que lo sea.

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Rebeca Gracia

Comunicadora audiovisual, investigadora, analista cultural y programadora cinematográfica especializada en representación de género y cultura popular.