La historia de Ginghis Khan, el conquistador de las estepas.
A principios del siglo XIII, los ejércitos mongoles, liderados por Ginghis Khan (Genghis Khan o Genghis Khan), fueron protagonistas de una de las expansiones militares más importantes de la historia. En unos 25 años, los mongoles conquistaron gran parte del norte de China, donde entonces se encontraban el reino Xi Xia y el imperio Jurchen, y destruyeron el imperio Chorasmia, ubicado en Asia Central.
Los sucesores del gobernante mongol continuaron sus conquistas y en pocos años amenazaban a países tan lejanos como Egipto y Japón.
A primera vista, la asombrosa expansión mongola es difícil de explicar. Los pastores nómadas eran ciertamente guerreros formidables: su estilo de vida los había convertido en excelentes jinetes y arqueros, y el duro clima los había acostumbrado a soportar los rigores de la vida militar.
Pero ninguno de los pueblos nómadas que los habían precedido como conquistadores de las estepas había tenido tanto éxito como el suyo. Por el contrario, los ejércitos de Ginghis Han no pudieron aprovechar ninguna ventaja tecnológica sobre sus predecesores.
De hecho, su arma principal, el potente arco compuesto, difería muy poco del utilizado por los escitas más de 2.000 años antes. Por otra parte, la organización del ejército mongol, estructurado en unidades de 10, 100, 1.000 y 10.000 hombres, tampoco era nueva, habiendo sido utilizada por diversos pueblos nómadas desde los Xiongnu, fundadores del primer imperio mongol, lo había adoptado por primera vez en el siglo III a.C.
Un elemento crucial para comprender este éxito es el papel de Ginghis Khan. Fue uno de los mejores generales de su tiempo y, con razón, se le considera el mayor conquistador que jamás haya existido.
Su estilo de vida convirtió a los nómadas en excelentes arqueros y jinetes.
Las conquistas de Ginghis Khan incluyeron dos de los estados más poderosos de su época: los imperios Jurchen (o Imperio Dorado) y Chorasmia. Sus feroces batallas resultaron en otras tantas victorias: contra el reino Xi Xia en Keyimen (1209); contra los Jurchens en Fuzhou (1211), Xijiang (1212) y Yizhou (1213) y contra los Khorasmians (Kwarezm) en el río Indo (1221).
Además, durante esos años, otros ejércitos mongoles liderados por un grupo de subordinados talentosos como Jebe, Subutei y Muqali infligieron otras aplastantes derrotas a los mismos enemigos. Y son estos hombres los que nos recuerdan otra clave del éxito de Ginghis Khan: el establecimiento de la meritocracia en el ejército o, en otras palabras, la selección de hombres a los que se les confiarán funciones de responsabilidad basándose en sus capacidades y cualidades personales en lugar de en su pertenencia a la aristocracia mongola.
Sin embargo, Ginghis Khan no sólo tenía a su disposición un gran grupo de excelentes subordinados: también le eran absolutamente leales, incluso hombres como Jebe, que había matado con una flecha el caballo de Ginghis Khan durante una batalla, o personas que habían sido suyas. enemigos y a quienes había perdonado.
Fue el carisma del conquistador mongol lo que le valió la lealtad incondicional de sus soldados, como cuando, tras una confusa batalla contra Taichiud, una tribu mongol que se negó a reconocerlo como Khan, fue gravemente herido en el cuello en el campo de combate. y fue salvado por el general Jelme, uno de sus mejores guerreros, quien cuidó de él.
Guerreros disciplinados
Otro pilar del ejército de Ginghis Khan fue el establecimiento de una disciplina extremadamente dura. En 1202, antes de una expedición para vengar a los tártaros que habían matado a su padre 40 años antes, el conquistador mongol dio a sus tropas esta orden precisa: “Si vencemos, que nadie se apodere del botín, para ello se dividirá en partes iguales”. más tarde; y si tenemos que retirarnos, volvamos al lugar de donde salimos, una vez que estemos nuevamente en formación, ataquemos nuevamente con impulso.”
“Cualquiera que no vuelva a la formación será decapitado”. De esta manera, eliminó una de las principales debilidades de los ejércitos nómadas: a menudo, después de ganar una batalla, los guerreros saqueaban el campamento enemigo, permitiendo así que los vencidos huyeran.
A menudo los castigos eran colectivos. Según Giovanni da Pian del Carpine, el misionero franciscano que visitó el imperio mongol 18 años después de la muerte de Genghis Khan y que puede ser considerado el primer europeo en establecer relaciones diplomáticas con Oriente, si algún soldado en una unidad de diez hombres ( Arban) huyó en la batalla, fue ejecutado junto con sus camaradas, y si todo un arban huía, la unidad de cien soldados (yaghun) de la que formaba parte era ejecutada.
Los mongoles también se distinguían por su gran adaptabilidad, mostrando una notable propensión a probar nuevas estrategias ante situaciones desconocidas. Quizás el área donde esta habilidad fue más notable fue la guerra de asedio, el gran problema de muchos ejércitos nómadas.
Durante el primer asedio de una gran ciudad fortificada, Xingzhou, capital del reino Xi Xia, atacada en 1209, el ejército de Ginghis Han, sin dispositivos de asedio ni conocimientos técnicos, intentó demoler las murallas de la ciudad desviando el curso de un río para para destruir los cimientos. Las fuertes lluvias hicieron que el río se desbordara, inundando finalmente el campamento mongol, pero su determinación convenció al rey Xi Xia de rendirse y entregarles la capital del reino.
Sin embargo, los mongoles se adaptaron a este tipo de guerra en el norte de China en la guerra contra los Jurchens. Durante la primera campaña de 1211, sólo lograron capturar ciudades pequeñas o débilmente defendidas, principalmente mediante ataques sorpresa.
Sin embargo, en años posteriores desarrollaron un poderoso sistema de asedio simplemente reclutando a miles de desertores chinos, quienes trajeron el conocimiento técnico e incluso las máquinas de asedio de las que carecían los mongoles. En este caso, la adaptabilidad se combinaba con la meritocracia, que no se aplicaba sólo a los mongoles: cualquiera podía servir en el ejército de Ginghis Khan, ya fuera un humilde pastor de estepa con capacidad de liderazgo o un desertor chino con los conocimientos necesarios en el ámbito del asedio. guerra.
El terror como arma
El componente más controvertido del estilo de guerra mongol fue el terror. En sus conquistas de estados, Ginghis Khan implementó deliberadamente una política de miedo, difundida a través de la violencia. Sin embargo, esta práctica no fue la acción descontrolada de unos “bárbaros” sanguinarios, sino más bien una herramienta calculada para facilitar las conquistas: cuanto más resistencia ofrecía una zona, más cruel era la conducta de los mongoles, y los supervivientes aterrorizados. represalias, que los mongoles a veces dejaron escapar, fueron los portadores involuntarios del mensaje de que cualquier resistencia contra el enemigo era completamente inútil.
Al verse ampliamente superados en número por las poblaciones subyugadas, los mongoles no podían permitirse el lujo de dejar grandes guarniciones para proteger las zonas problemáticas, razón por la cual optaron por el exterminio.
Finalmente, las campañas lideradas por Ginghis Khan son impresionantes y, junto con las conquistas del Islam, constituyen algunas de las mayores expansiones militares jamás vistas en la historia.
Un imperio destinado a durar
Sin embargo, la grandeza de Ginghis Khan no se limitó al ámbito militar. El gobernante mongol sentó las bases del nuevo imperio, organizando la administración y encomendándola a consejeros y funcionarios de los territorios conquistados (de nuevo meritocracia), dando continuidad al enorme Estado que creó.
De esta forma evitó que todas sus conquistas quedaran en una gigantesca operación de saqueo y logró convertirlas en la base de lo que, en pocas décadas, bajo el liderazgo de su nieto Möngke Khan, se convirtió en el mayor imperio de la historia.