Ojalá
En la casa no cae agua. No sé qué día de agosto cumplí un año de vivir aquí. Es una zona menos bonita que la anterior, pero tiene una ventaja que compensa bastante bien la apariencia menos agraciada: el agua nunca falta. Hasta hoy.
En este más de un año nunca había faltado ni una vez. Los vecinos de la izquierda dicen que tienen veintitantos años de vivir acá y que el agua no falla. Con los vecinos de la derecha nunca he intercambiado más de dos o tres saludos. Y no, esta no es una metáfora política. Es la verdad. Tener agua las 24 horas del día, los siete días de la semana, es una fantasía casi sexual para la mayoría de personas que habitan este pedazo de tierra tropical. Y debo aclarar que esta zona clasemediera donde vivo no es ni por joder una zona top. Es clasemediera por la misericordia de dios, de cualquier dios. Es clasemediera como yo: a un estornudo de distancia de caer en la categoría inmediata inferior.
De todas formas, los de la izquierda me mintieron (esta mierda ya sí va pareciendo metáfora política, pero ni modo): hoy en la casa no cae agua. ANDA, la empresa estatal que provee el servivio en la zona, avisó desde ayer que no iba a haber. Yo no hice nada para prepararme. En mi defensa, es poco lo que podía hacer. La pila está jodida y no tenemos cumbos grandes para almacenar el agua. Es que cuando el agua cae todo el día, todos los días, uno se acomoda.
Pero no me tomé la molestia de abrir de nuevo Medium, no concreté meses de estar pensando en cómo volver a escribir para mí, solo porque en la casa no cae el agua.
Lo hago por dos razones: porque tengo insomnio y porque desde hace unos meses tengo la necesidad de escribir un correo que no me animo a escribir. Es un correo para ACB. Así le vamos a llamar, porque tampoco quiero quemar a nadie y porque si la persona que responde a tan pobre alias lo llega a leer, estoy seguro que va a saber reconocerse. No voy dar detalles de mi relación con la persona (y me cuido de llamarle persona para no dar mayores pistas), pero sí voy a decir que es alguien con quien tengo, por lo menos en mis cuentas, unos seis años de no hablar, de no saber nada, de no intercambiar pero ni el más mínimo gesto virtual. No nos alejamos por pleitos, nos alejamos porque así es la puta vida adulta, ingrata. Y era alguien con quien disfrutaba hablar, por si alguien considera la aclaración importante.
El correo que le iba a escribir era para contarle cosas de la vida, deshagorme y, quizás, de perdida contarme algo a mí mismo que quizá no sabía que tenía ahí guardado. No pretendía reestablecer ningún vínculo, solo mantener viva cierta conexión estimulante con cierta parte de mi vida que me sigue pareciendo interesante. Ok, creo que ya me pasé de misterioso.
En fin. Hace menos de una hora estaba aquí mismo en la cama, con la luz apagada, sintiéndome mal por no poder dormir, cuando, sin darme cuenta, estaba redactando en mi mente el correo que le iba a mandar. Y una cosa llevó a la otra; una idea se amarró con otra; una manía se concatenó con alguna deficiencia mental, con una sinápsis malograda o yo qué putas sé, y terminé analizando que tengo muchos años de silencio. Muchos años ya, tres o cuatro, en los que no escribo cosas mías con la intención de que alguien las lea. No he dejado de escribir, aclaro. Mis sagrados alimentos dependen de eso; ni siquiera he dejado de escribir para mí. Llevo diarios personales que cada enero inauguro; este año incluso me tomé el atrevimiento de escribir un borrador de novela y ha sido el año que más consistemente he escrito. Pero tengo años de no garabatear alguna tontería en papel, enrrollarlo, ponerle un listoncito, meterlo en una botella y tirarlo al mar. Así que pensé que el correo a ACB podían ser una excusa perfecta para volverlo a intentar. Así que me dejé llevar.
Tuve que levantarme, agarrar la tablet, pendejear un rato para recuperar esta cuenta, descargar la app de Medium y ponerme a escribir. Por supuesto, todo lo que redacté en mi mente para el correo que nunca voy a mandar ya se fue para siempre, pero la intención quedó. Y la excusa.
(¿Se pueden escribir malas palabras sin que sancione Medium?, ¿cómo anda esta plataforma con la sensibilidad ética y estética del momento?).
Así que acá estoy, enrrollando el papelito, poniéndole el puto listoncito, metiéndolo en una botella y tirándolo al mar.
La próxima entrada de este tu blog de confianza va a ser una carta abierta (ya no correo, carta. Ojo con ese cambio semántico importantísimo) para ACB. Ojalá. Y ojalá que caiga el agua rápido.