Inicié mis estudios en sociología mientras terminaba mi primera carrera profesional en el área de la educación en Bogotá (Colombia). Durante mis trabajos de campo, disfrutaba sentarme a observar el cómo, el por qué y el para qué de cada interacción humana. El vendedor de helados sonreía más cuando un niño o una niña compraban sus productos que cuando una persona mayor lo hacía. Los hombres leían con más ahínco el diario que cualquier otra persona. Las mujeres iban siempre con más prisa que los demás transeúntes. El museo del Oro -lugar emblemático del país- se empezaba a llenar a entre las 11 y las 12 del mediodía. Los habitantes de calle pedían más pan que dinero… y así. Así pasaron algunos años en diferentes escenarios en los que me sentía cada vez más curiosa de comprender la importancia y el rol de cada persona en los diferentes escenarios de los diferentes lugares que me sentaba a observar.
Aprendí en ese entonces que toda sociedad históricamente organizada ha sido concebida gracias a la existencia y coexistencia simultánea entre los vínculos humanos que han dado cabida al progreso (concepto entendido como avance hacia un estado de mejora), lo cual significa que, en nosotros, como especie, recae la responsabilidad de ser y hacer por y para el otro.
En el momento en el que dejamos de ser parte de un todo, nos damos cuenta de que estamos perdidos, o más exactamente, fragmentados. Esto sucede en el día a día, cuando nos convencemos de ser autosuficientes para asumir en su totalidad las riendas de nuestra propia vida; pero casi inmediatamente nos damos cuenta de que más allá de esto y de manera continua, somos sorprendidos por circunstancias inesperadas que nos involucran y nos obligan a ser parte de ese conjunto de individuos comprendidos entre sí (es justo en este momento cuando más sentido cobra la noción de comunidad). De aquí que las relaciones inter e intrapersonales, así como sociales y psicológicas, se conviertan en determinantes claves para coexistir en entornos amables y acogedores.
Años después de haber terminado mis estudios universitarios, empaqué mis maletas y salí a buscar más escenarios donde pudiera aprender acerca de este tema que tanto me gustaba. Viajé de Bogotá a Vancouver (Canadá) y aprendí un nuevo idioma. Conocí decenas de personas de países diferentes, comidas diferentes, formas de interactuar diferentes y decidí que quería seguir volando. Regresé a mi ciudad natal unos años después y mágicamente el trabajo de mis sueños estaba esperándome a la vuelta de la esquina (otro día hablaremos de este trabajo en detalle), pero para resumir, viajé a más de 15 países de América, Europa y Asia y siempre encontré un denominador común: las relaciones humanas no se detienen. Estamos sujetos a un constante movimiento de dar y recibir en todas sus formas.
En el año 2017 decidí establecerme en Barcelona y después de unos años, la vida me llevo a las puertas de un proyecto para mi tan innovador y transparente que al conocer a fondo, me encontré con una cálida bienvenida por parte de un equipo increíble acerca del cual quiero darles a conocer. Me hablaron acerca de proyectos sorprendentes, me hicieron partícipe de sus planes a corto, mediano y largo plazo y después de varias conversaciones y reuniones, me invitaron a hacer parte de su equipo como agente de comunidad y redactora ¡otro trabajo de los sueños que se me presenta como un gran regalo!
GroundInn es un lugar que proporciona ideas innovadoras, estrategias adecuadas y herramientas dinámicas que se trabajan de manera consciente y responsable, guiando los procesos en la creación de comunidades en línea y apoyando la gestión de proyectos a desarrollar en las mismas (recordemos que como parte de un todo, estamos sujetos a la responsabilidad de reconocer y crear espacios por y para el bienestar colectivo, empezando por el bienestar individual).
Su invitación se basa en un ideal que nos permita sostener y ser sostenidos por medio de una red que posibilite las acciones de compartir, intercambiar, interactuar y crecer de manera conjunta, estableciendo vínculos como herramientas de soporte que nos posibilitan fijar cimientos de contención para crecer conjuntamente, respetando siempre la interdependencia líderes comunitarios y participantes, así como la filosofía de cada equipo profesional.
La apuesta de este maravilloso proyecto se enraíza en el bienestar emocional de la comunidad, ya que creen firmemente en que un ambiente laboral sano, generará mayores probabilidades de éxito en la creación de proyectos de impacto positivo que permitirán cambios favorables a nivel global, social e individual.
¿Te sientes identificado con este modelo? Te invito a que te dejes encantar por esta increíble comunidad y te sorprendas gratamente con los resultados que podemos ayudarte a conseguir.
¡Felicidades y gracias por su valiosísima apuesta equipo GroundInn!
Salomé Arbeláez