Bautismo de Fuego

Como fui espiado en Argentina.

Santiago Siri
12 min readJan 19, 2016

Cuando era un bebé accidentalmente volqué café hirviendo encima de mi brazo izquierdo y me quemé hasta el hueso. A lo largo de mi vida vi la cicatriz en mi bicep como una marca de la curiosidad innata que me guió siempre. Mi madre reaccionó al instante poniéndome pasta de dientes y me llevó al hospital. Tenía 8 meses de vida. En la guerra existe una expresión que se usa para la primera vez que estas en una batalla: bautismo de fuego. El Che Guevara escribió sobre el suyo durante la Revolución Cubana en su diario personal y cartas a su familia:

… Me gustaría confesarte, papá, que en ese momento descubrí que realmente me gusta matar.

Un gran rasgo en común de los emprendedores es su inocencia. No saber realmente en que te estas metiendo hasta que estas adentro. De otra forma, nadie se atrevería a innovar: enfrentar la incertidumbre requiere de cierto grado de ingenuidad que se percibe en el optimismo eterno que caracteriza a todo fundador. Steve Jobs lo remarcó:

Manténganse hambrientos, manténganse inocentes.

La política es jugar con fuego. Algo que comprendí a medida que descubría como estaba siendo espiado en mi propio país por el Estado durante un régimen supuestamente democrático. Y no estoy culpando a ningun partido político en particular sino a las fuerzas más oscuras que no suelen mostrarse en los propios medios que pertenecen a los políticos.

El proceso de crear un partido político en Argentina, el Partido de la Red, me llevó a conocer a muchos ciudadanos con la vocación de querer impulsar cambios positivos en nuestra ciudad. Pero a medida que nos fuimos adentrando en las entrañas del sistema, esto también implicó conocer dinámicas que muchas veces sobrepasan la capacidad de uno para entender lo que está ocurriendo. El poder no se vuelve poderoso siendo inocente.

Las primeras situaciones extrañas fueron cuando aparecieron unas personas con actitudes extrañas a nuestras reuniones del partido. Un grupo de tres — llamémoslos Pedro, Alejo y Mauro, colectivamente apodados “los super agentes”—venían siempre con una actitud combativa. Usaban un discurso similar al nuestro pero con leves variaciones: mientras nosotros nos llamábamos Partido de la Red, ellos pretendían venir de un partido inexistente llamado Partido Emprendedor. La mayoria de nosotros no eramos politicos ni teníamos experiencia como activistas. Nos importaba mantener un dialogo respetuoso y tolerante dentro de nuestra diversidad. Pero los tres “super agentes” no eran tímidos para generar rispidez. Un miembro del partido me dijo que uno de ellos, Alejo, trató de sobornarlo mostrando 10,000 dolares en efectivo para obtener un lugar en la lista de candidatos. Se le explicó que este no era el lugar adecuado para eso.

Curiosamente estos personajes aparecieron cuando empezamos el proceso formal en el Tribunal Superior de Justicia para obtener el reconocimiento legal como partido politico. La ley requiere que presentemos 4000 adhesiones para poder participar de una elección y luego la afiliación formal de 4000 miembros si queriamos postularnos para sucesivas elecciones en la Ciudad de Buenos Aires. Sabiendo esto, Alejo apareció otro día con la extraña propuesta de 6000 firmas falsas. De nuevo, no era nuestra idea entrar a la política con intenciones de romper la ley.

En Agosto de 2013 despues de presentar 6500 firmas logramos la personería para poder participar de las elecciones de ese año con un dictamen de la Jueza Maria Romilda Servini de Cubría. Ella es considerada una de las juezas mas poderosas del país y supervisa todo lo relacionado a los partidos politicos (incluyendo algo relativamente chico como nuestro partido vecinal). Tuvimos una audiencia con ella antes de ser aprobados y hubo una cosa que llamo poderósamente mi atención: su despacho tenía cientos de pequeños buhos coleccionables. Todos mirándonos.

Cuando empezó la campaña, también empezó el acoso. Alejo abrió una cuenta de Twitter para el Partido Emprendedor y se dedicó a atacarnos constanemente a mi y a mis colegas todos los días. Incluso pretendiendo ser múltiples personas usando esa misma cuenta cuando era evidente que siempre era él. Y junto con Mauro y Pedro anunciaron una facción disidente del Partido de la Red que consistía de ellos tres y una pagina de Google Plus (leyeron bien). A esta altura uno ya está acostumbrado al trolling de las redes, pero estos ataques muchas veces se pasaban de la raya: publicaban mentiras sistemáticas sobre cada uno de nosotros apelando a prejuicios típicos de nuestra sociedad con el objetivo de generar dudas en aquellos que podrían estar interesados en nuestra propuesta pero no nos conocían personalmente. Acusarme por mi carrera como emprendedor era un ataque frecuente y trillado que desafortunadamente pareciera resonar bien en una sociedad todavía desconfiada y rencorosa con todo lo que parezca tener algún tinte empresarial. Los ataques llegaban al punto de contactar a cada uno de mis seguidores durante los dos meses que duró la campaña.

Un día decidí googlearlos y no llevó mucho tiempo descubrir que Pedro había sido condenado 6 veces por fraude y evasión de impuestos junto a su padre. Los tres eran caras comunes en otros ambientes políticos como el partido Libres del Sur y las comunas de la ciudad. En cada uno de estos lugares aparecian con la misma actitud conflictiva y la intención de generar división entre sus miembros. Cada vez que los veía en persona había algo turbio en su actitud que incluso no es común de ver en extraños. Siempre sospeché que cualquier condena que Pedro hubiera recibido, esta fue reducida siempre y cuando proveyera de sus servicios a ciertos intereses políticos. Después de todo, ser un estafador comprobado es una buena calificación para el trabajo de espiar a otros.

Una vez terminadas las elecciones de 2013 (obtuvimos 1.2% de los votos), el acoso terminó. Pero por poco tiempo. Sabían que teníamos un año para presentar las 4000 firmas de afiliados (por triplicado) requerida por la ley de la ciudad para participar indefinidamente o perderíamos nuestra personería jurídica. A medida que en Noviembre de 2014 la fecha límite para presentar estos formularios se acercaba, la cuenta del Partido Emprendedor manejada por Alejo se volvió a activar. De vuelta todos los días empezaron sus ataques constantes desde las 8am hasta tarde en la noche demostrando que hacer esto era su trabajo. Por supuesto intenté bloquearlo pero cada tanto veía a amigos responderle dado que también contactaba a todos mis seguidores. Un día me harté y decidí contactarlo.

Solo tenía su direccion de e-mail. Lo invité a tomar un café para hablar de nuestras diferencias y explicarle que sus fantasmas respecto a nosotros eran completamente infundados. Si hay algo que la experiencia me enseñó es que los conflictos se resuelven siempre con una charla personal. Hasta ese momento nunca había conocido a Alejo en persona (solo a los otros dos). Su respuesta no tardó en llegar. Vino con el mismo lenguaje psicótico que usaba en Twitter y un detalle llamativo:

Seguro, encontrémonos. Pero primero llamame: 15-XX00–0000 (lindo número, no?)

¿Quién carajo tiene un número con seis ceros seguidos? Hace poco le conté esta historia a un inversor veterano de Silicon Valley y desde el otro lado de la mesa me dijo sin dudar: “el gobierno”. Por supuesto tuve que llamar y corroborar si ese número era real. Para el momento en que recibí el e-mail estaba en Estrasburgo participando de un evento en el Parlamento Europeo. Pensé que llamarlo desde afuera sería más seguro que usando mi numero de teléfono. Asi que me conecté y marqué los seis ceros desde allá.

— Hola, habla Alejo. ¿Quién es?
— Hola Alejo, es Santiago Siri. ¿Tenés un minuto para hablar?
— Hola Santiago, dale. ¿Me llamas en 5 minutos?

Tenía una voz suave. El numero era real. Su pedido de llamarlo de nuevo en 5 minutos solo podía significar una cosa en retrospectiva: necesitaba tiempo para conectar una grabadora. A lo largo de la siguiente media hora tuve una de las conversaciones las bizarras de mi vida. Era evidente que Alejo tenía una técnica para marcar el ritmo de la conversación. Constantemente pasaba de halagarme a insultarme: “Fuiste capaz de construir un equipo increíble que puede transformar a la democracia; pero sos un empresario con una agenda oculta; pero todos en el Partido de la Red son muy capaces; pero lo que buscan son los contratos que tiene todo legislador; pero sos genial y me encanta la forma en que pensás; pero te odio por no dejarme ser parte de eso…” y asi. Nunca antes tuve una conversación de esa índole. Por momentos parecía guionado porque a su forma de hablar le faltaba cierta naturalidad. Pero la técnica funcionó: después de 30 minutos de escucharlo combinar halagos con insultos, me cansé y grité: “¡No me psicopatees más y decime que querés!”

Después de unos segundos de silencio, dijo:

— Tenés un mes para presentar las 4000 firmas para obtener la personería y sabemos que no llegas. Poné un millón de pesos en un sobre para Servini de Cubría y nosotros te damos un partido político que pueda participar legalmente en las elecciones del año que viene [2015].

Mi reacción inicial fue de shock y furia: “¿Eh? ¿Estás en pedo? ¿Que mierda te pensas que soy? ¿Te crees que para eso me metí en política?”. La conversación terminó ahí. Mientras pasaban los días y contaba la anécdota a mis amigos y colegas, pude empezar a construir la foto completa de lo que estaba pasando. Dudo que fuese literalmente un soborno para la jueza (de quien no tengo nada en su contra) sino más bien la intención de armar una carpeta sobre mi y poder presionarme con el audio de esa conversación en el futuro. Aquel momento me demostró la verdadera naturaleza del juego que intentábamos jugar. Cuando te metes en política todos te advierten sobre lo sucio que puede llegar a ser pero la verdad es que es incluso peor de lo que imaginaba. Este tipo de intimidación apunta también a debilitar psicológicamente para que no se insista con los esfuerzos para entrar a jugar. El acoso e intimidación, combinados con los intentos de dividir al equipo que éramos, son parte de un mismo plan ejecutado por la misma gente que pareciera trabajar para una entidad oscura proveniente de la Justicia Argentina.

En Enero de 2015, el asesinato del fiscal de la nación Alberto Nisman, quien acusó a la Presidente de negociar un acuerdo secreto con Iran garantizando el encubrimiento de los autores del ataque terrorista que ocurrió en el país en 1994, reveló el nivel de involucramiento que la Secretaría de Inteligencia (la agencia de servicios secretos conocida como la SIDE, nuestra propia CIA) tiene con la Justicia. El Poder Ejecutivo se mantuvo en una guerra silenciosa durante años con Jueces y la Corte Suprema porque sabe como esta agencia no es usada para preservar a nuestro país de ataques extranjeros tal como debería (no tenemos realmente ningún enemigo en el mundo) sino que es estrictamente aprovechada para espiar a ciudadanos y activistas de la misma manera que la Stasi lo hacía en la Alemania Oriental. Con el tiempo entendí que que nos enfrentábamos a una mafia institucionalizada y mi desconfianza por los políticos profesionales fue aumentando: solo aquellos jugadores que aceptan las reglas corruptas que el sistema exige son los que prosperan. No estaban armándome apenas un expediente, sino que también me estaban probando.

Cuando se llevaron a cabo las elecciones nacionales en Agosto de 2015, pude comprobar algunas cosas. A nivel nacional solo hay 18 partidos políticos que tienen el derecho a participar en elecciones. Por lo general solo 6 o 7 obtienen cobertura mediática y posiblidades concretas de competir por algo. Los partidos restantes son alternativas extrañas que poco importan para el ciudadano común. Uno de esos partidos era el Partido Popular que tenía como candidato presidencial a uno de los tres “super agentes”: Mauro (bueno, en el link aparece el nombre real). Y entre los candidatos a diputado también figuraba el nombre de Pedro en la lista. El infame grupo que buscaba infiltrarse en nuestro partido tenia plenos derechos sobre un partido político y estaban dispuestos a vender su sello por un precio si podían encontrar a un comprador potencial como yo. Alejo no estaba mintiendo durante nuestra conversación telefónica. Participar en una elección nacional es extremadamente dificil de lograr para cualquier partido político. Verlos como candidatos demostraba que sus conexiones en el Tribunal Superior de Justicia eran de suficiente peso.

Vivimos en tiempos donde predomina el cinismo y contar una experiencia de esta naturaleza no esta exenta de reacciones escépticas. Durante los 3 años que trabajé para que el Partido de la Red sea conocido en nuestra ciudad tuve dos ataques de pánico que fueron una consecuencia de las presiones e intimidaciones que enfrentaba constantemente. La paranoia es inevitable a medida que uno se sumerge en esta clase de ríos turbios. Todo lo que menciono acá fueron hechos que me ocurrieron directamente a mi ya que asumí la responsabilidad de proteger a un grupo más grande que debía estar enfocado en llevar un mensaje positivo a la sociedad. Tengo guardados todos los mensajes recibidos y son varios los testigos que me acompañaron durante algunos de los eventos descriptos. Si hay algo que sé, es que solo los paranoicos sobreviven.

La ideología es pan y circo: la herramienta perfecta para que los políticos se beneficien a costa del fanático que carece de opinión propia. Alimentar la narrativa de izquierda y derecha es la mejor forma para que cualquier sistema poderoso se mantenga tal como es. El único enemigo que debe combatirse con toda la fuerza es la corrupción. Y la corrupción no reconoce configuraciones ideológicas de ningun tipo. Es una propiedad que emerge en las ineficacias de todo sistema y apunta a tentar a sus mejores jugadores con la clase de pacto con el diablo que muchas veces percibimos en nuestros políticos.

No queda mejor opción que vencer a la corrupción si queremos ver a nuestras sociedades progresar. Poder viajar y conocer diferentes culturas me convenció que el gran rasgo en común entre los países que ofrecen una buena calidad de vida a sus ciudadanos es su bajo grado de corrupción. Las ideologías apuntan a distraernos del problema real, y si sos ideológico te estas mostrando dócil y predecible, propenso a ser manipulado fácilmente por el poder establecido. Las ideologías son impuestas por los mismos Césares que aspiran a gobernar sobre otros dividiendo y conquistando, sabiendo que mientras mejor repitas el dogma menos consideración vas a tener por sus acciones reales. Despues de haber vivido la experiencia de construir una táctica troyana para el Congreso de Buenos Aires con candidatos comprometidos a votar acorde a lo que decidamos todos por internet con el Partido de la Red (troyanos literalmente hablando), hoy tengo mis serias dudas sobre la idea de cambiar el sistema desde adentro. No me malinterpreten: los partidos ayudan a formar la conciencia política de la sociedad cuando tienen un mensaje claro para decir, tal como lo teníamos nosotros. Pero la historia que comparto acá no es poco común: conocí activistas del Partido Pirata en Europa que enfrentaron amenazas similares y vi cómo los movimientos ciudadanos que surgieron por la crisis global como Occupy o Podemos terminaron desapareciendo por el miedo a los liderazgos genuinos o fueron cooptados por políticos profesionales que fueron demostrando su destreza para ejercer la hipocresía a medida que modificaban su discurso con tal de mantenerse en el juego.

Necesitamos una nueva táctica, una que honre el verdadero potencial de los tiempos digitales en los que vivimos. Porque la verdadera revolución, esa que cambió la manera de ver todo lo que nos rodea, no llegó de la mano de una burocracia que tiene más de 200 años: vino de los bits y bytes que te traen estas mismas palabras. Power to the people puede comenzar a ser una realidad si dejamos de escuchar la voz dulce que se alimenta de encuestas y empezamos a preocuparnos por nuestra propia soberanía personal sin tener que pedirle permiso a nadie.

El gran arquitecto de San Francisco, Buckminster Fuller, lo dijo mejor:

En lugar de buscar cambiar lo que ya existe, es mejor construir un nuevo modelo que vuelva obsoleto al modelo existente.

La corrupcion es consecuencia de una esfera pública que en realidad no es tan pública: los acuerdos se concretan a espaldas de la ciudadanía, los votos son contados por unos pocos y las asambleas terminan beneficiando siempre a quienes tienen demasiado tiempo para perder hablando hasta el hartazgo (los que venden ideologías). Los que hablan jamás hacen.

Internet necesita crecer mas allá de la revolución cultural que transformó al mundo en las últimas décadas hacia un horizonte que permita al globo conectarse del todo. Estamos ante la víspera de nuevas tecnologías facilitan la intermediación descentralizada de la confianza y la creación de instituciones puramente digitales. Internet no conoce de fronteras, ni exige permisos y está en las manos de todos nosotros. Esta abriendo nuestras conciencias para comprometernos con desafíos imposibles de resolver por las Naciones-Estado como el calentamiento global, los refugiados y la desigualdad por nombrar algunos. Es el ágora global de todas las generaciones venideras.

Un paso en la dirección de construir poder entre pares es hacía donde apuntamos con democracy.earth: Unite. Incluso si sos uno de los tres “super agentes”.

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