“Como nene con chiche nuevo”: Resignificar la privacidad

Sebastián Bortnik
5 min readJul 22, 2019

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Escribí este texto hace unos meses para colaborar con la publicación "Ideas para la Argentina del 2030", que fue editado por el proyecto Argentina 2030. El libro se puede descargar gratis acá, y hay 49 ideas seguramente igual o más interesantes que esta, la mía, donde elegí hablar sobre un tema que me inquieta y que, por qué no, quizás en unos días dejo una versión más extendida y sin la limitación de caracteres con la que escribí esta, hay mucho para escribir sobre el tema. Ahí vamos…

“Como nene con chiche nuevo”: Resignificar la privacidad

Cuenta la actriz argentina Griselda Siciliani, durante el 2018, que su propia hija, de tan solo seis años, le consultó por qué la vendedora de un local de ropa la había saludado mencionando su nombre. Ante la confirmación de la madre de que se debía a un video publicado en Instagram, la niña reaccionó: “Yo no quiero aparecer más ahí”.

La vedette Victoria Xipolitakis hizo un llamado al 911 a finales del mismo año, solicitando ayuda en su hogar por una situación de violencia doméstica. El audio de la comunicación llegó a los medios, que pusieron el tema en primera plana y discutieron la situación. Días después, la mediática declaró que “fue algo de pareja”, “son cosas íntimas […], solo fue como un pedido de ayuda para ese momento”, y completó: “son cosas íntimas y pedí por favor que no se difunda”.

Este tipo de situaciones, comunicaciones privadas (muchas a través de WhatsApp) que se filtran a los medios o se viralizan y se convierten en “la noticia del momento” se han vuelto cotidianas, sin ningún tipo de debate sobre por qué una comunicación privada se convierte en pública. En un hogar cualquiera del país, un hombre comparte en el grupo de WhatsApp con sus amigos el último video íntimo de una joven famosa, que también está siendo comentado en todos los medios. Luego, saca fotos con su mujer a su bebé recién nacido y le crean un perfil de Instagram para ir subiendo el minuto a minuto de su crecimiento. Algún día cuando sea grande podrá decidir si quiere esas fotos públicas, o no.

Estas situaciones, elegidas entre tantas otras, tienen un patrón común que responde a la pregunta de este libro: ¿qué deberíamos estar discutiendo hoy que sea relevante para el futuro de la Argentina?. Mi respuesta: la importancia de cuidar la privacidad. Cuando hablamos de privacidad hablamos del derecho de las personas a que parte de su vida esté resguardada por la confidencialidad, es decir, por decidir quién puede conocer determinadas situaciones y opiniones. Y la Declaración Universal de los Derechos Humanos establece en su artículo 12 que la vida privada es un derecho humano.

A pesar de que las computadoras e Internet existen desde hace más de treinta años, los avances se han acelerado significativamente en los últimos diez o quince; especialmente por tecnologías íntimamente relacionadas con la privacidad: cámaras de seguridad, redes sociales, smartphones, big data, deep learning… Cada uno de estos conceptos implica, de una u otra forma, un jaque a la privacidad, un ataque a cómo la pensamos o concebimos actualmente. La privacidad será parte fundamental del futuro: ¿Hasta dónde llega nuestro derecho a ella? Y, fundamentalmente, ¿cuánto nos importa defender este derecho?

Cómo nos comportamos en el hogar es una parte del debate, qué hacen las empresas y el estado con los datos que poseen es el otro eje fundamental. ¿Qué leyes deberían proteger la privacidad? ¿Cómo puede utilizar una organización los datos que posee? ¿Cuáles son los límites respecto a la protección de datos de los ciudadanos? Empresas que comercializan datos que recibieron de sus clientes con otras empresas o partidos políticos que utilizan bases de datos de organismos públicos son algunos ejemplos de hechos que están ocurriendo en todo el mundo y que están directamente relacionados con la gran cantidad de información disponible que hay y su rol como ventaja competitiva. También al hecho de que no tenemos del todo claro cuáles son aún las reglas para utilizarla.

El estado cada vez posee más información sobre sus ciudadanos y el hecho de que esa información esté (desde hace no tanto) digitalizada, hace mucho más sencilla su correlación y entrecruzamiento. Cuáles son los límites a este cruce de datos, con qué fines puede o no pueden usarse, son claramente cuestiones centrales, no solo desde un punto de vista legislativo; sino también desde cuánto le preocupan a un ciudadano promedio. Algo interesante de la privacidad como debate es que tiene implicancias privadas (en el hogar, en lo cotidiano) y públicas (en el estado, en las leyes).

Cuánto nos importará como ciudadanos defenderla será la clave para definir el futuro de la privacidad. Sin embargo, existe una dicotomía respecto a este tema, bien representada en una célebre frase de 1984 de George Orwell: “Hasta que no tomen conciencia no se rebelarán, y sin rebelarse no podrán tomar conciencia”. No es posible mejorar cuánto cuidamos la privacidad sin educación al respecto pero los medios, el estado y los privados, que son grandes responsables de poner el tema en debate y que se eduque al respecto, suelen verse beneficiados por la falta de privacidad.

Hasta hace no tantos años, tareas domésticas o personales como bañarse se realizaban frente a otras personas. Hoy sin embargo es impensado ducharse frente a otras personas, es un acto claramente privado. ¿Podrán cambiar en el futuro otras situaciones que hoy carecen de privacidad? Imagino algún hijo o nieto de un millennial en un futuro no tan lejano, sacando una foto de algún contexto público, una salida de amigos o un acto en un jardín, y consultando a todos los que están en la foto si hay consentimiento para subirla. A su lado, otra joven podría expresar algo como… “Pensar que a mí papá la hicieron un perfil de Instagram cuando era bebé y todos veían sus fotos, qué locura!”.

Como nene con chiche nuevo, estamos en un momento donde importa más usar las nuevas tecnologías que pensarlas. Por eso mismo espero que el lugar que tiene hoy la privacidad en nuestras vidas no sea el que tendrá en el futuro, y que se irá acomodando en algún espacio intermedio, entre el lugar que ocupó los últimos dos siglos antes de la explosión tecnológica y el valor casi nulo que pareciera tener en los últimos años. Resignificar su importancia dependerá de los debates que demos en el presente como sociedad.

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Sebastián Bortnik

Ni tan loco ni tan normal. Informático. Inquieto. Intento de polímata. Ciberseguridad. Educación. Speaker. Intrapreneur. Fundamentalmente: libre pensador.