Sobre lo que quiero hacer

En 2017 voy a ser parte del MA in Social Journalism de CUNY, en Nueva York. Esto es lo que espero aprender allá.

Sebastián Auyanet
5 min readDec 16, 2016

En 2016 llegué a mi año número 11 de trabajo dentro del periodismo. Comencé en El País a fines de 2005 haciendo contratapas, tuve un breve pasaje por la sección Ciudades haciendo carteleras de Carnaval, comencé a cumplir un sueño poco soñado al escribir de música y hacer mis primeras reseñas de discos y películas en Sábado Show y lo consolidé pasando a la sección de Espectáculos de ese mismo diario. Tuve un último año final de regreso a Ciudades y, en 2011, El Observador me dio una de las grandes oportunidades de mi vida: la de convertirme en editor de la sección O2, un cuaderno basado en cultura, entretenimiento, ciencia y tecnología. Después de dos años y medio, me ofrecieron algo todavía más complejo: ser el primer editor de redes sociales del diario y hacer evolucionar ese rol todo lo posible para acercar más un medio a sus lectores. Me di cuenta en ese momento de que hacer eso era una de las cosas que más concentraban mi energía, que más llamaban mi atención.

En todo este tiempo pasó de todo: fui a festivales demasiado buenos para ser verdaderos, entrevisté a muchas personas que admiré o admiraba, aprendí a admirar a algunos otros, conocí por dentro la industria de la música de mi país, participé de tres rediseños y replanteos de equipos de trabajo en una redacción, cometí errores garrafales, groseros e insólitos, de esos de los que uno no se olvida nunca más. En todos los lugares no solo me apoyaron y me respaldaron la mayoría de las veces, sino que además me dejaron al menos probar la mayoría de las cosas que propuse.

En esos dos años y medio en redes sociales me di cuenta de que muchas cosas de las que hoy hablamos ya estaban en el horizonte: la progresiva desconfianza de mucha gente para con los medios masivos, (que son el lugar donde yo me crié) el ascenso de las noticias truchas y la propaganda — política o de la otra- disfrazada de nota. Me di cuenta también de que mucha de esa gente que desconfía de los medios quiere confiar en ellos, pero por distintas razones, no sabe cómo establecer una nueva relación con ellos. El interés pasó a ser obsesión y, de a poco, algunos compañeros fueron acercándose a conversar de esto, a discutir. Sí, todavía hay mucha gente en las redacciones que cree que el “fuego sagrado” del periodismo es una una fuerza contraria a la reflexión sobre las necesidades de información de los lectores y las estrategias que podríamos abordar para que nuestro trabajo tenga un impacto mayor. Afortunadamente, la mayoría está entendiendo que no son conceptos en contraposición, sino todo lo contrario.

Hace dos años estoy intentando aprender más sobre cómo hacer esto mejor. Porque no hay una sola forma de hacerlo. En El Observador intentamos que los lectores nos dijeran de otro modo qué necesitaban saber, qué querían que investigáramos, cómo el periodismo los podía ayudar más. En la Universidad de Montevideo intenté armar Acceder, un proyecto que necesita más tiempo, dedicación y recursos de los que pude darle en 2016. Pero todo está apuntando a lo mismo: a tratar de averiguar si hay otra forma de lograr tener más empatía con la gente que necesita de la información, si hay una forma de hacer el trabajo que acerque un poco más a las partes. Por ahora, vi lo suficiente como para pensar que esta es una pelea que hoy sigo teniendo ganas de dar.

Durante 2017 voy a ser parte del MA in Social Journalism (periodismo social) de la universidad CUNY de Nueva York. La facultad de periodismo de CUNY está liderada, entre otros, por Jeff Jarvis, probablemente el académico del periodismo que más removió y alteró mis percepciones sobre la profesión. El mismo tipo que plantea usar las habilidades que nos dio la profesión de otros modos, en otras estructuras y tomando otro tipo de contacto con la gente. Voy a ser parte de un grupo de alumnos muy especial, todos con muchísima cercanía con el periodismo a nivel comunitario, y muchos de ellos ya en parte entrenados en una idea clave: son periodistas, pero también miembros de un entramado social, y saben cómo conocer lo que su gente necesita saber. Sus fuentes son mucho más que políticas y su público objetivo se mide en mucho más que comentarios, likes y pageviews, todas medidas geniales para medir el impacto numérico de un contenido, pero no su efecto real.

El encare de Jarvis y CUNY es nuevo. El máster tiene apenas dos años de funcionamiento y esto no es una fórmula, ni una solución, ni lo próximo que los gurús de las redacciones saldrán a decir por ahí. Es apenas un intento más por avanzar de un modo diferente, haciendo las mismas cosas que hemos hecho siempre pero centrándonos en un aspecto que antes se daba por sentado. Y atrás de esta intención mía está solo aportar a que haya un futuro mejor para la información, para el trabajo mío y el de mis compañeros. Ninguna sociedad puede permitirse menos para avanzar. Y ojalá yo pueda aportar algo a eso con lo que aprenda y lo que intente.

Son muchas las personas a las que tengo que agradecer por haberme impulsado para llegar hasta acá. Carina Novarese no solo me habilitó los espacios para pensar más en esto sino que además confió en mí como ninguna otra persona en todo este tiempo. Álvaro Pérez se ofreció a conversar; a discutir y a pensar un plan para que todas estas inquietudes vayan teniendo un lugar en los lugares donde se enseña periodismo; Luis Melgar me empujó a mirar más allá del trabajo de todos los días; Victoria Gómez se encargó de desafiarme durante tres años a pensar para qué estaba haciendo lo que hago cuando trabajo en un diario; Hinde Pomeraniec, Ignacio Pereyra, Irene Caselli, Alejandro Baena, Rocío Galván y Gabriel Ciccariello me hicieron razonar desde su propia óptica profesional como nadie, encontraron todos mis puntos débiles y me los hicieron notar. Fernanda Ariceta me ayudó a tener un plan y a mirar más allá del «ahora». En Uruguay, la fundación Fulbright hizo posible el proyecto y en Estados Unidos Jeff y Carrie Brown en CUNY decidieron darme una oportunidad con una beca increíblemente generosa. Y muy especialmente tengo que agradecer a Marina Barrientos, cuya interminable, innegociable militancia por la conversación e incondicionalidad me cambiaron la vida. Finalmente Felipe Auyanet fue la chispa para que nos animáramos a más, lo que terminó de hacer que las cosas sucedieran.

Hay mucho de este viaje que espero poder contar, hay mucho que espero durante este año reflexionar, mirar desde la distancia y probar. Ojalá pueda volver el año que viene con mucho más.

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Sebastián Auyanet

Journopublisher en NowThisNews, media consultant. Ocassional professor. MA in Engagement Journalism. Obsessed with bringing people closer to journalism.