¿Para qué construir una máquina de la empatía?
Realidad Virtual y humanidad digital en un mundo desconectado de sus emociones.
En cada encuentro y evento de tecnología, transmedia y videojuegos que he visitado en el último año, el boom ha sido el VR o realidad virtual. Sorprendentemente, la realidad virtual que imaginábamos desde niños, como este espacio de magia que nos permitiría tener experiencias de bilocación y darnos un vehículo para adentrarnos en paraísos sintéticos no está siendo todo aquello que imaginábamos.
Igual, si es para quejarse, el mundo no está siendo todo aquello que imaginábamos. ¿No?
En cada evento, demo o momento de discusión el término VR viene casi acompañado inevitablemente con el concepto de la empatía. Sí, la realidad virtual como la máquina empática por excelencia.
Experiencia:
La realidad virtual primero me lleva a una montaña rusa. Bien, me predispone al coraje, pienso.
La realidad virtual luego me quiere asustar con zombies, está bién más terror, bueno, vale. Hagamos cosas que no haría.
La narración empieza a adentrarse en algo símil videojuego y por un momento me parece natural. Sé tu propio héroe o algo así. Ponerse en los zapatos del que sale a matar dragones o del que sobrevive a alguna aventura cósmica que no puede vivir en su cotidiano.
Entiendo.
También entiendo que estamos en los albores de un nuevo lenguaje. Para ser más precisos: estamos en los albores de una nueva tecnología que aún no creó su lenguaje. Y el lenguaje es importante. El lenguaje abre y destruye barreras de lo posible o lo imaginable. El lenguaje permite nombrar nuestros sueños y miedos y a través de ese proceso, construir lo posible.
La creación de este lenguaje es un proceso clave que no debe estar unido a los creadores de la herramienta. No queremos que los que inventaron la imprenta sean los únicos que publiquen libros. ¿o si?
El sentarse a la mesa de discusión del lenguaje debe ser algo diverso en origen, género, pensamiento y acción. Si el lenguaje audiovisual propuesto carece de esta diversidad, carece de verdad, se convierte en un lenguaje monopólico o en una lengua muerta. Si carece de emoción, también.
Probablemente esta explosión del lenguaje del VR se de con la democratización de la tecnología y que no sólo te pueda llegar una caja mágica de cartón a tu casa con el periódico sino que también los usuarios tengan tanto la capacidad para entender las nuevas manipulaciones del frame (que puedas girar el cuadro no quiere decir que no estés recortando y manipulando la realidad, como siempre) como también así para que los creadores de contenido de su propia comunidad puedan contar la historia.
Experiencia: Segunda Parte
Ahora giro con mi visor, atenta a los que todos llaman “La máquina de la empatía”, se supone que voy a ver una escena que hará sensibilizar todo mi cuerpo.
Entiendo. Atención.
Empatía: un sentimiento de participación afectiva de una persona en la realidad que afecta a otra.(Wikipedia)
Todas las historias y todos los narradores que sean efectivos con su cometido son activadores de empatía. Todos. Hay estudios que afirman que el cerebro del que está relatando algo y el cerebro del que está recibiendo ese relato se “sincronizan” y activan iguales partes del cerebro al mismo tiempo. Se hacen puentes que nos llevan a sentir por igual. Entonces esta máquina de empatía ya existe, es lo que alimentó a la humanidad por años desde las primeras narraciones orales, la máquina de empatía es la historia contada ¿Por qué entonces la virtualidad lo hace mejor?
Pausa.
¿Lo está haciendo mejor?
Tanto la realidad virtual como, el mundo mediatizado por narraciones de pantallas nos protegen de la opción de ser vulnerable, nos dan una manera segura de participar de una acción individual o colectiva sin realmente vivirla y con la salida de emergencia bien delimitada.
Nos permiten ser activistas de click, defendiendo causas dolorosas desde el sillón. Nos permite conectar con cientos de personas al día sin realmente conectar con ninguna. Nos permite decir cosas que no le diríamos a nadie que nos crucemos por la calle. La tecnología muchas veces nos da esa opción, de ser cobarde y que no se note. Vivimos ya en realidades virtuales cada vez que entramos a nuestras redes sociales, tengamos o no Google Cardboard.
El problema nuevamente no está en la tecnología sino en la educación de este ciudadano, que está intentando esto de ser ciudadano de un lugar y ahora tiene que lidiar con realidades compartidas, virtuales, reales y aumentadas. Ser ciudadano de mil lugares no es fácil. Es una curva de aprendizaje que debe llevarnos de las manos a creadores y a receptores de esta historia.
Entonces, ¿Por qué la realidad virtual es una máquina de empatía?
La empatía real lleva a la conexión y producir pena lleva a la desconexión total.
El uso de herramientas de realidad virtual para una nueva sociedad de información es aún cuestionable. Puedo estar en el centro del conflicto, pero mirándolo de afuera (desconexión), no puedo accionar, sigo siendo un observador externo y flotante del dolor del otro y muchas veces dejo de percibir ese dolor porque estoy embelezado por la técnica. Nos quita la opción de ser vulnerables de verdad, porque nos remueve de la interpelación del otro y nos hace rodear conflictos y verlos como en una exploración pero no sentirlos. Falta narrativa. Sólo se está activando mi pena.
¿Tenemos que construír más máquinas de empatía o construirnos como mejores storytellers?
¿Puedo ser empático en la virtualidad si no lo soy en la realidad?
El coraje, el poder ser vistos por el otro en nuestra vulnerabilidad, está siendo borrado de este nuevo concepto de empatía virtual. ¿nos hemos puesto a pensar si estamos construyendo máquinas de narcisismo? Narcisismo derivado del miedo a ser una persona común, de no sentirse lo suficientemente extraordinario (Brené Brown) y querer adentrarse de manera segura en experiencias que no tendría de ninguna manera.
Cuándo genero una experiencia de realidad virtual donde estás en una zona de conflicto viviendo seguramente el dolor del otro, ¿estoy despertando empatía? ¿O es la empatía virtual el nuevo negocio? ¿Poner un filtro en mi foto de Facebook me hace apoyar una causa? ¿Un meme me hace gracioso? ¿El photoshop me hace linda? ¿Puedo viajar al dolor estando protegida de armaduras digitales?
El narcicismo de la maravillosa técnica tal vez aún nos esté separando realmente de la empatía. Por ahora,para desarrollar un storytelling inmersivo, el ser humano debe desarrollar en sí mismo la empatía, la sensibilidad, el poder de la vulnerabilidad y el poder del coraje ante la incertidumbre. El poder de preguntarse por qué estoy en los lugares donde estoy y como acciono sobre la realidad que acciono. Real o luego virtual.
Ahí está la máquina de la empatía, hacia dentro. Esa es la historia.
Activación recomendada: Brené Brown y el poder de la Empatía
María Laura Ruggiero
#StoryHackers
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