Temporada de cerezas

Gerardo Sifuentes
3 min readSep 14, 2014

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Buena parte de los periodistas de ciencia mexicanos tienen la costumbre de no leer revistas de la especialidad que no sean subvencionadas, evitando por prejuicio o falta de disciplina las publicaciones de ciencia pop.

Leer y hablar en idioma inglés es una ventaja si eres periodista de ciencia en México. De otra manera, la dependencia a las traducciones tiene muchas desventajas. No sólo porque puede ocurrir una mala interpretación de los hechos, sino también la vigencia de una noticia, pues pueden pasar días antes que esta se publique en español.

Un caso transcultural bastante peculiar tuvo como protagonista al señor Erik Vance, reconocido periodista estadounidense, quien con conocimientos básicos en español realizó a fines del año pasado un análisis de las revistas de ciencia en México. ¿Cómo lo hizo? Su metodología al parecer fue juzgar por la portada. Para ello, evitando la molestia de leer las revistas disponibles o pedir una traducción mesurada, se basó en algunas cubiertas de las revistas Muy Interesante y QUO para emitir sus críticas; nunca abrió un ejemplar ni leyó sus páginas. A pesar de ello, aseguraba que sólo la mitad del contenido era ciencia.

En el caso de la versión mexicana de Muy Interesante, aun cuando se han publicado temas arriesgados como en el caso los ‘milagros’ o el ‘alma’, estos siempre se han investigado bajo una perspectiva escéptica, objetiva. Si Vance se hubiera tomado la molestia de leerla, se habría dado cuenta que la totalidad del contenido es de interés general con orientación científica. Se han publicado temas como el Big Bang, ingeniería genética (¡biohackers!), el bosón de Higgs, el problema del agua y los desperdicios sólidos en el país –artículos que, dicho sea de paso, han recibido premios de periodismo-, extinción de especies, redes sociales, entomología, arquitectura, futurismo, robótica, materiales y textiles inteligentes, etc. Parecería que Vance usó la criticada técnica del cherry picking o falacia de evidencia incompleta: escogió sólo las pruebas que respaldaban su argumento, dejando atrás las que lo contradecían. ¿Sería que Vance se basó únicamente en dichos?

Si aplicáramos la misma técnica del señor Vance, mis revistas favoritas en inglés no saldrían bien paradas: Wired sería una revista de humor, dedicada a promocionar gadgets con comediantes del momento salidos de Saturday Night Live.

Bajo el criterio de Vance, la revista Wired está dedicada al humor, protagonizada por comediantes de SNL.

Este desdén ocurre entre periodistas de ciencia y divulgadores mexicanos: por “deformación académica”, prejuicio, pereza o falta de disciplina, se limitan a leer exclusivamente revistas subvencionadas por el gobierno o la UNAM, cuando el mundo editorial es más amplio. Y juzgan por la portada, sin prestar atención al contenido. Como profesionales de la comunicación de la ciencia, les sugiero leer antes de emitir una crítica, y formarse un mejor criterio.

La actitud de desprecio hacia las revistas de ciencia pop ha sido una manera de calibrar a los p­eriodistas de ciencia nacionales: Cuando me dicen que la Muy México se dedica a exclusivamente a temas como OVNIS u hombres lobo, les pregunto si la han leído. Sus balbuceos son contundentes.

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