CRÍTICA: “Utopía, La Película”

Sandro Mairata
4 min readOct 5, 2018

CALIFICACIÓN: 3/5 | Por Sandro Mairata / CINENSAYO

Subversiva y atrevida, Utopía, La Película señala culpables.

¿Dónde más podía haber sorpresa? Para el amplio público peruano, la historia central de este filme es simple y conocida: el 20 de julio de 2002, 29 jóvenes murieron en el incendio de la discoteca Utopía, ubicada en el centro comercial Jockey Plaza. Los responsables supieron evadir de diversas formas a la justicia, de forma que en la actualidad todos están libres tras cumplir penas menores.

Los directores Gino Tassara y Jorge Vilela han hurgado en archivos, conducido entrevistas y conseguido la venia de los familiares de los fallecidos para recrear los eventos con la mayor fidelidad a su alcance, y pisar todos los callos que el límite de la asesoría legal les permite. Se repite a cada rato que fue la “esposa del Presidente (de la República)” quien facilitó la huida del principal accionista, sin mencionarla por nombre. (En 2002, el presidente era Alejandro Toledo y su esposa es Eliane Karp). Los nombres de los accionistas también han sido cambiados, para poder desarrollar con libertad escenas claves sin represalias jurídicas.

También hay valentía en el guión de Tassara al incluir escenas donde se sugiere que policías que participaron en la respuesta al incendio discriminaron a las víctimas por su condición de “pitucos”, y otros rescatistas simplemente aprovecharon para robar las joyas de los muertos.

Renzo Schuller es Julián Contreras, un periodista entrado en sus cuarentas que aún espera su oportunidad como reportero de América Televisión y que con ayuda de los padres de las víctimas asume la misión de llevar a los culpables de la tragedia ante la justicia. Julián es un personaje con el cual periodistas de la Generación X y posteriores podrán identificarse: mal pagado, con una relación sentimental a punto del fracaso, condenado a cubrir historias sosas (la referencia a un reportaje con una señora que le da de lactar a un puerco está basada en una historia real).

Un extenso elenco de cine y televisión ha sido convocado para resumir la historia de padres e hijos (Gianfranco Brero, Marisa Minetti, Cécica Bernasconi, Edith Tapia, Leslie Stewart, Mari Pili Barreda), por lo que no hay mucho tiempo para matices de personajes — algunos son de forma inevitable más memorables que otros — pero sí hay espacio para recursos narrativos. Los flashbacks, testimonios de falso documental, giros de guión, revelaciones, acusaciones y saltos de tiempo son el preludio al momento cumbre del incendio mismo, sugerido a intervalos previos, resultando en una extensa secuencia que — con todo y algunos rudimentos — es la reconstrucción más fidedigna de lo ocurrido en Utopía que se haya filmado hasta el momento.

Para una generación de peruanos que creció en los noventas con telenovelas juveniles bastante estúpidas como Torbellino, una película de nombre Utopía puede causar sospechas. Recordemos que el asesinato (aún no resuelto) en 1992 de Fernando de Romaña Azalde “Calígula” inspiró la miniserie El Ángel Vengador: Calígula, solo un año después. Torbellino y Calígula fueron éxitos que lanzaron carreras, sin embargo una rápida revisión las hace ver como lo que fueron: los apurados intentos de producción comercial de un Perú que apenas salía de un desastre económico e iniciaba otra dictadura.

En este caso, han debido de pasar 16 años para llevar la tragedia que costó la vida de 29 jóvenes de alta sociedad, y el balance final es positivo con todo y altibajos. Acción y compás priman por encima de cualquier intento de fotografía, con imágenes planas y desprovistas sustancia visual. La subtrama de seguimiento e intento de matar a Contreras/Schuller se lleva a extremos objetables — herederos de la tradición de El Ángel Vengador: Calígula y de un razonamiento de “así nos gusta a los peruanos” — , pero si hay hay algo realmente inverosímil en todo Utopía: La Película, es el bisoñé de Gianfranco Brero.

Priscila Espinoza es una verosímil Orly Gomberoff, una joven con sordera, y aunque por momentos roza la caricatura, el Luis Delgado Aparicio que compone Carlos Mesta es una buena representación de la piedra angular en que se convirtió el ya fallecido showman y luego político en la lucha por llevar a prisión a los culpables. El material de archivo y el cierre emotivo, nos recuerda que esta herida, como tantas otras, aún sigue abierta. Utopía: La Película no pasará a la historia como un gran filme sino como un registro bastante decente de un episodio traumático para lo cual el cine adopta un registro de bálsamo y catarsis.

Es una forma válida de hacer las cosas.

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