La extraña pareja

TRINITY
4 min readSep 3, 2021

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Fragmento de Homo Deus — Yuval Noah Harari

«La religión asevera que los humanos estamos sujetos a un sistema de leyes morales que no hemos inventado y que no podemos cambiar. Un judío devoto diría que este es el sistema de leyes creado por Dios y revelado por la Biblia. Un hindú diría que Brahma, Visnú y Shiva crearon las leyes, y que estas nos fueron reveladas a los humanos en los Vedas. Otras religiones, desde el budismo y el taoísmo al nazismo, el comunismo y el liberalismo indican que las leyes superhumanas son leyes naturales, y no la creación de tal o cual dios. Por descontado, cada una cree en un conjunto distinto de leyes naturales descubierto y revelado por diferentes visionarios y profetas, desde Buda y Lao-tsé a Hitler y Lenin.

Un muchacho judío se acerca a su padre y le pregunta: “Papá, ¿por qué no debemos comer cerdo?”. El padre se acaricia la larga barba blanca con aire pensativo y le contesta: “Bueno, Yankele, así es como funciona el mundo. Todavía eres joven y no lo entiendes, pero si comemos cerdo, Dios nos castigará y acabaremos mal. No es una idea mía. Ni siquiera es una idea del rabino. Si el rabino hubiera creado el mundo, quizá habría creado un mundo en que el cerdo fuera perfectamente kosher. Pero el rabino no creó el mundo: Dios lo hizo. Y Dios dijo, no sé por qué, que no teníamos que comer cerdo. De modo que no debemos comerlo. ¿Lo entiendes?”.

En 1943, un muchacho alemán se acerca a su padre, un oficial superior de las SS, y le pregunta: “Papá, ¿por qué estamos matando a los judíos?”. El padre se calza sus relucientes botas de cueros y, mientras tanto, explico: “Bueno, Fritz, así es como funciona el mundo. Todavía eres joven y no lo entiendes, pero si permitiéramos que los judíos vivieran, causarían la degeneración y la extinción de la humanidad. No es una idea mía, y ni siquiera es un ideal del Führer. Si Hitler hubiera creado el mundo, quizá habría creado un mundo en el que no fueran de aplicación las leyes de la selección natural, y judíos y arios pudieran vivir todos juntos en perfecta armonía. Pero Hitler no creó el mundo. Solo consiguió descifrar las leyes de la naturaleza, y después nos instruyó para poder vivir de acuerdo con ellas. Si desobedecemos dichas leyes, acabaremos mal. ¿Está claro?”.

En 2016, un muchacho inglés se acerca a su padre, un parlamentario liberal, y le pregunta: “Papá, ¿por qué deben preocuparnos los derechos humanos de los musulmanes de Oriente Medio?”. El padre deja la taza de té en la mesa, piensa un momento y dice: “Bueno, Duncan, así funciona el mundo. Todavía eres joven y no lo entiendes, pero todos los humanos, incluso los musulmanes de Oriente Medio, tienen la misma naturaleza y, por lo tanto, gozan de los mismos derechos naturales. No es una idea mía, y ni siquiera es una decisión del Parlamento. Si el Parlamento hubiera creado el mundo, los derechos universales podrían haber quedado enterrados en algún subcomité, junto con todo ese asunto de la física cuántica. Pero el Parlamento no creó el mundo, solo intenta darle sentido, y debemos respetar los derechos naturales, incluso los de los musulmanes de Oriente Medio, o muy pronto también se violarían nuestros derechos y acabaríamos mal. Ahora, puedes irte”.

A los liberales, comunistas y seguidores de otros credos modernos no les gusta describir sus respectivos sistemas como “religión”, porque identifican la religión con supersticiones y poderes sobrenaturales. Si decimos a comunistas o liberales que son religiosos, pensarán que les acusamos de creer ciegamente en sueños dorados sin fundamento. De hecho, ello significa únicamente que creen en algún sistema de leyes morales que no fue inventado por los humanos pero que, no obstante, los humanos tienen que obedecer. Hasta donde sabemos, todas las sociedades humanas creen en esto. Todas las sociedades dicen a sus miembros que tienen que creen en alguna ley moral superhumana, y que infringir dicha ley acarreará una catástrofe.

Desde luego, las religiones difieren entre sí en los detalles de sus narraciones, en sus mandamientos particulares, y en los premios y castigos que prometen. Así, en la Europa medieval, la Iglesia católica afirmaba que a Dios no le gustan los ricos. Jesús dijo que era más difícil que un rico cruzara las puertas del cielo que un camello pasara por el ojo de una aguja, y la Iglesia alentaba a los ricos a dar muchas limosnas con la amenaza de que los avaros arderían en el infierno. Al comunismo moderno también le desagradan los ricos, pero los amenaza con conflictos de clase aquí y allá, en lugar de hacerlo con azufre ardiendo después de la muerte.

Las leyes comunistas de la historia se asemejan a los mandamientos del Dios cristiano, puesto que se trata de fuerzas superhumanas que los humanos no pueden cambiar a voluntad. Las personas pueden decidir de un día para otro cambiar la norma del fuera de juego en el futbol, porque nosotros inventamos esta ley y somos libres de cambiarla. Sin embargo, al menos según Marx, no podemos cambiar las leyes de la historia. Con independencia de lo que hagan, mientras los capitalistas continúen acumulando propiedad privada, es seguro que crearán conflictos de clases y que están destinados a ser derrotados por el proletariado en auge.

Si resulta que el lector es comunista, podría aducir que el comunismo y el cristianismo son, no obstante, muy diferentes, porque el comunismo está bien mientras que el cristianismo está equivocado. La lucha de clases es en verdad inherente al sistema capitalista, mientras que los ricos no padecen torturas eternas en el infierno después de morir. Pero, aunque este sea el caso, ello no significa que el comunismo no sea una religión. Más bien, significa que el comunismo es la única religión verdadera. Los seguidores de cada una de las religiones están convencidos que solo la suya es la verdadera. Quizá los seguidores de una religión estén en lo cierto».

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