La cara olvidada de Robert Capa

Gerda Taro inventó al «padre» del fotoperiodismo, y contribuyó a crear el mito desde detrás del objetivo

Orsolya Gazdagi
5 min readFeb 21, 2020

La cámara entre las balas». «Los ojos de la guerra». «El cazador de lo indeleble». Son muchos los calificativos con los que se alaba el trabajo realizado por Robert Capa dentro y fuera de las trincheras. Sin embargo, el que es considerado como el mejor fotoperiodista de la historia no existió nunca. Al menos no del todo.

Gerda Taro. Anónimo, 1937 | National Geographic

Robert Capa nació en 1936, surgido de la mente de la fotógrafa Gerta Pohorylle. Aunque suele asociarse el nombre de Capa con el también fotógrafo Endre Ernő Friedmann (Hungría, 1913 — Vietnam, 1954), fue Pohorylle quien ideó la estrategia de crear el personaje de un afamado fotógrafo estadounidense para el que ambos trabajaban — Friedmann como su operador de laboratorio y Pohorylle como su representante. Para hacer la historia más verosímil y saltarse el antisemitismo imperante en la Europa de la época (ambos eran de origen judío) Pohorylle inventó para sí misma el pseudónimo de Gerda Taro, nombre con el que pasó a ser conocida mundialmente. Friedmann se quedó con el alter ego de Robert Capa, quien marcaría un antes y un después en la manera de hacer y de entender la fotografía. No obstante, pocas personas son conscientes de que las primeras instantáneas publicadas bajo la firma de Robert Capa fueron realizadas por ambos, y a día de hoy sigue siendo difícil distinguir entre las originales de Pohorylle y las de Friedmann.

La primera fotoperiodista de guerra

Gerta Pohorylle nació en Stuttgart (Alemania) en 1910 en el seno de una familia burguesa de judíos de origen polaco. A pesar de su clase social simpatizó desde pequeña con el movimiento obrero y la ideología socialista. Cuando Hitler asumió el poder en 1933, la familia Pohorylle se vio obligada a huir de Alemania. Gerta, que ya había estado detenida en una ocasión por hacer campaña contra el gobierno nazi, escapó a París con una amiga. En la Ciudad de la Luz encontró trabajo como secretaria en la agencia Alliance Photo, donde descubrió su vocación, y empezó a publicar algunos trabajos. En París fue también donde conoció a Friedmann, que se convirtió en su pareja y con quien crearían la marca Capa que los catapultó a la fama.

En 1936 estalló la Guerra Civil en España, y Robert Capa (en realidad Pohorylle y Friedmann) se trasladó a Madrid, movido por la injusticia social del conflicto y por la perspectiva de labrarse un nombre en la prensa internacional. La pareja recorrió los frentes republicanos y cubrieron la contienda desde Barcelona, Aragón y Madrid. En Córdoba Friedmann tomó su, probablemente, más famosa fotografía: «Muerte de un miliciano». La polémica que rodea la instantánea sigue vigente más de 80 años después, ya que no se ha podido determinar con exactitud si se trata de una imagen montada. También existen dudas sobre su autoría; muchos aseguran que fue Gerda Taro la verdadera autora de la fotografía.

La marca Robert Capa realizó diversos fotorreportajes que fueron publicados por la prensa francesa en revistas como Regards, Vu y Ce Soir. Fue gracias a los trabajos realizados durante esta etapa que Gerda Taro fue reconocida como la primera fotoperiodista, además de ser la primera fotoperiodista de guerra.

Fotoperiodismo con convicciones políticas

Pero en 1937 la pareja tomó caminos distintos. Pohorylle rechazó la propuesta de matrimonio de Friedmann, y firmó su propio contrato con el magazine parisino Ce Soir. Mientras tanto, Friedmann alcanzaba fama mundial con la publicación de «Muerte de un miliciano» en la revista Life. Aunque ahora trabajaban por separado, colaboraron en algunos proyectos que firmaron bajo la etiqueta conjunta de Reportaje Capa & Taro.

Refugiados de Málaga que huyeron a Almería. Gerda Taro, 1937 | Magnum Photos

Pohorylle estableció contacto con algunos intelectuales antifascistas como George Orwell y Ernest Hemingway, y empezó a comercializar su trabajo bajo su propia firma: Photo Taro. Revistas internacionales como la británica Illustrated London News; la estadounidense Life; y la alemana Volks Illustriere publicaron sus fotografías. Pero el reportaje más importante realizado íntegramente por ella fue publicado por el diario francés Regards en julio de 1937. Las «primeras y únicas instantáneas», según Regards, de la batalla de Brunete (Madrid) le acabaron costando la vida a la fotógrafa que pasó a la historia del periodismo con el nombre de Gerda Taro.

Gerta Pohorylle había cubierto el triunfo de las tropas republicanas en la primera fase de la batalla de Brunete y, cuando el ejército franquista inició el contraataque, decidió volver al frente. Realizó muchas fotografías y fue testigo de la derrota de los republicanos. Durante la retirada de las tropas ante un ataque aéreo de la Legión Condor, un tanque de las Brigadas Internacionales la atropelló por accidente. La trasladaron a un hospital de campaña en El Escorial, pero la fotógrafa falleció por la gravedad de sus heridas a tan solo seis días de cumplir los 27. «La Guerra Civil española mata a su primera periodista», rezaba el titular de Life.

Pohorylle, al igual que Friedmann, centraba su objetivo en la población civil, tan víctima de la devastación de la guerra como los soldados caídos en el campo de batalla. Al mostrar el alcance de la destrucción, tanto del frente como de la ciudadanía, Pohorylle buscaba ejercer presión sobre los gobiernos del resto de Europa con el propósito de acabar con la política de no intervención que imperaba entre las potencias occidentales respecto a la guerra en España. La primera fotoperiodista denunciaba con sus imágenes los horrores de la guerra, pero su determinación y osadía la convirtieron en un símbolo del ideal de libertad e igualdad.

Capa sin Taro

«Ahora que Gerda ha muerto, todo se ha acabado para mí». Friedmann quedó desolado tras la muerte de su compañera. Pero tuvo que reponerse, y el nombre de Robert Capa perduró. Tras la Guerra Civil Friedmann viajó a los principales frentes de batalla. De esta época son famosas sus fotografías del «Día D» y de la liberación de París. Tres años más tarde, fundó la Agencia Magnum junto a aclamados fotógrafos como Cartier — Bresson y David Seymour. En 1954 fue enviado por la revista Life a Indochina, donde murió al pisar una mina durante una expedición del ejército francés.

Gerda Taro y Endre Friedmann, 1936 | Cordon Press

Tras la muerte de Gerda Taro, muchas de las instantáneas realizadas por ella fueron injustamente atribuidas a Friedmann. Su trabajo quedó doblemente silenciado por la inmediatez con la que se siguieron los dos conflictos y por la destrucción del trabajo de fotógrafos republicanos durante el franquismo. Gracias al descubrimiento en 2007 de la «maleta mexicana» (una serie de cajas que contenían más de 4.000 fotografías inéditas de Pohorylle, Friedmann y Seymour) se recuperó gran parte del trabajo firmado por Gerda Taro. Y, aunque la obra de Gerta Pohorylle ha quedado recluida tras la sombra de Endre Friedmann, no debemos olvidar que el fotoperiodismo no solo tuvo un «padre» sino también una «madre».

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