Marca País, Pobreza, Harvard y Títulos Universitarios.

Valentin Sánchez
5 min readApr 15, 2019

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El fin de semana pasado se realizaba una conferencia acerca de Paraguay en la Universidad de Harvard. En el panel sobre desarrollo económico inclusivo, el ex presidente del Banco Central del Paraguay (BCP), Carlos Fernández Valdovinos cerraba su participación alentando a dejar de hablar mal del Paraguay fuera del país. Una situación en el que, si hubiesen tal vez permitido el ingreso de agua al auditorio, posiblemente hubiese terminado en una Payada (¿o payasada?). El argumento de Fernández Valdovinos se basaba en que el Paraguay está “sobrediagnosticado”. De que debemos enfocarnos en los logros conseguidos en los últimos años ya que las debilidades de nuestro país nos los recordaran “los otros” de afuera: “Dejemos que los demás se enfoquen en nuestros problemas”.

La razón del positivismo de Fernández (¿o debería decir Dr. PhD MSc Fernández?) se debía al incremento en el PIB per cápita y la reducción de la pobreza a la mitad desde el 2003. Logros que según Fernández son dignos de mencionar cuando estamos fuera del país, mientras callamos la otra realidad. ¡Qué mejor muestra de privilegios!

Hay dos principales razones por las que hablar bien todo el tiempo es irracional. La primera tiene que ver con una falta de respeto a la mayoría de los paraguayos con una “filosofía” que parece más una escapatoria a las críticas de la comunidad internacional. La otra razón está relacionada a la otra cara de los propios número macroeconómicos dados por el ex Presidente del BCP. Datos y números que resaltó una y otra vez mientras ocultaba la otra parte de los datos. ¿Es eso lo que quiere cuando nos pide “solo hablar bien del Paraguay”?.

Solo hablar bien como un medio para evitar críticas

¡No! el Paraguay no está sobrediagnosticado. Es más, la centralización y la falta de datos en varios ámbitos apuntan a que tal vez es totalmente lo contrario: el país está subdiagnosticado. Hay muchos problemas a las cuáles no prestamos mucha atención ya que otras toman prioridad o problemas las cuales simplemente desconocemos.

El argumento de que dejemos que las críticas vengan desde afuera también es absurdo. Las críticas deben venir desde adentro, desde aquellos que viven la realidad día a día. Si nosotros no criticamos lo que está mal ¿quién lo hará?¿Harvard? No. La lógica de solo mirar lo que está bien es la que nos ha dejado el país con el que tenemos. Un país en dónde a la “autoridad” no se le cuestiona y en el que los asesores prefieren chupar las medias. Es la misma lógica que infla el ego de un presidente que tiene el descaro de declarar al IPS como el mejor seguro del mundo, mientras el presidente de su partido, “gracias a Dios”, migra al Brasil para recuperarse del cáncer.

Así también, que hablemos solo de lo bueno deja la posibilidad de que la comunidad internacional no conozca la verdadera realidad del país. Esto simplemente beneficia a los de arriba, a aquellos que no serán cuestionados cuando salgan al extranjero. Si hablamos solo de lo bueno, perdemos la posibilidad de que la clase política sea cuestionada afuera y sienta por lo menos un poco de vergüenza (ya que ver la realidad diaria al parecer no les causa vergüenza, sino gracia).

Pobreza vs Dignidad: La otra cara de la macroeconomía

Entre los logros que resaltar, Fernández mencionaba el crecimiento de la economía que se ha mantenido en un 4,5% en los últimos 15 años y la baja tasa inflación. Resaltaba que el Paraguay era capaz de crecer incluso en medio de la crisis de sus dos grandes vecinos. Y obviamente, el argumento de la reducción de la pobreza del 58% al 24%.

Porcentaje de pobreza por año, World Bank, https://data.worldbank.org/indicator/SI.POV.NAHC?locations=PY

El argumento del crecimiento del PIB es uno de mis favoritos. La siguiente pregunta que hago luego de que me lo mencionen es “¿quién se benefició con el crecimiento?”. Y la respuesta a la pregunta es casi la misma siempre, y Paraguay no es la excepción. La parte de los números macroeconómicos que Fernández “olvidó” mencionar es que la elasticidad pobreza-crecimiento de Paraguay es una de las más bajas de la región. Es decir, la reducción de la pobreza con respecto al crecimiento del PIB está por debajo del promedio de la región. En pocas palabras, la distribución del crecimiento económico es desigual.

El otro punto que Fernández Valdovinos destacaba era la disminución de la pobreza. Y si bien es cierto que esta cayó en un 50% en los últimos años, lo cuestionable no son los porcentajes sino la definición de “pobreza” en sí. Para el área urbana, toda familia que tenga ingresos por persona mayores a 686.075 Gs. es considerada fuera de la zona de pobreza. En otras palabras, si una familia tiene ingresos diarios de 22.000 Gs por persona, esa familia ya no es parte de la estadísticas que miden la pobreza. Me pregunto, ¿qué podes comprar con esa suma? ¿Alcanza para consumir lo realmente mínimo para sobrevivir? Y si así es, no considero que sobrevivir diariamente deba ser el principal objetivo de cada familia. Es hora de que redefinamos nuestro concepto de pobreza (o crear otra categoría como “vida indigna”) si queremos representar la situación actual en verdaderos números.

Y si redefinimos ese parámetro, se nota aún más la verdadera pobreza y desigualdad del país. Por ejemplo, en el 2018, el 50% de las familias paraguayas tuvieron ingresos por debajo de los 50.000 Gs. diarios por persona. Esto sin mencionar que el 10% de la población más rica tuvo ingresos 22 veces mayores a los ingresos del 10% más pobre. Es decir que si aumentamos el parámetro de lo que significa estar en situación de pobreza, la reducción de la misma es mucho menos desacelerada.

Así que aunque no nos guste, Sr. Fernández, incluso en lo económico, en donde posiblemente las cosas mayormente mejoraron en los últimos años, la realidad aún es dolorosa.

Polémica (le quiero parecer a Popular hína): Y al parecer, el hecho de que Benjamin Fernández Bogado haya resaltado esos problemas en una conferencia internacional irritó al ex Presidente del BCP. Éste último luego cayó en la bajeza de publicar sus títulos universitarios. Lo ocurrente de la cuestión es que, lastimosamente, solo ~1% de los paraguayos alguna vez tendrá un título universitario.

Simplemente es ilógico pedir que no mencionemos los problemas cuando abundan la corrupción, la desigualdad y la falta de inversión en educación de calidad. En un país en dónde la jefatura de turno se cree capaz de invadir el local del partido opositor, en dónde la cámara de Diputados se da el lujo de tener un mini hospital en el Congreso y en dónde colectar pilas es un crimen mayor al planillerismo, los problemas tienen que ser gritados a los cuatro vientos. Si queremos que se hable bien del Paraguay, la compra de un logo o ganar simulaciones virtuales de una guerra mundial no sirven. Solo sirven las acciones concretas que apuesten a que cuando alguien escuche la palabra “Paraguay”, lo asocie con buenos adjetivos gracias a lo que el país hace y no por lo que su gente en el extranjero deja de decir.

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Valentin Sánchez

Estudio Ciencias Computacionales y Ciencias Políticas en Swarthmore College, Estados Unidos. Leo, programo y a veces escribo.