Amalia Andrade

Cinco años y cientos de miles de copias

Vanessa Velásquez Mayorga
9 min readMar 21, 2020

#LaÚltimaArcadia

Este perfil sería publicado en la Revista Arcadia número 172. Sin embargo, el 17 de marzo Publicaciones Semana decidió suspender temporalmente algunos proyectos, entre ellos la revista. Con la publicación de este texto me uno a la negativa de los demás colaboradores de Arcadia a que nuestras palabras le pertenezcan a Publicaciones Semana y que, cómo escribió Pedro Adrián Zuluaga en Facebook al publicar su columna para el número 172, para “afirmar que esta comunidad está viva, que la cultura sigue en pie, como resistencia en medio de la crisis, y no como mercancía o transacción. Generamos pensamiento, no contenido”. Me uno, también, a la carta abierta impulsada por el Consejo Editorial de Arcadia y firmada por de colaboradores, lectores y el sector cultural: “Este espacio nos pertenece”.

Este texto fue trabajado con Sara Malagón y Camilo Jimenez, quienes durante los últimos años estuvieron a la cabeza de la revista. A ellos y a el resto del equipo de Arcadia quiero extenderles mi completo agradecimiento, admiración por la gestión de los últimos años y apoyo para cualquier proyecto en que se embarquen. Gracias a ellos y a toda la comunidad de escritores y periodistas que durante los últimos 15 años hicieron de Arcadia no un simple subproducto de una marca editorial, sino un sitio de encuentro para la cultura y el pensamiento crítico en Colombia.

Amalia Andrade

Cinco años y cientos de miles de copias

Una afirmación hecha en Twitter nos llevó a escribir este artículo: “Soy la colombiana que más libros ha vendido por fuera de Colombia después de García Márquez”.

Foto tomada por Vanessa Velásquez. IG: @Ficcioncitas

En septiembre de 2015 llegó a las librerías un libro que en poco tiempo se convirtió en un inusitado éxito en ventas en Colombia, y después también en otras partes del mundo. Se titulaba Uno siempre cambia al amor de su vida por otro amor o por otra vida (publicado por la editorial Planeta con el sello Espasa) y reunía, en poco más de doscientas treinta páginas, apuntes hechos a mano, espacios en blanco para rellenar, listas de música, cancioneros, páginas para recortar, recetas de cocina y docenas de ilustraciones. Era un libro para el despecho y su autora, Amalia Andrade, era entonces una desconocida editora, escritora e ilustradora caleña de treinta años.

También con Planeta, en 2017 Andrade publicó un segundo libro, Cosas que piensas cuando te muerdes las uñas, y un año después, Tarot magicomístico de estrellas pop. Para ese entonces, Uno siempre cambia al amor de su vida ya había sido traducido al italiano, el alemán y el ruso, y en 2108 la editorial británica Penguin Books lo publicó en inglés con el título You Always Change the Love of Your Life (for Another Love or Another Life), convirtiéndola a ella en la cuarta colombiana en ser publicada en Penguin Books, y entre esos autores, la única viva.

El pasado 10 de enero, casi cinco años después de su primera publicación, Andrade, que ahora también es una influenciadora con un poco más de 62 mil seguidores en Twitter, decidió participar en una conversación en esa red que proponía confesar algo inesperado sobre uno mismo. Escribió: “Soy la colombiana que más libros ha vendido por fuera de Colombia después de [Gabriel] García Márquez”. Poco después, el editor Nicolás Morales retomó y problematizó esa afirmación en su columna de esta revista.

Aunque conocer las cifras exactas de ventas de un autor en Colombia es muy difícil, según la página web de Planeta Andrade “ha vendido más de 400.000 ejemplares de sus libros”. Esto también me lo confirmó Myriam Vidriales, directora de mercadeo y comunicación de Editorial Planeta Latinoamérica, que además aseguró que “Andrade es la escritora colombiana con mayores ventas en América Latina y forma parte del top diez de autores latinoamericanos más vendidos en el exterior, encabezado por Gabriel García Márquez”.

¿Cómo y por qué Amalia Andrade llegó a ser esta gran excepción, en la industria editorial de nuestro país y la región? ¿Qué hace tan particular y exitosa su propuesta narrativa?

Foto tomada por Vanessa Velásquez. Ig: @ficcioncitas

LEER DIFERENTE

Amalia Andrade estudió Literatura en la Universidad Javeriana, en Bogotá, y luego trabajó en medios de comunicación. Ya entonces se había acercado a las editoriales con la idea de publicar un libro, pero había salido desmotivada de esas primeras conversaciones. “Una vez me reuní con una editora que me preguntó por qué quería dibujar si yo no sabía dibujar, y también con un editor que literalmente me dijo: ‘Tú apégate al canon’. Yo pensé: ‘Amigo, acabo de graduarme de Literatura, estudié el canon, ¿por qué querría quedarme cerca del canon?’. Decirme eso fue como decirme: ‘Tú ve y lee (a hombres, sobre todo), y ve y haz lo que se puede hacer (es decir, poesía, novela, cuento). No inventes, haz eso’. Pero a mí no me interesaba hacer eso”.

Andrade siguió publicando en su blog y subiendo sus dibujos y textos a su cuenta de Instagram, y ahí fue donde el entonces director editorial de Planeta en Colombia, el venezolano Marcel Ventura, conoció su trabajo. Un día la invitó a tomar café.

“¿Por qué te llamó la atención el trabajo de Amalia?”, le pregunté a Ventura por correo electrónico. “Varios amigos me habían hablado de ella, empecé a ver su trabajo en Instagram y lo primero que me interesó fue la forma en que integraba cierta transparencia emocional con un mundo de referentes intergeneracionales y otro espacio de alta cultura tratado sin arrogancia. En Amalia había una transparencia y una honestidad que esperas en todos los libros a los que aspiras como editor”.

Del café que se tomaron, Andrade recuerda que Ventura le dejó la impresión de haberla entendido. “Le pareció chévere mi idea. Dijo: ‘Esto está bueno, creo en ti’”. Ventura, que en su momento llevó al catálogo de Planeta en Colombia a autores como Andrés Felipe Solano, Melba Escobar y Luis Miguel Rivas, y que es conocido por inyectarle a la relación editor-autor intimidad e intensidad, acompañó la elaboración de Uno siempre cambia al amor de su vida por otro amor o por otra vida. En el proceso creativo, Amalia entendió que era posible cambiar la forma como un escritor se dirige a sus lectores, como se acerca a ellos y les habla, como los interpela y los desafía. Su experiencia de periodista, el uso de redes sociales y el hecho de pertenecer a una generación capaz de comunicar en formatos fluidos y multidimensionales –la de los llamados millennials– convergieron en esa aproximación. “¿Qué pasa si me relaciono horizontalmente con el lector? Me gusta mucho la idea de la literatura como juego, pero también, y sobre todo, creo que me interesa la idea del libro como objeto, de borrar los límites entre ser escritora y ser dibujante”.

Foto tomada por Vanessa Velásquez. Ig: @Ficcioncitas

Uno siempre cambia el amor de su vida es un libro sencillo, ingenioso y juguetón, que revela el trazo de Andrade, su prosa descomplicada, su habilidad para mezclar registros –del humor al dolor al humor–. Los dibujos y la letra a mano alzada se alternan con páginas escritas en fuentes serifadas, o pintadas de colores intensos que producen simpatía y cercanía. Estas dos percepciones se refuerzan con la narrativa escrita y visual de la ansiedad y la tragedia del duelo y el desamor, haciéndolas a la vez próximas desde la primera persona; desde una escritura autobiográfica y cercana a lo confesional. “Cuando lo escribí estaba pasando por el duelo de la muerte de mi tía, que fue como mi mamá. A ella le dedico el libro –cuenta Andrade–. El duelo está en todas partes. Está en las canciones con las que creció mi generación, las de Juan Gabriel o Shakira. Es decir, está tan en nuestra cara todo el tiempo que asumimos que la gente puede sanar sola (…). Poco hablamos de eso. De ahí sale el libro”.

La horizontalidad con el lector no está solamente en el tono y el registro, también en la invitación a intervenirlo, transgrediendo la sacralidad y la limpieza del libro como objeto. Está hecho para eso: para rayarlo, tacharlo, romperlo, dibujar y escribir en él. El lector lo completa sacando de sí sus experiencias y dejándolas en el papel junto a las de la autora, como si ella fuera su amiga o su confidente. Mientras tanto el texto muta hasta que ese diálogo termina, y el lector se convierte también en el autor de su propia e íntima versión.

Esta forma de hacer un libro, de escribir y producir experiencias en el otro, se parece a la forma en que se escribe en las redes sociales, el ecosistema en que de algún modo Andrade empezó a escribir su primer libro. El pensamiento en píldoras, la comunicación multiformato, el intento permanente de calar en el otro son formas propias de ese lugar de la escritura. Este libro es en ese sentido interactivo y permite la creación y la expresión. Es como si Amalia creara con sus libros un lugar similar al de las redes, y dirigido a sus principales usuarios. Y seguramente algunos de ellos comparten sus propias versiones del libro de Andrade en redes, devolviéndoselo al lugar que lo hizo posible.

En su segundo libro, Cosas que piensas cuando te muerdes las uñas, Amalia Andrade habla sobre las distintas formas del miedo y sobre la ansiedad como la peor de ellas. El libro replica el formato del primero, un híbrido entre el dibujo, las pequeñas cápsulas de ficción que abren los capítulos, los ejercicios y los consejos para lidiar con la crisis.

Foto tomada por Vanessa Velásquez. Ig: @Ficcioncitas

Su libro más reciente, Tarot magicomístico de estrellas pop, es menos personal, pero aún más interactivo. Es un pequeño manual sobre cómo leer el tarot, que para ella es una herramienta de sanación. Andrade reinterpreta la baraja con personajes de la cultura popular que encarnan los arquetipos: en la carta del colgado aparece Britney Spears con la cabeza rapada, el sumo sacerdote es Juan Gabriel. “Mi libro más literario es el Tarot porque en él se manifiesta totalmente lo que quiero hacer: ¿cómo logro que la gente lea diferente? Pues qué manera más radical de hacer que la gente lea diferente que poniéndola a leer dibujos. El tarot implica eso, leer dibujos que son símbolos, y es además profundamente literario. Los arquetipos son la base fundacional de la literatura”.

LIBROS QUE CAMBIAN VIDAS

Myriam Vidriales, directora de mercadeo y comunicación del Grupo Planeta para América Latina, dice que Amalia Andrade ha tenido éxito en el mundo de los libros por no renunciar a un lenguaje que domina, el gráfico, y también por una capacidad de traducción de temas complejos mediante referentes de la cultura popular: “Logró hacer un puente increíble que resulta interesante en términos de lenguaje y síntesis, y hay un trabajo creativo y intelectual poderoso. Ahí está su magia”, me dice.

Vidriales no revela las cifras exactas de ventas de Andrade, pero sí que “están en tres dígitos, de miles”. Vidriales también fue quien organizó la primera gira que hizo Andrade, cuando Uno siempre cambia el amor de su vida comenzó a venderse aceleradamente en México. Unió esfuerzos con la Librería Gandhi para llevarla a ese país a presentar sus libros en tres ciudades. Fue una primera vez para Planeta y para Andrade. “Cuando ella llegó, nos encontramos con una mujer que rompía totalmente el paradigma del autor literario e incluso del autor de autoayuda, que es el cajón donde sus libros deberían encajar, aunque no encajen completamente”.

Sobre esto, Andrade me dice: “Yo sí quería, de frente, hacer libros que ayudaran a la gente. Ese sí es mi interés. A mí la gente me da durísimo y me dice ‘eso que tú haces no es literatura’. No me concierne y tampoco creo que así sea. En lo que sí pienso es en la pregunta sobre para qué sirven los libros; sobre cómo un libro puede ayudar a alguien. Si la gente menosprecia los libros que ayudan a otras personas, ¿para qué creen que nació la literatura, y el arte en general? Esto es la mímesis, el arte es donde nos miramos a nosotros mismos y sanamos”.

Le pregunté a Myriam por qué incluía a Andrade en un listado en que se compara la literatura de Gabriel García Márquez y la propuesta de Amalia Andrade, que son a todas luces muy distintas, y respondió que su criterio es simplemente el número de ejemplares vendidos: “Amalia está en la categoría de juvenil, pero el top es una mezcla de géneros, cuyo criterio es el número de ventas de autores latinoamericanos”.

El género, a la larga, es lo que menos importa. “Lo que más me ha conmovido siempre es la relación de los lectores con el libro, la clara sensación de que esas páginas han cambiado vidas –me dice Ventura–. Supongo que por eso me entristece el esnobismo de quienes no entienden que si un libro genera eso, el libro como artefacto gana nuevas vidas”.

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