El lado oculto y sórdido del CrossFit

Todos tienen un tío al que preferirían no presentarte

Vanessa Wilbat
8 min readOct 25, 2014

Por favor, permítanme presentarles al Tío Rabdo: la perturbadora mascota no oficial del CrossFit. El Tío Rabdo es una caricatura a la que se alude comúnmente en la literatura del CrossFit y que representa una tendencia preocupante entre quienes lo practican (crossfitters).

Es un payaso. Literalmente.

La caricatura del Tío Rabdo muestra un payaso exhausto, aunque bien musculoso, de pie junto al equipo de entrenamiento y conectado a una máquina de diálisis. Es preocupante: el riñón y una parte del intestino se le han salido y están en un charco de sangre en el suelo, pero no está claro si es por el destripamiento, la irrigación arterial del riñón o el número de fasciotomías que ha tenido que soportar. El Tío Rabdo, por supuesto, sufre de rabdomiólisis.

La rabdomiólisis, aparte de ser una palabra sutilmente agradable y melódica, es una enfermedad fastidiosa, grave y posiblemente mortífera, que resulta de la degeneración catastrófica de las células musculares. Entraremos en detalles más adelante, pero antes empecemos con una historia.

Una historia sobre la rabdomiólisis

Un día, una fisioterapeuta colega mía, joven y en excelente estado físico, fue a CrossFit. Había asistido ya varias veces. En esta cálida tarde de Texas, completó una rutina con un compañero en la que cada uno tomaba turnos haciendo diez repeticiones de cada ejercicio. La rutina consistía en hacer flexiones de brazo. Muchísimas. También se incluyeron copiosas cantidades de press militar.

Ella realizó cientos de repeticiones de cada ejercicio. ¡Era una campeona!

«No quería perderle el ritmo a mi compañero. Acostumbro tomar pequeños descansos, pero el entrenamiento en pareja me ayudaba a seguir adelante».

La mayoría de personas que padece rabdomiólisis inducida por esfuerzo está en excelente condición física. Estos no son novatos tratando de hacer mucho en su primer intento. (Fotografía de Victoria García vía Flickr)

Ambas actividades involucran intensamente los tríceps, motivo por el cual no le sorprendió que sus brazos, hermosos y definidos, se sintieran como dos tazas de gelatina sin endurecer en su trayecto a casa luego de la rutina de CrossFit. Seguramente era el calor. O tal vez la gran cantidad de ejercicios que había hecho. Sus músculos estaban en crisis. Cuando llegó a casa, se hidrató y aplicó hielo como todo buen deportista, pero el daño ya estaba hecho.

Los fisioterapeutas somos máquinas de detección muy bien calibradas, capaces de diferenciar una respuesta normal de una anormal al ejercicio y la actividad física. ¿Esto debería doler? es una de las preguntas que nos hacen nuestros pacientes cientos de veces en una semana. A veces, la respuesta a esta pregunta es sí y alentamos a nuestro cliente a seguir con el ejercicio; otras veces, es señal de que se debe tomar un descanso e iniciar la recuperación. La detección de estas señales es una de las habilidades que está profundamente «incrustada» en los fisioterapeutas. No podemos hacer nada al respecto. Y por eso, cuando mi amiga despertó al día siguiente, su alarma contra la respuesta anormal retumbaba estrepitosamente. ¡No podía doblar los codos! Ni siquiera doblar el brazo para cepillarse los dientes.

Aferrada al lema del CrossFit ―agotar, aguantar y repetir―, apagó las alarmas y estoicamente sacó fuerzas para ir a trabajar. No le tomó mucho tiempo darse cuenta de que no solo no podía doblar los brazos, sino que estos no tenían fuerza. No pudo atender a sus pacientes. Al caer la tarde, sus delgados brazos continuaban hinchándose hasta convertirse en esponjosas salchichas de dolor y arrepentimiento, y entendió entonces que las alarmas de peligro de esa mañana eran legítimas.

Increíblemente, esperó otras veinticuatro horas hasta que por fin su sentido profesional avasalló la cultura del CrossFit y buscó atención médica. Le diagnosticaron rabdomiólisis aguda y estuvo hospitalizada por más de una semana. Mientras esperaba en la sala de emergencia le midieron el nivel de la enzima creatincinasa (CPK por sus siglas en inglés). Lo normal sería alrededor de 100. Su nivel de CPK estaba por encima de 45 000, cifra que indicaba perjuicio en los riñones.

Durante su permanencia en el hospital llamó a cancelar su membresía de CrossFit. Y, como suele ocurrir cuando se cancela un servicio, el entrenador de CrossFit quiso saber el porqué de su decisión. Ella respondió: «Estoy en el hospital». Inmediatamente el instructor preguntó: «¿A causa de rabdo?»

Y por fin hemos revelado el lado oculto y oscuro del CrossFit. No es normal que un instructor esté familiarizado con un trastorno que rara vez se observa. Es tan raro, que un estudio indicó que la incidencia anual general de rabdomiólisis es 0.06 %. Esto equivale a un número de casos de un solo dígito entre cientos de miles de pacientes. Cómo es posible —me pregunto— que un instructor, común y corriente, sepa el nombre de una enfermedad tan grave, aunque poco conocida. ¿Será algo típico del CrossFit? Resulta ser que sí.

Rabdomiólisis: ¿Según CrossFit?

Una búsqueda rápida en la web dio como resultado cantidades enormes de información sobre rabdo suministrada por, nada más y nada menos, instructores de CrossFit. Exploré también literatura científica en las revistas médicas principales y encontré solo unos cuantos artículos revisados por la comunidad médica. La ciencia confirma que la rabdomiólisis inducida por sobresfuerzo físico —como se le llama algunas veces— no es común, y generalmente la padecen reclutas en formación de la élite militar, monstruos de la ultraresistencia y víctimas del ocasional entrenador psicótico de fútbol . No es una enfermedad común; sin embargo, se manifiesta con tanta frecuencia en el CrossFit que hasta tiene una caricatura la cual resalta, de manera irresponsable, el lado cómico de algo que nunca debería suceder.

¿Qué es exactamente rabdomiólisis? Las células musculares explotan cuando se someten a condiciones extremas. Mueren. Vierten proteína al torrente sanguíneo, incluyendo una molécula llamada mioglobina. Siempre incondicionales, los riñones se encargan de remover estas nocivas proteínas de la sangre. ¿Por qué? Porque a eso se dedican. Desafortunadamente, la mioglobina no está diseñada para correr por la sangre y puede saturar el riñón. Esto da cabida a lesiones o la muerte de una parte o del riñón entero en un periodo corto de tiempo y llega a ser letal. Localmente, los músculos se deterioran y empiezan a morir. La hinchazón y la debilidad aparecen conforme la presión aumenta alrededor de las células musculares restantes. Los sistemas de tu cuerpo, cuya función normal es la de auxiliar a los músculos, ahora están desconectados tratando de prevenir que mueras. Si llegas a esta etapa, estás en serios problemas.

En algunos casos se manifiesta el síndrome compartimental agudo. Esto representa una emergencia puesto que puede tener como consecuencia la pérdida de una extremidad, a menos que se haga una incisión en el tejido conectivo para liberar la inflamación: un procedimiento llamado fasciotomía. Esto no es algo que la gente deba tomar a la ligera.

¿Y entonces qué? En 2005, el New York Times documentó la rabdomiólisis asociada a la cultura del CrossFit en un reportaje llamado “Estar en forma, cueste lo que cueste”. Esta «gema» fue citada en el artículo:

«Aún así, seis meses después, el Sr. Anderson, un exsoldado del ejército, estaba de vuelta en el gimnasio haciendo los ejercicios que casi le quitan la vida. “Considero que sobrejercitar mi cuerpo hasta el punto que mis músculos se destruyen es un beneficio enorme del CrossFit”, aclaró».

¿Qué opina el fundador del CrossFit, Greg Glassman, de todo esto?

«Te puede matar», explicó. «Siempre he sido completamente honesto al respecto».

Adelantémonos a 2013 y es poco lo que esta cultura ha cambiado; si acaso se ha acelerado. Jason Kessler, colega y escritor de Medium, explicó en “Por qué dejé el CrossFit”, que la cultura elitista de exigirle a tu cuerpo llegar al límite ―típica de esta disciplina― ha aumentado en vista de los intereses comerciales que ahora la rodean. Con respecto a la cultura, Jason dice:

«Si le preguntas a un entrenador de CrossFit, tú eres el único/a culpable de las lesiones. En una cultura que te empuja a trabajar lo más duro y velozmente posible, es difícil no ser absorbido por el bombo. Se supone que debes llegar hasta el límite, pero cuando lo haces y pagas el precio, eres el idiota que se excedió».

El siguiente disparate de un ginecólogo es otro ejemplo psicótico de cómo la cultura apabullante del CrossFit puede vencer el sentido común profesional:

«Señoras, mi opinión profesional es que es normal orinarse mientras haces double-unders [pasar el lazo dos veces en un solo salto].»

¡No! Orinarse durante un entrenamiento no está bien. Nunca.

Para enfatizar este punto, MoveForwardPT.com, la página web oficial de información para el consumidor de la Asociación Americana de Terapia Física (APTA por sus siglas en inglés), trasmitió un programa radial en línea específicamente en respuesta a la glorificación irresponsable, por parte de CrossFit, de la incontinencia urinaria inducida por el estrés.

Los efectos de la rabdomiólisis

A veces la rabdomiólisis mejora con el tiempo. A veces permanece. Otras veces, tus riñones nunca vuelven a ser los mismos. Un comentario en un foro de mensajes decía:

«Siento que me “ensancho” después de hacer pesas. Llegué a este estado por entrenar de más; mi condición física era fenomenal. He subido de peso. Me hincho y me inflo. Siento que la calidad del tejido muscular decrece diariamente ―peor que si dejara de hacer pesas―; parece que se desintegraran».

Los efectos de la rabdomiólisis pueden perdurar hasta después de la etapa de crisis.

Mi amiga sufrió efectos similares a largo plazo, aunque menos graves, afortunadamente. Ya han pasado varios meses y la fuerza en sus tríceps no ha vuelto a la normalidad. La definición en sus brazos desapareció y fue sustituida por tejido semihinchado gelatinoso. Una vez que un músculo se desgarra, tejido cicatrizal graso reemplaza el tejido muscular lesionado. El resultado es daño muscular permanente y la capacidad reducida de hacer trabajo de resistencia. La ironía de que las flexiones causan flacidez en los brazos valida el antiguo dicho: Es verdad que todo en exceso hace daño.

Los crossfitters —ignorantes en gran medida de los riesgos asociados con la rabdomiólisis— seguirán ejercitándose, presionados y felizmente forzados, hasta alcanzar el agotamiento y la postración. Mi predicción: En unos años, la literatura científica estará colmada de artículos relacionados con el CrossFit y la rabdomiólisis. Los que prestan servicios médicos tendrán que lidiar con las víctimas, pero, ¿quién estará ahí para proteger a aquellos que están en riesgo y no lo saben?

El ejercicio es lo mejor que puedes hacer por tu cuerpo, pero, en el caso de CrossFit, existe la duda de si vale la pena el riesgo que implica este entrenamiento. ¿Puede la mentalidad colectiva adaptarse y aceptar principios que promuevan entrenamientos seguros? ¿Los instructores realmente tienen la capacidad para determinar cuál es la carga adecuada para sus atletas? Solo el tiempo lo dirá, pero el futuro de CrossFit puede depender de ello.

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Vanessa Wilbat

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