El pago por contenidos, los bulos y la ‘pobreza mediática’

Cuando la desinformación fluye sin control, no poder pagar los contenidos en Internet, contrastados y más elaborados, puede suponer un hándicap para muchos ciudadanos.

Vicente Lozano Ph.D
3 min readJun 17, 2020

La idea se la oí a Nacho Escolar, director de eldiario.es, en un coloquio sobre el presente y el futuro del pago de contenidos en Internet el en el que tuve el gusto de participar con él y con Nacho Cardero, director de elconfidencial.com. Escolar decía que cerrar los contenidos para que sólo tengan acceso los que pagan por ellos puede dejar fuera de la corriente informativa a muchos ciudadanos que no pueden permitirse el lujo de suscribirse a un medio digital. Esto es una realidad y, de hecho, es significativo que la mayoría de los periódicos digitales que ya cobran por los contenidos hayan levantado sus “muros” en las informaciones referidas al coronavirus: consideraban que era un servicio público que todo el mundo que quisiera pudiera tener acceso a esa información.

El concepto de pobreza mediática lo he oído por primera vez en la presentación del Digital News Report de 2020, que cada año elabora el Instituto Reuters para el Estudio del Periodismo y la Universidad de Oxforf. La parte española del informe está coordinada por la Facultad de Información de la Universidad de Navarra y a ella me voy a referir. El estudio se hace eco del auge del pago el acceso a información por Internet -el 12% de los encuestados ya paga por esos contenidos- y añade que el 33% de los mismos cree que los modelos de pago pueden impedir a otros o a sí mismos el acceso a información de calidad: “El auge de los sistemas de pago por información ha provocado algunos dilemas sobre si podría generar algún tipo de pobreza mediática, de tal forma que las personas con menores ingresos no tendrían a su alcance información de calidad. Este hecho, conocido como efecto Mateo por la referencia evangélica, provoca que al ciudadano que tiene (recursos), se le dará más información de calidad, y al que no tiene, incluso lo que tiene se le quitará, cercenándole de alguna forma la posibilidad de acceder a información de calidad”.

Evidentemente, con la inmensa cantidad de información gratuita que circula por internet -incluso los medios que cierran contenidos dejan muchos en abierto- hablar de pobreza mediática puede parecer un contrasentido. Y es cierto que siempre en el periodismo ha habido quien ha tenido acceso a una mejor información -quienes compraban periódicos, una parte muy reducida de la sociedad- respecto a los que no lo hacían.

Pero también es verdad que las circunstancias han cambiado de forma radical. Antes de Internet, quien no se informaba por los periódicos tenía la radio y la televisión. Ambos medios de comunicación, digamos, estructurados y con niveles de calidad similares a los de los diarios impresos. Hoy, siguen la radio y la televisión siguen existiendo, pero las redes sociales y los servicios de mensajería rompen los esquemas tradicionales. Un ejemplo. Según el Digital News Report, en España, tres de cada cuatro entrevistados se ha informado de las noticias sobre el coronavirus a través de los medios de comunicación. Pero cuando se le pregunta cómo han llegado a esos medios, las respuestas son éstas: un 75% llegan a los medios a través de las redes sociales. Un 56% lo hace mediante buscadores -Google- y un 11% por videoconferencia (las respuestas eran múltiples). Es decir, no llegan a los medios directamente -a sus páginas webs-, sino a través de algoritmos.

En un tiempo en el que la desinformación y los bulos corren sin control por las redes sociales, los buscadores y los servicios de mensajería, no tener acceso a la información de calidad y contrastada -al menos, se supone- que ofrecen los medios en sus servicios de pago puede suponer un hándicap para los ciudadanos sin acceso a esa información. Me parece un buen debate.

--

--

Vicente Lozano Ph.D

Doctor en Periodismo (Internet y la prensa económica) Redactor jefe y columnista de El Mundo. De Cartagena.