17:30 sal de la oficina!

Xuan Prada
14 min readJul 29, 2013

A lo largo de mi vida profesional, especialmente durante los últimos años, no he parado de hacer cosas.

Me he movido por cuatro países diferentes, he trabajado en decenas de proyectos, en varios estudios de animación y/o efectos visuales, hasta al final, establecerme en Londres. En principio, sin avistamientos de volver a cambiar de país o ciudad. Aquí parece que he encontrado los ingredientes necesarios para no tener que seguir moviéndome por el mundo.

La industria del cine, especialmente la que se refiere a los efectos visuales, entre otras cosas, se caracteriza porque se trabaja mucho. O mejor dicho, porque se trabajan muchas horas.

Trabajar muchas horas es un término ligado a esta industria, algo que cualquier artista tiene asumido incluso antes de empezar su vida laboral.

Tres de los séis estudios de efectos visuales más importantes del mundo están en Londres, y además un montón más de estudios medianos y pequeños.

Si combinamos Londres con efectos visuales, se nos vienen a la cabeza muchas cosas buenas, pero también algunas malas. Una de las malas, es que hay que trabajar muchas horas extras, y por supuesto, no te van a pagar por ellas.

En otros países con gran industria cinematográfica, esto no es así. También hay que trabajar muchas horas, pero al menos, te las pagan, y en algunos sitios las pagan realmente bien.

Como ya he dicho, en Londres no se pagan las horas extras, todo el mundo lo tiene asumido y reflejado en su contrato, de modo que si aceptas una oferta de trabajo en esta ciudad es con todas las consecuencias. Si no estás de acuerdo, no te preocupes, hay miles de artistas deseando ocupar tu asiento.

Sirva todo esto dicho para ponernos un poco en situación.

En estos años trabajando en Londres, me he propuesto no seguir ese juego, ir a mi rollo e intentar cambiar las reglas, aunque sea sólo para mi. No trabajo horas extras nunca, no trabajo gratis. Incluso aunque me pagaran no lo haría, no necesito más dinero, lo que quiero es disfrutar más y mejor de mi tiempo libre.

Me gustaría matizar, que a veces, en lo que llamamos “crunch time”, no me importa hacer algunas horas extras, pero sólo los fines de semana. Ocho horas al día como mucho, y sólo uno de los dos días, nunca el Sábado y Domingo.

Si no recuerdo mal, lo he hecho en dos proyectos hasta la fecha, y no tendría mayor problema en volver hacerlo. Dos o tres semanas al año no es demasiado, es razonable y comprensible dado las características de esta industria.

Como nota, si trabajas en fin de semana, si cobras.

No soy consciente de haber terminado un trabajo fuera de fecha, algunos incluso los termino antes de tiempo, y algunos de mis compañeros de trabajo me preguntan constantemente como me las arreglo, como me organizo para sacar el trabajo adelante y no trabajar horas extras.

Voy a intentar resumir aquí muy brevemente algunos de mis hábitos personales/profesionales en cuanto a organización y estructuración de mis días laborales, para intentar llevar una vida más equilibrada, no trabajar más de la cuenta y disfrutar más y mejor del tiempo libre.

Déjame aclarar, que no creo en técnicas de productividad o de organización personal. Hay muchos gurús de productividad ahí fuera vendiendo sus pócimas secretas en libros, conferencias y aplicaciones para móvil. En los últimos años he leído casi todo lo que he encontrado sobre estos temas, y no digo que esas fórmulas no funcionen, pero al menos en mi caso, no han funcionado, así que no puedo recomendarte ninguno de esos métodos, autores o fórmulas secretas.

También creo que la organización personal es algo muy subjetivo, que debería ser estudiado y desarrollado en base a la propia experiencia de cada uno, o al menos, en base a la experiencia de un profesional de un mismo entorno.

Todo lo que paso a contar a continuación, es un método que he ido desarrollando a lo largo de los años, aún está en proceso de mejora, y con mucho margen para ello. Todo es muy personal, muy subjetivo, y probablemente a ti no te sirva para mucho. A mi me funciona, y si te dedicas a la post-producción de cine, quizá te resulte medianamente útil.

Sirva pues este pequeño escrito como respuesta a esos compañeros de trabajo que me preguntan a diario.

Empieza el día la noche anterior

Mi idea de empezar bien el día comienza la noche anterior. Cualquier cosa que tenga que preparar, por simple que sea, la hago la noche anterior, en lugar de esperar al día siguiente por la mañana. Bien sea el itinerario de un viaje corto, sacar unos billetes de tren, preparar una bolsa con ropa de ejercicio, mi material fotográfico, etc.

La idea es irse a la cama con todos los cabos atados.

Nuestro subconsciente nos puede jugar malas pasadas, y seguir trabajando en esas pequeñas cosas que no hemos hecho y tenemos en nuestra to-do list cerebral. Esta actividad cerebral no deseada puede ser una de las causas de que nuestro descanso no sea pleno. No te vayas a la cama con tareas pendientes que podrías resolver en diez minutos.

Horas de sueño

Nunca duermo menos de séis horas, y como norma general, intento dormir ocho.

Los expertos dicen que ocho horas es el número ideal de horas que un adulto debería de dormir a diario.

La diferencia entre dormir cinco o siete horas causa un impacto abismal en tu productividad, al menos en mi caso.

A las 06:15 suena el despertador, con el primer zumbido ya estoy despierto, no tengo sueño, he descansado bien, y a lo largo del día no me encuentro cansado en ningún momento, tengo cuerda para rato.

Muchos de mis compañeros de trabajo se acuestan a las tantas, duermen poco y mal. Como resultado, son poco productivos en el trabajo, o simplemente necesitan más horas para ser productivos. Abusan del café u otras bebidas energéticas, se arrastran por la oficina y prolongan ese estilo de vida durante toda la semana. Esto también causa impacto en su tiempo libre y fines de semana, ya que lo emplean en descansar y desconectar del ritmo de trabajo, dormiendo o no saliendo de casa, perdiéndose su propio tiempo libre.

Si duermes poco y mal, que sea por una buena excusa, como cuidar a tu bebé, acercar a tu pareja al aeropuerto o ese tipo de cosas, no por quedarte delante de un ordenador intentando ser un “working hero” (otro día hablaré sobre esto).

Dormir y descansar bien es la base de mi rutina, sin llevar estos hábitos nocturnos a rajatabla, mi día sería cmpletamente diferente, y el resultado de mi trabajo se vería drásticamente afectado.

Madruga

Madruga todo lo que puedas. Si has dormido bien y descansado lo suficiente, no tendrás problema alguno en levantarte temprano. Yo me levanto a las 06:15 ducha, preparo café y me voy.

Si no tienes nada que hacer en casa, simplemente vete, sal afuera.

Como decía antes, todo lo que necesito para el día lo he dejado listo la noche anterior, así que cuando mi termo de café está listo, cojo mi bolsa y me voy a la calle.

Por las mañanas estamos más frescos, mas enérgicos, nuestro cerebro trabaja más rápido y mejor. La mañana es el mejor momento del día para hacer tareas importantes.

Un mal hábito que observo en la mayoría de la gente, es que emplean las primeras horas del día a realizar tareas banales, tareas que podrías realizar cuando estás mas cansado. Sin embargo mucha gente emplea las mejores horas del día en leer el correo electrónico, preparar la agenda de la semana, fijar calendarios, leer noticias, redes sociales, etc.

Están empleando su momento de mayor lucidez del día en desarrollar tareas insignificantes. Leer correo electrónico o feedback de un cliente, puedes hacerlo en ratos muertos, cuando vas en el tren o en otras situaciones donde no requieres un esfuerzo mental de primer orden.

Yo siempre empleo las primeras horas del día en las tareas más importantes, en las más difíciles, en aquellas que me van a costar mucho esfuerzo, o simplemente, en aquellas no que me gusta hacer.

Tengo la frescura y energía necesaria para hacerlo bien.

Hacer tareas importantes en las primeras horas del día, también te da un golpe de fuerza moral. A media mañana, echas la vista atrás y te das cuenta de todo lo que ya has avanzado, y aún son las once de la mañana. Eso supone un estímulo de energía que te ayudará a afrontar el resto del día con una mentalidad positiva, ya que te has quitado de encima una parte importante de tus deberes, y ayudará a poner en perspectiva lo que aún puedes realizar antes de terminar el día.

Transporte público

Utilízalo siempre que puedas. Además de por razones obvias relacionadas con el medio ambiente, congestión de tráfico y demás, el transporte público es uno de mis lugares preferidos para trabajar.

Yo vivo en el countryside, lo que quiere decir que tengo alrededor de una hora de tren entre mi casa y Londres. Dos horas al día, diez a la semana, cincuenta al mes. Esas son muchas horas para hacer un montón de cosas.

Normalmente dedico el tiempo en el transporte público para trabajar en proyectos personales. En estos momentos tengo en marcha dos proyectos, este y este, y ya tengo otros dos en marcha. Lo importante es tener algo empezado a lo que puedas emplear parte de tu tiempo muerto. No caigas en el error de no hacer nada en el tren, simplemente mirar por las ventanas o echar una cabezadita, son muchas horas que puedes emplear en un sin fin de tareas.

Un cuaderno y mi iPad suelen ser más que suficientes para las tareas que desarrollo en el tren.

En ocasiones, en las que en mi trabajo corporativo estoy involucrado en algo muy importante, o simplemente cuando trabajo en algo con lo que no me siento demasiado cómodo, bien sea por falta de experiencia, o por las propias características naturales de la tarea, puedo emplear el tiempo del transporte público en estudiar, bosquejar o cualquier otra cosa que necesite para avanzar este tipo de tareas, que más tarde tendré que afrontar en la oficina.

En la oficina: Las mañanas

Como ya comentaba antes, las mañanas son el momento más importante de mi dia, me gusta llegar a la oficina alrededor de una hora antes que el resto de la gente, o al menos una hora antes del horario establecido.

Entre otras cosas, esto me permite aprovechar mejor mi tiempo de frescura, ya que a esa hora de la mañana estoy repleto de energía, y no quiero gastarla en comentar con la gente acerca de mis vivencias durante el fin de semana y cosas así. Más tarde tendré tiempo para esto, pero nunca durante las primeras horas del día.

Al principio de este artículo comentaba que siempre empleo las mañanas en realizar las tareas más importantes, así que cuando me siento en mi mesa, cierro el e-mail, programas de mensajería instantánea, silencio el móvil y comienzo a trabajar. O mejor dicho, a ejecutar.

Todo es trabajar, por supuesto, pero me gusta utilizar el término ejecutar para diferenciar una parte concreta de mi trabajo de otras.

Sólo me gusta sentarme delante del ordenador cuando tengo muy claro lo que voy a hacer. No me gusta sentarme frente a dos monitores gigantes, que debilitan cada día más mis ojos, simplemente para pensar, estudiar, leer o pre-producir en general.

En esta industria casi todas las tareas necesitan de una pequeña fase de pre-producción, por parte del artista que las va a realizar. Esta etapa de pre-producción incluye buscar referencias, leer temas asociados a la tarea, buscar ejemplos anteriormente realizados en cine, hacer fotografías, etc.

Este tiempo de investigación, siempre lo intento realizar lo más lejos posible de mi lugar habitual de trabajo, lejos del ordenador.

Generalmente opto por un lugar común como un comedor, una cocina, una sala de reuniones vacía, una cafetería, etc.

De nuevo, un cuaderno y mi iPad suelen ser suficientes.

Es cierto que hay empresas de mentalidad más cerrada (España?) que tienen la equivocada idea de que si no estás en tu puesto de trabajo, es porque no estás trabajando. En esos casos sólo tienes dos opciones; una, hacer caso a lo que te dicen, y la otra ya la sabes.

Como iba diciendo, empiezo a trabajar como una hora antes de que llegen las cientas de personas que forman parte de mi empresa, música y al lio. Trabajo alrededor de unas tres horas seguidas y sin descanso. A eso de las once hago una pausa para tomar café. Aprovecho el momento para dar un paseo por las zonas comunes, saludar a los compañeros, soltar la lengua, estirar el cuerpo, etc.

Las once de la mañana es uno de mis momentos favoritos del día. Además del descanso merecido, es el momento en el que hecho la vista atrás y me doy cuenta de todas las cosas que ya he avanzado en apenas tres horas.

En ocasiones, todo lo que he hecho se va directamente a la papelera, no me gusta. A fin de cuentas este es un proceso creativo y no siempre te salen las cosas a la primera, pero en general, la sensación de las once de la mañana es buena, siento haber hecho muchas cosas y que la tarea avanza a un buen ritmo. Y lo que es mejor, la perspectiva del día es cada vez más favorable.

Cuando me apetece, vuelvo a mi mesa, música y a seguir trabajando. Otras dos horas de forma ininterrumpida.

En la oficina: La comida

Una de las costumbres que menos me gustan de Londres, es que la mayoría de la gente, especialmente los ingleses (y cada vez más el resto) comen delante de su ordenador, en su espacio habitual de trabajo.

Afortunadamente el estudio donde trabajo dispone de unas instalaciones fantásticas para comer, cocinar, etc. Generalmente traigo comida de casa dos o tres veces por semana, y cuando no, salgo a comer fuera.

Sea como fuere, siempre salgo después de comer a dar un paseo, a leer al parque o a visitar a algún compañero o excompañero de otros estudios. Pero la hora de la comida siempre es para descansar y desconectar. Aunque el tiempo estipulado para comer es una hora, no presto demasiada atención al reloj, me tomo el tiempo que considero oportuno para descansar y volver con fuerza al trabajo.

Las horas más productivas de mi día ya han quedado atrás, aún así, entre dos y cuatro de la tarde intento ser lo más eficaz posible. Así que de nuevo música y a trabajar.

En la oficina: Reuniones

Procuro saltármelas. En mi propia experiencia la mayoría de las reuniones sólo sirven para perder el tiempo.

Generalmente siempre hay una persona de producción encargada de tomar notas, así que la información me acaba llegando de todas formas.

Sólo asisto si tengo algo importante que decir, o tengo algo importante que mostrar.

Prefiero hablar con las personas cara a cara, de forma individual. No me gusta el teléfono, email o mensajería instantanea. Una conversación de pocos minutos con la persona interesada suele ser bastante mejor para entenderse que reuniones, o correos kilométricos.

Siempre hay alguna reunión de la que no puedes librarte. En esos casos procuro avisar a la persona de producción responsable por la reunión para que me llame sólo cuando me toque intervenir o cuando se hable de algo relacionado de forma directa con mi trabajo.

En la oficina: Agenda

En el pasado estaba obsesionado con mi agenda. Siempre llevaba una donde escribía todo lo que tenía que hacer, más tarde lo mismo con apps, etc.

Todo lo escribía y documentaba. Un día me di cuenta de que pasaba casi más tiempo preparándome para trabajar que trabajando en si mismo.

Hoy ya no tengo agenda de ningún tipo.

Divido mis días en tres bloques: Mañana, día y tarde-noche.

Se que las mañanas son para trabajo personal, el día para trabajo en la oficina, y las tarde-noches para mi tiempo libre y disfrute personal.

Lo que hago en cada uno de esos bloques lo tengo en mi cabeza, además soy mono tarea, nunca hago dos cosas a la vez, así que tampoco me lio mucho con las cosas. Si me olvido de algo probablemente sea porque no es demasido importante.

Tampoco sigo mi agenda o planning de trabajo en la oficina. Como es lógico en esta industria, tenemos deadlines y fechas de entrega. Apenas miro las fechas, se que están ahí pero no me obsesiono con ellas.

Trabajo en una tarea hasta que considero que es digna de ser presentada. La muestro, recibo feedback y continuo. Cuando se termina se termina, no miro si se ha terminado en fecha o si me he pasado dos días, lo importante es entregar un trabajo de calidad.

Entiendo que es mejor pasarse unos días de la fecha de entrega y presentar algo de calidad, que entregar una tarea dentro de los plazos y que no de la talla. La agenda y el calendario son invisibles para mi.

De momento me ha ido funcionando en diferentes estudios, así que no debe de ser un plan tan malo.

En la oficina: Huir no es de cobardes

En un trabajo creativo, artístico, hay ocasiones donde no eres capaz de sacar las cosas adelante. Aveces simplemente no salen, no estás fino, te falta concentración, mano, o que se yo. Pero todos tenemos esos momentos en los que no nos sale nada.

Te bloqueas y haces un trabajo paupérrimo, y por más que lo intenas, no consigues arreglarlo.

Cuando me ocurre esto, cojo la puerta y me voy. A pasear por el Thames, a tomar un café o a sentarme en un banco del parque, lo que me apetezca. Sea lo que sea, a hacer algo no relacionado con trabajo, a limpiar mi mente, a coger aire fresco.

Al día siguiente estaré mejor y las cosas saldrán de otra manera, saldrán bien.

En la oficina: Terminando el día

Sobre las cinco de la tarde empleo unos minutos en leer el email.

La mayoría son correos ruido, no son importantes.

Leo y/o contesto los que precisan de algún tipo de acción por mi parte. Aveces, mientras tiro un render o guardo un .psd, puedo echarle un ojo al email, por si hay algo urgente, pero sin volverme loco. Lo normal es que si algo urgente requiere de mi persona, se me contacte por otras vías más directas, como el teléfono o el face to face.

Cuando termino con el email reviso el trabajo que he realizado a lo largo del día, e intento ponerlo en perspectiva. De donde he partido y a donde he llegado. Anoto las correcciones que veo a simple vista y los cambios que tendré que hacer al día siguiente.

Cuando llegue a la mañana siguiente, revisaré mis notas y ya sabré por donde empezar.

A las 17:30 me voy de la oficina.

Aquí se termina mi jornada laboral, ya no trabajo más hasta el día siguiente.

A partir de ahora empieza mi tiempo libre, mi tiempo de ocio personal.

Empezando la tarde-noche

Aún me queda el viaje en tren de vuelta a casa.

Si quiero dar un empujón a alguno de mis proyectos personales, aprovecho la hora de tren para ello, pero generalmente empleo el viaje de vuelta, en leer, esuchar música o hablar con mis amigos de otros países.

En general, cualquier cosa que me haga desconectar el día laboral, y me recuerde que ya he terminado y que es tiempo para otras cosas.

Ejercicio

Nuestros trabajos cada día son mas estáticos, cada vez estamos más tiempo sentados, cada vez nos movemos menos, etc.

Cuando llego a casa salgo a hacer algún tipo de ejercicio aeróbico para soltar el cuerpo y liberar la mente. Al menos tres días por semana. Vivir en el countryside te ofrece un cantidad de recursos naturales increíbles, parques, bosques, etc, para salir a correr o montar en bici.

También juego al fútbol con la gente de otros estudios de Londres un día por semana, momento divertido y recomendable para mantener relaciones extralaborales en un entorno diferente.

Resumen

Ya no trabajo en casa, ni en fines de semana, ni en mi tiempo libre.

Dejo la oficina a las 17:30 y punto.

No trabajo 15 horas seguidas, no me canso de mi trabajo, entrego trabajo de calidad, y todo ello en la industria y en la ciudad con más fama de hacer horas extras.

Trabajo constantemente en proyectos personales, y sobretodo, tengo muchísimo tiempo libre, de calidad, para poder dedicarme a mi y a mi familia.

Muchos profesionales se escudan en que aman su trabajo para hacer 15 horas al día. No te engañes, eso no cuela.

Trabaja lo que te pida el cuerpo, no lo que te pida tu jefe producción.

No repitas constantemente la frases “no tengo tiempo para nada”, “ojalá el día tuviera más horas”, etc. El tiempo es una constante universal igual para todas las personas, nadie tiene ventaja.

Cambia algunos de tus hábitos personales para ser un mejor profesional y disfrutar más de la vida.

Como dijo Woody Allen, “no quiero alcanzar la inmortalidad mediante mi trabajo, si no simplemente, no muriendo.

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