Entre memes, ciencias sociales y feminismos: Notas para una Psicología Crítica (Parte 2)

Yarlenis
6 min readSep 13, 2020

Por: Yarlenis M. Malfrán.

Cuando yo estudiaba Psicología y en los tiempos en que fui profesora era común, dentro del “argot psicológico” hablar de familias estructuradas versus desestructuradas, re-ensambladas[1], entre otras clasificaciones que ahora mismo no recuerdo[2]. Se trata, en definitiva, de una producción de conocimiento psicológico acerca del objeto familia. Quizás, una de las utilidades innegables de estas clasificaciones haya sido su capacidad de mostrarnos la diversidad y complejidad del universo familiar, reconocible no apenas en la figura de mamá+ papá + hijos/as; o sea, la archiconocida familia nuclear. Dígase de paso, familia heterosexual, cisgénero y reproductiva.

Ahora bien, existe también un poderoso efecto acusatorio en estas clasificaciones psicológicas centradas en la estructura. Al decir que una familia es desestructurada, tomando como índice la ausencia de algunas de estas figuras que se adoptan para establecer que la familia NUCLEAR es el MODELO, se está reforzando que, al estar fuera de ese patrón, “algo resultó errado” con toda la carga de culpabilización y sensación de fallo que produce tomar ciertas representaciones como el ideal de algo. O sea, inscribir a las familias que se distancian del modelo nuclear en el espectro de desvíos es, cuando menos, perjudicial. Esas otras configuraciones familiares no son, necesariamente desestructuradas o desviadas, “salidas del tiesto”. Desviada es esta manera de pensar, por ser reduccionista, hetero/cis-centrada y reproductora de lógicas coloniales.

La familia nuclear no es la forma natural de constituir familia, ella es naturalizada como el ideal. Estamos hablando aquí de una NORMA y no de algo que tenga estatus de natural. Natural es respirar. Acá estamos lidiando con una construcción cultural, simbólica, emanada de posiciones de poder: la Iglesia católica y también las ciencias sociales hegemónicas y no críticas. Reitero, volvamos a la filosofía marxista para recordar con Engels, el origen de ese tipo de familia dentro de una economía capitalista. Y obviamente los países socialistas tampoco escapan a los efectos nocivos de ese modelo familiar burgués, occidental impuesto por los procesos de colonización. Las autoras poscoloniales y decoloniales explican esto mucho mejor. Sugiero, en este sentido, la lectura del libro de Ochy Curiel “La nación heterosexual”. Al margen de los discursos decoloniales (pero en sintonía con ellos), a comienzos del siglo xx, algunas feministas marxistas como Alexandra Kollontai se referían a estas cuestiones en el contexto de sociedades socialistas. No está mal, de vez en cuando, estudiar un poco.

Un ejemplo cotidiano que me incomoda bastante es cada vez que se reivindica la presencia del padre como algo que TODO NIÑO/A del universo entero, necesitaría para “crecer sano y feliz”. O cuando se dice “mi mamá ha sido mamá y papá”. Toda una reificación de ese modelo. Primero, perciban que existen familias constituidas, por ejemplo, por dos mujeres lesbianas e hijes que no reivindican ninguna paternidad, ninguna figura masculina. Estas familias son totalmente legítimas, y les hijes de dos mujeres lesbianas pueden crecer sanos y felices sin esta figura (muchas veces decorativa) de “un padre”. Segundo, que puede ser también una opción igualmente legítima de cualquierita constituir familia fuera de este modelo, inclusive dentro del espectro de la heterosexualidad existen configuraciones familiares basadas en redes comunitarias, redes de afecto, entre otras posibilidades.

A quienes le funcione el modelito de familia nuclear, todo bien. A quien le cause sufrimiento psíquico la ausencia de estas figuras hemos de respetarle y acogerle como profesionales de la Psicología. Pero noten que a veces el sufrimiento está asociado a la vivencia de inadecuación impuesta por un modelo normativo. Ese mismo modelo que hace a muchas mujeres entrar en una carrera desenfrenada por “adecuarse” a aquello que se asume como supuestamente normal. Noten que, muchas veces, cuando ha pasado un tiempo considerable sin que personas que se conocen se vean, la PRIMERA PREGUNTA es: ¿te casaste ya? ¿tienes hijas/os? Inclusive me resulta tremendamente llamativo cómo a una mujer separada, divorciada se le suele decir “tienes que rehacer TU VIDA”. El nivel de centralidad que se le otorga a este modelo de familia es, cuando menos asustador. Toda la vida subsumida al hecho de tener hijas/os y marido; no solo tenerlos como mantenerlos a toda costa y a todo costo (inclusive psíquico y emocional). ¡¡¡Haya paciencia!!!

Cabe entonces resaltar que la familia nuclear monogámica, heterosexual, cisgénero y reproductora se trata apenas de una posibilidad de organización familiar entre muchas, no necesariamente de un ideal que todo el mundo mundial deba alcanzar; de hecho, a algunas personas ni siquiera les interesa y no pasa absolutamente nada. No estoy pensando aquí apenas en el espectro LGBTQI+ cotidianamente tratado, a nivel de sentido común, como “familias diferentes”. La familia nuclear es también una familia diferente. Ese vicio de observar apenas a los otros como diferentes es un efecto del narcicismo de la heterocisnorma. Lo único que le otorga el estatus de jerarquía, de “modelo” es su emergencia de discursos hegemónicos, de sistemas de poder.

Todo este preámbulo para decir que no podemos olvidar que la psicología en tanto ciencia, se edificó con cierto vicio por la clasificación y las taxonomías excluyentes. Baste recordar que es con Robert Stoller, situado dentro de una psicología estadounidense, que se contribuye a acuñar a las existencias trans como desvíos (una parte de la historia que, infelizmente no está incluida en las carreras de Psicología, al menos hasta donde yo conozco). El discurso de “cuerpo errado” de personas trans es una expresión más de este vicio por la clasificación a partir de que se opera con ideales normativos. Ideales normativos de cuerpo, de familias, de existencias. Tales ideales normativos construyen a múltiples posibilidades existenciales como errores, fallos. Es más, lanzan al espectro de excepcionalidad, anormalidad, desvío, inferiorización a un conjunto de existencias. Siguiendo esa lógica normativa, mi familia, compuesta por mi madre, mis primas, amigas, sería una “familia desestructurada”. ¿Perciben la proximidad de este tipo de discurso “científico” con el de los fundamentalistas que reivindican el diseño original?

Cuando hablamos de una psicología crítica, nos estamos refiriendo a la necesidad de pensar y producir conocimiento por medio de otros paradigmas, que, en este caso nos permitan problematizar el ideal regulatorio de familia nuclear. Una psicología crítica es aquella que establece alianzas con referentes teórico-políticos críticos como el feminismo, los estudios decoloniales y los estudios queer. Intentaré sintetizar mi concepción de la importancia de una epistemología feminista, queer y decolonial para (re)pensar la familia dentro de la Psicología.

* Descolonizar la psicología tiene que ver, entre otras cosas, con reconocer a este modelo de familia nuclear dentro del contexto histórico (occidental) en el que surgió, y dejar de pregonarlo como la forma adecuada, estructurada de existir en sociedad.

** Uno de los presupuestos queer que ayuda a pensar la familia a través de otras lentes es, por ejemplo, el referido a las críticas que se tejen dentro de los estudios queer a las categorías reificadas como mujer, lo que pudiéramos expandir a otras categorías como la categoría madre. Los estudios queer advierten acerca de las limitaciones de usar de forma reificada y universalista, determinadas categorías para fines políticos (inclúyase aquí algunas políticas públicas). Por ejemplo, analicemos la política pública (o como se entienda) de la concesión de círculos infantiles a “madres trabajadoras” que existe en nuestro país. Resulta que cuando la emigración comenzó a tener mucho más auge en Cuba, un montón de niñas/os quedaron al cuidado de padres, abuelos y otras figuras. Igualmente quedaron privados de la posibilidad de acceder a círculo infantil toda vez que este beneficio está pensando apenas para madres (entendiendo por esto apenas aquellas que parieron) trabajadoras. ¿por qué no reformular esta política pública o este derecho, asumiendo como beneficiarios de la misma a personas que cuidan de niñas/os? (Abogadas feministas ayúdenme a pensar aquí!!!). En fin, la cucarachita martina. No estoy inflando, hablo aquí a partir de experiencias conocidas de mujeres próximas a mí, que una vez que emigraron y sus hijas/os quedaron al cuidado de otras personas, quedaron privadas de este beneficio.

*** A grandes rasgos una perspectiva feminista para entender la familia, nos auxilia a comprenderla como un sistema moldeado también por el género y las desigualdades de género.

Y todavía no llego al análisis de la novela que se conecta con todo esto. Habrá parte 3 y 4 entonces. Continuará….

[1] Una tipología que da la impresión de que algo está descompuesto y precisa ser concertado, arreglado. De ahí el apelo a la cuestión de re-ensamblado como quien inserta piezas de carro modernas en los ladas soviéticos para que sigan funcionando.

[2] Actualmente no sé si estas clasificaciones siguen vigentes dado que no tengo acceso a los Planes de Estudio, ni me di el trabajo de buscarlos. Lo que más me interesa aquí es problematizar cómo un cierto modo de pensar como psicólogas/os que advierto hasta hoy.

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Yarlenis

Feminista. Doutora em Ciências Humanas (UFSC). Feminismos, Estudos de Gênero, Psicologia Social crítica.