Planeando para todo

Mariana Ramírez
A List Apart en Español
7 min readAug 30, 2019

Por Peter Morville. Original en inglés, traducción al español por Mariana Ramírez

Una nota de los editores: Nos complace compartir un extracto del Capítulo 7 (“Reflexionando”) Planning for Everything: The Design of Paths and Goals por Peter Morville, disponible ahora en Semantic Studios.

Había una vez una familia feliz. Cada noche durante la cena, mamá, papá, y dos niñas que todavía creían en Santa jugaban un juego. Las reglas son simples. Cuenta tres historias acerca de tu día, dos ciertas, una falsa, y ve quién puede detectar la mentira. Hoy vi a una señora pasear un conejo con correa. Hoy encontré un diente en la cocina. Hoy olvidé mi ropa interior. La familia comió, rió, aprendió junta, y mintió feliz para siempre.

Hay una verdad en la historia. Prácticamente no es falsa. Jugamos este juego, por años, y era divertido. Amábamos aturdirnos y desconcertarnos mutuamente, sin embargo la gran sorpresa era la perspicacia. Al reflexionar sobre mi día, a menudo me asombraban las rarezas ya perdidas. Si no fuera por la búsqueda intencional de anomalías, habría borrado de mi memoria estas desviaciones estándar. Rara vez recordamos a los inadaptados que nos encontramos.

Observamos un pequeño trozo de realidad. Entendemos y recordamos incluso menos. A diferencia de la mayoría de las máquinas, nuestra memoria es selectiva e intencional. Las metas y creencias definen lo que notamos y almacenamos. A los mapas mentales añadimos lugares que predecimos necesitaremos visitar más adelante. No se trata del pasado. La intención de la memoria es planear.

Reflexionando, miramos hacia atrás para seguir adelante. Buscamos en el pasado verdades e ideas para cambiar el futuro. No estoy hablando de nostalgia, aunque todos volvemos incesantemente y queremos lo que creemos que tuvimos. Mi objetivo es redireccionar. Al reflexionar sobre verdades incómodas, espero cambiar no sólo los caminos sino las metas.

Figura 7–1. La reflexión cambia la dirección.

Todos tenemos momentos de reflexión. Solos en la ducha o caminando, volvemos sobre los pasos de un día. Juntos en un almuerzo laboral o durante una cena familiar, compartimos recuerdos y pasos en falso. Algunos reflexionamos más rigurosamente que otros. Con el tiempo, se nota.

Las personas que como hábito extraen principios o reglas subyacentes de nuevas experiencias, son más exitosas en el aprendizaje que aquellas que toman sus experiencias al pie de la letra, sin poder inferir lecciones que puedan ser aplicadas posteriormente en situaciones similares.¹

En Agile, la retrospectiva de sprint ofrece un contexto colaborativo para reflexionar. Cada dos a cuatro semanas, al final de un sprint, el equipo se reúne durante una hora más o menos para mirar atrás. Las preguntas focales incluyen: 1) ¿qué estuvo bien? 2) ¿qué salió mal? 3) ¿cómo podríamos mejorar? Al reflexionar sobre el plan, la ejecución y los resultados, el equipo explora sorpresas, conflictos, obstáculos, y lecciones.

Además del análisis convencional, una retrospectiva crea una oportunidad para el aprendizaje de doble ciclo. Editar las acciones planificadas basados en la retroalimentación es normal, pero revisar supuestos, metas, valores, métodos, o métricas puede efectuar un cambio más profundo. Un equipo capaz de expandir el marco puede hackear sus hábitos, creencias, y el entorno para estar mejor preparado para tener éxito y aprender.

Figura 7–2. Aprendizaje de doble ciclo.

Las retrospectivas permiten que la retroalimentación constructiva impulse el aprendizaje y la unión del equipo, pero es lo que las hace difíciles. Puede que nos falte coraje para ser honestos, y a menudo las personas no pueden soportar la verdad. Nuestros filtros son tan potentes como idiosincrásicos, lo que significa que todos somos ciegos tocando una tortuga, o es un árbol o un elefante? Duele reconciliar diferentes percepciones de la realidad, tanto que a menudo simplemente nos callamos y nos apagamos.

Búsqueda de la verdad

Buscar la verdad juntos requiere una cultura de humildad y respeto. Todos somos profundamente defectuosos y vulnerables. Todos debemos hablar y escuchar. Las ideas que no implementamos pueden conducir a las que sí lo hacemos. Los errores que encontramos no se tratan de fallas, dado que nuestra intención es una solución para el futuro. Y los supuestos no merecen más confianza que las predicciones, ya que nunca sabemos qué habría pasado si lo hubiéramos hecho.

La reflexión es más fructífera si conocemos nuestra propia mente, pero eso es más difícil de lo que pensamos. Una habilidad imperfecta para predecir acciones de seres sensibles es producto de la evolución. Es rápido y sucio, pero mejor que nada en el contexto de la supervivencia en una selva o una tribu. Curiosamente, la psicología cognitiva y la neurociencia han demostrado que utilizamos la misma teoría de la mente para estudiarnos a nosotros mismos.

La autoconciencia es sólo la misma habilidad de leer la mente, cambiada y empleada en nuestra propia mente, con toda la falibilidad, especulación, y falta de evidencia directa que confunde la lectura de la mente como una herramienta para adivinar el pensamiento y el comportamiento de los demás.²

La ciencia empírica nos dice que la introspección y la conciencia son bases poco fiables para el autoconocimiento. Sabemos que esto es cierto pero lo ignoramos todo el tiempo. Haré una hora de tarea al día, no la dejaré para el final de las vacaciones. Si adoptamos un perro, yo lo pasearé. Si compro una casa, seré feliz. Sólo tomaré un trago. Somos más de lo que pensamos, como escribió Walt Whitman en Song of Myself.

¿Me contradigo?
Muy bien, entonces me contradigo
(Soy grande, contengo multitudes.)

Nuestros mejores planes salen mal porque la complejidad existe tanto dentro como fuera. Nuestros caóticos y entrelazados cuerpo-mente son ecosistemas dentro de ecosistemas. No es extraño que sea difícil de predecir. Aún así, es sabio buscar la verdad de uno mismo, o al menos eso es lo que pienso.

Tras reflexionar, mis neuronas espejo me dicen que soy un introvertido tímido que ama leer, caminar, y planear. Evito los conflictos cuando es posible pero no me falta coraje. Cuando me fijo una meta, puedo enfocarme y filtrar sin descanso. Adopto hábitos y evito las novedades. Si fallo, tiendo a girar en lugar de persistir. Quien soy está cambiando. Creo que se está acelerando. Ninguno de estos rasgos es malo o bueno, puesto que todas las cosas son de doble filo. Pero un autoconocimiento consciente tiene valor. Cuanto más me doy cuenta de la verdad, mejores son mis planes.

Hace años, planeé unas vacaciones familiares en St. Thomas. Lo hice simple: un lugar cerca de una playa donde podíamos hacer snorkel. Fue un escape maravilloso, relajante. Pero con el tiempo un mensaje diferente pasó a través de mis filtros. Nuestras niñas se habían aburrido. Lo descarté al principio. Había planeado una experiencia compartida que recordaba con cariño. Dolía escuchar lo contrario. Pero al final escuché y aprendí. Ellas ansiaban no un escape sino una aventura. Por eso nuestro viaje a Belice. Encontré que la planeación y ejecución eran estresantes dado el riesgo, pero no me arrepiento de nada. Compartimos una aventura alegre que nunca olvidaremos.

Mucho tiempo atrás cuando hacíamos malabares con las bebés, accidentalmente tiramos el correo. Las facturas se quedaron sin pagar, llegaron las notificaciones, juramos que lo haríamos mejor, y luego perdimos el correo de nuevo. Un día llegué del trabajo y encontré un sistema de buzón interior hecho con latas de pintura. Mi esposa Susan lo construyó en un día. Lo hemos usado para clasificar y guardar el correo por 15 años. Es un truco épico que yo nunca habría hecho. Mi habilidad de concentrarme significa que filtro cosas. Ignoro problemas y me pierdo las soluciones. No estoy seguro que cambiaré. Quizá merezca una oración.

Dios concédeme la serenidad para aceptar las cosas que no puedo cambiar,
el coraje para cambiar las cosas que puedo,
y la sabiduría para notar la diferencia.

También buscamos sabiduría en los demás. Esto explica nuestra fascinación por las estadísticas del arrepentimiento. Los deseos al final de la vida a menudo incluyen:

Desearía haber tomado más riesgos, haber tocado más vidas, haberme enfrentado a los acosadores, haber sido un mejor esposo o padre o hijo. Debebería haber seguido mis sueños, trabajar y preocuparme menos, escuchar más. Si tan sólo hubiese cuidado mejor de mí mismo, elegido un trabajo significativo, tenido el coraje de expresar mis sentimientos, permanecido en contacto. Desearía haberme permitido ser feliz.

Si bien brindan sabiduría, los últimos deseos son difíciles de escuchar. Somos escépticos por una buena razón. La memoria nos prepara para el futuro, y ese también es el objetivo del arrepentimiento. No es prudente confiar la claridad de los lentes color rosa. El recuerdo del dolor y la ansiedad se desvanece con el tiempo, pero nuestro deseo de integridad crece. Cuando el tiempo apremia, el arrepentimiento es una forma de rectificar. He aprendido mi lección. Te la estoy pasando a tí. Soy mejor persona ahora. No cometas mis errores. Es fácil decir “ojalá me hubiera enfrentado a los acosadores”, pero difícil hacerlo en el momento. Hay sabiduría en los últimos deseos pero también parcialidad y autojustificación. La confabulación significa que editamos recuerdos sin intención de engañar. La verdad es escurridiza. La reflexión es dura.

Notas

[1] Make It Stick por Peter Brown et. al. (2014), p.133.

[2] Why You Don’t Know Your Own Mind por Alex Rosenberg (2016).

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Mariana Ramírez
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