El Terror, el Horror y el Miedo

Mitchel Altez
Ácidos Literarios
Published in
5 min readMay 31, 2022

Diferencias, similitudes y consejos

Partamos desde el inicio, las diferencias.
Aunque en muchos medios tanto horror como terror se usan como sinónimos, es de bien saber que esto no es acertado; si bien existen similitudes, las diferencias… ¿hacen la diferencia?

Comenzando desde el punto en común, el miedo.
Este puede definirse como una emoción para la mayoría desagradable, derivado de un supuesto o manifiesto peligro, así como de las aluciones a dicho peligro.

Se define como terror una sensación de miedo intenso. Aunque hay quien lo define como un miedo intenso derivado de un peligro lógico, tangible.

Se define, del mismo modo, al horror también como una sensación de miedo intenso, pero en mayor medida que el terror. Por otra parte, hay quien lo define como un miedo intenso derivado de un peligro ilógico, intangible o paranormal.

Habiendo resaltado las acepciones más comunes de horror y terror, paso a dejar mi percepción personal de los mismos:

El terror es el miedo intenso, pero momentáneo, superficial.
El horror es el clímax del miedo, la quintaesencia del miedo; y su razón reside en lo profundo de la psiquis humana, el horror se manifiesta en pequeñas dosis que conforman un todo. No es una emoción, ni una sensación, es un estado atemporal de la emocionalidad del ser humano.

Teniendo los conceptos definidos, podemos dar paso a los tips o consejos a tener en cuenta al escribir horror:

A Cuentagotas
En terror y horror, igual que en misterio, la información que se le debe ofrecer al lector debe ser la mínima posible para que:
A. No abandone la lectura por falta (o exceso)de información.
B. No adivine la resolución antes de tiempo.
C. Se mantenga en el máximo estado de tensión hasta dar el “golpe de gracia”.

El Grito, de Edvard Munch

Modo Conspiranóico
Una de las cualidades más fascinantes y atractivas de la literatura de horror (y terror), que también va de la mano con el punto anterior, es la posibilidad de darle al lector rienda suelta a su imaginación.
Esto es, permitirle formular teorías, juicios y suposiciones respecto a lo que dice la obra, y especialmente, lo que no dice.
Es de bien saber que muchos escritores de terror — léase Lovecraft — hacían/hacen uso de elementos sin previa presentación ni posterior explicación para enriquecer su obra, dotarla de misticismo o misterio, o bien dar pie de entrada a obras posteriores.
Ejemplo de esto son los varios manuscritos y grimorios ficticios creados por el susodicho Lovecraft para insuflar misterio en su obra, véase el Necronomicón.

LAILA SAMPHILIPO / THE TEMPLE NEWS

Había un asesino, mató a todos. Fin.
Ejemplos como el del título han de evitarse a toda costa.
A primera vista podría parecer difícil escribir algo novedoso y aterrador en el enorme mercado del horror; con hombres-lobo, zombis, asesinos dementes y el peje-lagarto, podría pensarse que “ya está todo escrito”, pero no podría estarse más alejado de la realidad. Como definimos hace ya varios párrafos, el horror es inherente al ser humano, y nuestras cabecitas locas son capaces de encontrar horror en básicamente cualquier cosa, incluso puede convertir esa montaña de ropa sobre una silla en un demonio aterrador cuando se apagan las luces.
En pos de no engordar más este punto, recomiendo partir desde los miedos personales de uno mismo, retorcerlos, moldearlos, darles una vuelta, y cuando parezca que ya se está en el clímax del horror, una vuelta más por si las moscas.

Tantas formas de matar
Puedo decir que te entiendo cuando quieres contar de una vez cómo tu hombre-hormiga desmembró y devoró a uno de tus protagonistas, pero espera ahí.
Si bien encorvarse a escribir una escena de seis páginas sobre una masacre puede ser atractivo para unos, podría resultar excesivo para otros, incluso aburrido, así que te invito a probar estas tres técnicas ninja del horror:

A. Una párrafo vale más que mil gritos (Omisión)
En lugar de describir cómo Juan el Desollador asesinó a seis personas en 3 páginas, puedes economizar espacio y tiempo presentando (con detalles) a Juan arrastrando las pieles ensangrentadas de seis personas. ¡En menos de un párrafo!

B. Fue horrible ¡Fue horrible! (Flashback/Regresión)
Otra buena manera de salirse del estándar es, cuando se está por dar el punto álgido de la trama, cambiar de escena a una paralela, y rescatar lo acontecido en un posterior flashback, monólogo, o una imagen mental transmitida por un alienigena; las posibilidades son infinitas.

C. Eso se acercaba lentamente, hasta que… (Final Abierto)
Odiado por unos, amado por pocos, el final abierto es un recurso tan útil como peligroso. Si se abusa de él, aburre; pero en su justa medida, quizá con algún cliffhanger al final de ciertos capítulos, es un recurso valiosísimo.
Si se usa al final de un capítulo (cliffhanger), puede ser un enganche eficaz que obligue al lector a mantenerse otra hora pegado al libro. Si se usa al final de una novela, puede dejar el camino abierto a una secuela, o bien al instinto conspiranóico del lector.
Sin embargo téngase en cuenta, si se abusa de este recurso al final de los capítulos, da la sensación de que nada pasa en realidad.
Y si se usa en exceso al final de la obra (quizá para atestar al lector de secuelas, pillo) abandonará por cansancio.

Lee, infórmate, estudia
Existen tantos subgéneros del horror como tipos de hamburguesa, por tanto procura leer (y mucho).
Hay gente que teme a los insectos, y sin embargo los hombres-lobo le parecen adorables. Así también, hay quien teme a los payasos, pero no se inmutan ante la imagen del poderosísimo Nyarlathoteph; por esta razón, si crees que la literatura de horror no asusta, estás buscando poco, en el lugar equivocado, o no lo estás haciendo.

Finalizo el artículo de hoy con una alentadora sentencia para aquellos que se inician en el maravilloso mundo del horror:

Todos temen, algunos incluso le temen al miedo.

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