Hembrismo

El comienzo del fin

Mitchel Altez
Ácidos Literarios
4 min readNov 25, 2021

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El declive era evidente, tomaron el poder con falacias injustificadas y rencores de antaño, dijeron buscar la igualdad, pero nos robaron la libertad, a todos por igual. Se inventaron un enemigo invisible, intangible y todopoderoso al cual culpar de sus desgracias, y nos pusieron su máscara mientras nos señalaban, nos gritaban, nos humillaban.

En poco menos de diez años, ya no quedaban hombres o mujeres sobre la tierra, sólo entes sin forma, sin identidad o libre albedrío; el matriarcado se apoderó de todo lo que valorabamos en represalia por los errores de un pasado lejano. Su odio se dejaba ver desde el comienzo, profanaron nuestros monumentos, parques, estatuas; no hubo sitio seguro donde refugiarse de su rabia.

En un principio intentamos dialogar, pero sólo supieron responder con gritos histéricos, gruñidos porcinos e insultos variados. Su lucha en un principio era justa, debo decir que no vivíamos en un jardín de lirios silvestres, sin embargo, en ese entonces podíamos ser alguien. Hoy la humanidad está al borde de la extinción, la mayoría de personas han olvidado cómo reproducirse, otra gran masa tomó el camino de la abnegación, alegando que el fin de la especie era la solución a todo.

He vivido suficiente para ver el mundo de antes y el de ahora, entiendo lo que sucede y lo que sucedió, pero no puedo hacer nada al respecto, sospecho que aún siguen buscándome.

Cuando un individuo se convierte en el receptor del odio de eso, las demás acuden sin dilación a su servicio, sus mentes frágiles han olvidado el debate, el análisis de hechos y la justicia. Sólo ellas tienen razón, y quien piense lo contrario es su enemigo, como yo lo soy.

Los grandes edificios se derrumbaron años atrás, la economía global colapsó, se instauró el anarquismo en el mundo y para el mundo, siendo su palabra la única ley.

Sin embargo, yo nací como un hombre libre, y eso jamás me lo arrebatarán, pienso confrontar esa horda sin importar las consecuencias, ¡incluso la muerte sería mejor que vivir esta distopía!

Escribo estas notas sueltas para que, si alguien las encuentra, sepa que un hombre vivió y murió defendiendo lo que creía correcto; aunque quizá no sepan siquiera qué significa hombre, pues en cuanto llegaron al poder se encargaron de censurar y eliminar todo lo que les desagradaba. Después, profanaron el lenguaje en aras de saciar sus deseos incoherentes, y dilapidaron el nombre de cada uno de sus antiguos disidentes, los primeros profetas de este desastre que el mundo ha padecido. No conformes con eso, iniciaron campañas para asesinar no-natos, inauguraron con todo placer campos de trabajo forzado para hombres, o como les llaman ahora, “personas de trabajo”.

Todo sucedió tan paulatinamente que me es difícil definir en qué momento se tergiversó una causa antaño noble. Las garras muertas de Marx tuvieron influencia importante, sin embargo el detonante fue otro: odio. Odio hacia el hombre, y todo lo que lo representa.

Escucho su canturrear desafinado fuera, ya puedo imaginar sus dedos acusadores apuntandome, sus insultos, sus golpes.

Llegó el momento de salir y confrontarlas, mi destino está sellado, moriré torturado, humillado y crucificado, sus grotescos cuerpos carentes de identidad o memoria azotarán contra mi cuerpo muerto y lo quemarán, mis cenizas serán olvidadas para siempre en alguna ciénaga putrefacta. Llegó el momento, debo salir y enfrentar la muerte, porque no está muerto quien no respira, sino aquel que olvida quién es, y yo soy un hombre, el último que queda.

Este texto surgió durante el día seis del último mundial de escritura y resultó ser, sin intención de serlo, un interesante experimento social. Entre los textos anteriores, los comentarios habían resultado ser cordiales, positivos o no tener comentarios, sin embargo, este parece haber tocado una fibra sensible de más de un inadaptado.

¿No es toda ficción una distorsión de la realidad?
Genial Galeano, pero, ¿qué tiene que ver con el texto?
Miedo a la “mujer sin miedo”, ¿eso es lo que evoca el texto?

Todo parece apuntar a que este pseudofeminismo contemporáneo ha hecho mella en la objetividad de personas que tienden a llamarse “escritores”.

Como extra, si te has ofendido por el texto, felicidades, sos un imbécil.

Saludos cordiales (excepto para los imbéciles), Mitchel Altez.

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