¿Cuál cree usted que es la mayor amenaza para la libertad?

Alfonso Basallo
Actuall .com
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5 min readSep 9, 2015
¿Es el PP la panacea frente a una izquierda con cuernos, rabo y coletas?

Ningún elector del PP está entusiasmado con Rajoy –y muchos se sienten traicionados y querrían colgarlo del palo mayor- pero todos están dispuestos a votarle con la nariz tapada porque, alegan, el ‘frente popular’ Podemos-PSOE es infinitamente peor y echaría a pique la incipiente recuperación económica.

El espejismo del mal menor les hace creer que el PP es la panacea frente una izquierda con cuernos, rabo y coletas, que les va quitar el dinero, va a cargarse la libertad imponiendo una férrea dictadura y que va a dejar a España sin cerveza y papel higiénico, como en Venezuela. El jurásico marxista que esos votantes de derecha creían extinguido con la Caída del Muro ha dejado un huevo de dinosaurio, Podemos, y la criatura nos amenaza, como los velocirraptors saltarines de Spielberg.

En realidad, el marxismo no se ha ido del todo de una Europa carcomida por la metástasis socialdemócrata. El peso del Estado en sus diversas reencarnaciones –Unión Europea, comunidades autónomas, diputaciones, consejos de cajas de ahorros, partidos políticos, comisarios políticos en centros de enseñanza- asfixia a la sociedad civil o, lo que es peor, la soborna con subsidios o la embrutece repartiendo condones con sabor a fresa, cortando de raíz toda iniciativa, haciéndole creer que le resuelve la vida, porque se encarga de la sanidad, la educación y las pensiones, cuando lo que en realidad hace es robarle la libertad… además del dinero.

Con el camelo socialdemócrata, Europa ha llegado a creerse que el mercado es la ley de la jungla y que el único refugio frente a la voracidad capitalista es papá Estado. Se ha aceptado como dogma incuestionable que si no fuera por el Estado los desheredados se pudrirían entre cubos de basura y los niños humildes no podrían estudiar. Lo cual es falso porque la desigualdad persiste, incluso con Estado. Y sobre todo porque el Estado no tiene medios, como observa Carlos Rodríguez Braun, sino que se los quita al ciudadano, y nada autoriza a pensar que si el ciudadano los mantuviera no los gastaría en sanidad o educación, incluso de forma socialmente más eficiente.

Y eso es tal cual lo que ha pasado en la era Rajoy. Porque los espectros que esgrime para pedir el voto del miedo (que el Coletas nos quitará el dinero, que nos robará la libertad y que iremos al excusado con una piedra en lugar de un rollo de Scott) ya se han materializado o se pueden materializar con el PP.

Todavía no nos han quitado el papel higiénico como en Venezuela

Ya nos ha quitado el dinero, vía esos impuestos que prometió bajar, hundiendo a la clase media y las pymes que eran el nervio económico del país. Al final, quien merece el título de Rescatador no es Rajoy, sino las espaldas de una clase media exprimida por las gabelas.

Ya nos han robado libertad. Tenemos una férrea dictadura a golpe de ingeniería social (Ideología de género, legitimación del aborto, adoctrinamiento en lugar de educación). Cierto, el PP no ha instituido casi ninguna de estas cacicadas liberticidas. Nunca lo hace: simplemente consolida con su pasividad los atropellos de los derechos y libertades perpetrados por el PSOE. Hasta el punto de que, en esos aspectos, da la sensación de que el fantasma de Zapatero sigue paseándose por la Moncloa.

Todavía no nos han quitado el papel higiénico. Afortunadamente. Pero quizá no haga falta esperar a Pablo Iglesias, el Tsipras ibérico, para que degeneremos en Venezuela II, porque la recuperación económica de la que presume Rajoy con el ojo puesto en las elecciones está tan cogida con alfileres, que a la menor sacudida puede irse al garete. El problema es que el PP no ha hecho reformas estructurales para cambiar el modelo económico, y que los males endémicos siguen agazapados tras el maquillaje de algunos indicadores positivos. ¿Milagro español? ¿Llamamos milagro al lastre que para el crecimiento supone el déficit público; a una deuda pública que se ha triplicado desde el comienzo de la crisis; a una tasa de paro juvenil del 49’2%; a un tejido empresarial de chicha y nabo, que compromete el crecimiento y la competitividad; o al mayor índice de fracaso escolar de la UE, lo que hipoteca el futuro de la nación?

Sabíamos que a Rajoy le preocupaba más la bolsa que la vida, es decir la recuperación económica antes que los derechos y libertades básicos, pero a la vista de su cortoplacismo descubrimos que ni la economía: lo único que parece interesarle es salvar los muebles en las elecciones, sin acometer las reformas estructurales que precisa España. Cortoplacismo electoral. Mantenerse en el poder. ¿Hay alguna diferencia respecto a Zapatero, Iglesias, Sánchez o Rivera? Si alguien la ve, le ruego me la indique, pero con argumentos, no con adjetivos.

Es evidente que un escenario con Podemos-PSOE es muchísimo más inestable y peligroso, hasta ahí estamos de acuerdo, pero esta no es una película de buenos y malos, sino de malos y peores.

Y lo es, porque los resabios del socialismo siguen enrareciendo la atmósfera política europea –ingeniería social, intervencionismo estatal, poderes públicos invadiendo la esfera privada, decidiendo por el ciudadano, manejando su dinero, pisoteando la república independiente de su hogar como elefantes en cacharrería-.

El reducto de valientes que aún queda en el PP queda condenado al ostracismo por la gerontocracia dominante

Hasta los partidos políticos, refugio de mediocres, castas herméticamente cerradas e impermeables a la democracia, controlados por cúpulas endogámicas, parecen clones del único gran Partido, el Partido por excelencia.

Hasta en el PP donde queda algún reducto de valientes, demócratas sinceros, gentes con principios que, como los galos de Astérix, se resisten a claudicar y tratan de buscar vías de regeneración. Pero, atados de pies y manos, quedan condenados al ostracismo por la gerontocracia dominante.

¿Es o no es esa pulsión totalitaria y estatista la mayor amenaza para la libertad?

Hace ya 25 años cayó el Muro,y, algo después, quebró el modelo sueco, la niña bonita del experimento socialdemócrata, y el mundo despertó de la pesadilla marxista pero, como en el cuento de Monterroso, el dinosaurio todavía sigue aquí.

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Alfonso Basallo
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Periodista y escritor. Director del diario online Actuall. Coautor de los libros ‘Pijama para dos’ y ‘Manzana para dos’