Mitin de Lenin en Moscú, en vísperas de la Revolución de Octubre de 1917.

La terrible ‘Alianza de ideologías’

La coalición cultural del capitalismo y el neo-marxismo supone la entrada en una nueva era, con nuevos desafíos para la persona y sus derechos inalienables

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7 min readFeb 1, 2017

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por Roberto Grao Gracia

SEGURAMENTE, una de las características político-sociológicas más importantes –si no la que más– del pasado siglo XX, fue el advenimiento, la implantación y la expansión, primero en Rusia y luego en gran parte del mundo, del comunismo o marxismo, que fue un régimen político totalitario desarrollado primero en Rusia y más tarde en gran parte de Europa y América, caracterizado por el dominio absoluto de su ideología histórica y económica, y el rechazo radical de la religión, en los países donde se implantaba y que tendía a expandirse por todo el mundo civilizado.

Esa ideología eliminaba las libertades públicas, imponiendo la dictadura de un solo partido político, el Comunista, en aquellos países en los que alcanzaba el poder y suprimiendo también físicamente a millones de personas que se oponían a sus dictados o no los aprobaban o no los secundaban con sus palabras y sus acciones.

Sin embargo, esta ideología totalitaria tropezó, después de la II Guerra mundial contra el nazismo, con un país poderoso y rico que era EEUU, que se oponía con todos los medios a su alcance, militares, diplomáticos, culturales etcétera, que eran muchos, y se enfrentaba a la Rusia comunista, en lo que se llamó la Guerra Fría entre la Unión Soviética o URSS (bajo la hegemonía de Rusia) y EEUU, que consistía en el enfrentamiento político, cultural, y diplomático sin violencia.

Pero poco a poco, el comunismo ruso dominador de muchos países europeos, y de Africa y América, fue decayendo, principalmente porque sus ideas económicas fracasa-ban una y otra vez, ante el empuje del capitalismo norteamericano, respetuoso con las libertades públicas ciudadanas y mucho más eficaz económicamente, desarrollando sus principios liberales de la economía de mercado, y la libertad de conciencia auspicia-da por una Constitución que facilitaba la práctica libre de la religión por sus ciudadanos cualquiera que fuese ésta, hasta el punto de que podía denominarse a esa Ley de Leyes, como “democracia cristiana” porque garantizaba las libertades políticas y religiosas por su inicial referencia a Dios en ella y en todas sus demás leyes, incluso en la moneda.

Finalmente, con la caída del famoso Muro de Berlín en el año 1989, construido para impedir el paso de las gentes que huían de la Alemania del Este comunista a la Alemania del Oeste capitalista, parecía que el comunismo ateo y totalitario había fenecido para siempre para no volver a resucitar.

Renacimiento de las ideas anti-humanas

Sin embargo, desgraciadamente la historia nos ha demostrado que no ha sido así, el comunismo originado desde el ateísmo radical y beligerante no murió definitivamente, sino que se adaptó a la sociedad capitalista, cambiando el nombre de sus partidos, que dejaron de llamarse comunistas, adaptando cualquier otro que ocultara su ideología, pero sin renunciar a sus principios e ideas, aparentemente en favor de los trabajadores y las personas más desfavorecidas, muchas de ellas oprimidas por un capitalismo sin rostro humano, en espera de mejores tiempos para renacer con pujanza.

Este renacimiento político-sociológico, puede decirse que ha sucedido ya en este siglo XXI, en el que ha resurgido con gran fuerza, reflejado en la llamada ideología de género que pretende, y lo está consiguiendo, implantar en los países democráticos occiden-tales una revolución sexual global que sigue las pautas de comportamiento señaladas por Friedrich Engels, amigo y compañero de Charles Marx en el desarrollo del comunismo marxista, cuando preconizó que había que destruir a la familia tradicional de un hombre una mujer y liberar así a la mujer de la maternidad, poniéndola a trabajar para implantar un diferente y casi infinito modelo de familia, de raíz atea y marxista también totalitaria, acabando con las libertades públicas propias de un Estado democrático, imponiendo desde el poder político esa revolución sexual por medio de la llamada ideología de género, llegando incluso a la imposición del homosexualismo a través de leyes aprobadas en los foros internacionales de la ONU, la UE, la UNESCO, etcétera ante el silencio y la pasividad de los medios de comunicación que no han informado, por miedo o por intereses a la opinión pública sobre esta alarmante imposición.

Pero esta vez, a diferencia del pasado siglo, el capitalismo liberal ha dejado de ser enemigo del marxismo en su versión de ideología de género, porque ha descubierto que también a él le interesa favorecer el homosexualismo y el aborto inducido, con objeto de que no nazcan demasiados niños, muchos de ellos pobres en el mundo, a los que hay que ayudar humanitariamente, o simplemente, porque complican la vida de los ya nacidos, exigiéndoles múltiples sacrificios, preocupaciones y tiempo, que perjudican la vida cada vez más placentera y hedonista a la que aspiran egoístamente tantas personas en el mundo desarrollado occidental.

Ahí está, para demostrar mi tesis, el apoyo económico-financiero a tantas Asociaciones, ONG, y Fundaciones que financian abundantemente con millones de donativos y subvenciones que reciben de las oligarquías capitalistas para apoyar a las Clínicas abortistas matando prematuramente a los niños en el vientre de sus madres eliminando el problema de su nacimiento. Esta es la gran fuerza del lobby gay, el apoyo financiero cuantioso que recibe, para extender su influencia en todos los países del mundo, excepto naturalmente en los de religión musulmana, que no admiten en sus leyes esas ideas.

Por citar algunas de ellas, son Catholics for a free choice, International Lesbian and Gay Association, Play Boy Foundation, Amnesty International, Rockefeller Foundation, International Planned Parenthood, Human Rights Compaign, Open Society (George Soros) Microsoft (Bill Gates), Sony, Toyota, American Airlines, PepsiCo, AT&T, Apple, Nike, Bank of America, American Express, y un larguísimo etcétera que abruma con solo leerlo.

Esta influencia ha llegado también a los políticos y los Gobiernos de tantos países que han acogido mayoritariamente este enfoque ateo materialista y neomarxista-capitalista anticristiano para aplicarlo e imponerlo en sus leyes, facilitando el aborto provocado a cargo del Estado, es decir, de todos los contribuyentes, y exigiendo a su vez la aceptación de esta cultura del homosexualismo y del aborto a los Gobiernos de otros países, como condición para ayudarles económicamente a salir de la pobreza.

Es lo que yo llamo la temible o terrible alianza de ideologías, en la cual nos encontramos al inicio de este siglo XXI, que provocará a la corta y a la larga innumerables sufrimientos que padecerá la humanidad con motivo del desarrollo de estas ideologías totalitarias que están arraigando cada día más y más extensamente en los políticos que detentan el poder en los países más desarrollados, incluidos los Estados Unidos, la UE y también en la ONU y demás organismos internacionales.

Desde el punto de vista humanitario, esta alianza entre el capitalismo y el neo-marxismo, ambos materialistas, supone el comienzo de una nueva época de terribles consecuencias, similar a la que tuvo lugar desde la Antigüedad hasta finales del siglo XIX, en que se mantuvo vigente la esclavitud de seres humanos sin ninguna clase de derechos, al servicio de otros más poderosos que traficaban con ellos.

Esta nueva época se caracteriza por la revolución sexual global, que incluye el martirio de millones de seres humanos en el vientre de sus madres, la imposición del homosexualismo como doctrina sexual, la aparente elección del propio sexo mediante la modificación del recibido o asignado hasta llegar a la casi destrucción de la familia natural mediante la prohibición de la apología de la heterosexualidad, de la manifestación a favor del respeto a la vida del no nacido y en definitiva de la libertad de pensamiento.

La Iglesia, un obstáculo a las nuevas ideologías

La Iglesia católica es actualmente el único escollo que tienen ante sí los partidarios de esta alianza y por ello, es previsible que, con el paso del tiempo conforme vayan consiguiendo sus objetivos y extendiendo sus consecuencias sociológicas en la legislación y en la vida misma de las sociedades en que se implanten esos objetivos, la Iglesia en general y los cristianos en particular, sufrirán persecuciones cruentas semejantes a las que sufrieron durante el Imperio Romano, que provocarán el martirio de muchos fieles cristianos defendiendo la fe, la doctrina y las enseñanzas de Jesu-cristo que preservan la dignidad de los seres humanos, hasta dar la vida por ellas.

¿Cuánto durarán esas persecuciones? Es muy difícil preverlo porque dependerá de la evolución humanitaria de las sociedades desarrolladas rechazando esas ideas y del nacimiento de líderes excepcionales que garanticen el progreso humano material y moral, prescindiendo y superando esa alianza materialista de la revolución sexual global y el capitalismo, que ha empezado a atenazarnos a la mayoría de los países occidentales.

Lo que es seguro es que la Iglesia Católica sobrevivirá a todos los ataques de esta nueva ideología, como sobrevivió al Imperio Romano que pretendió maniatarla, sojuzgarla y destruirla sin conseguirlo, más bien pereció en el intento; como sucedió al comunismo en el pasado siglo XX, que pretendió erradicarla de la conciencia de los ciudadanos, desmoronándose al final sin conseguirlo. Lo mismo sucederá con la Ideo-logía de género, que desaparecerá un día dando paso a otra u otras con nuevas ideas contrarias a la Iglesia y a los hombres que, constantemente, a lo largo de los siglos son engañados por el Maligno y por sus propias debilidades.

La llegada de Donald Trump

Después de acabado este artículo, nos ha sorprendido a todo el mundo el triunfo en las recientes elecciones norteamericanas (noviembre de 2016) de un personaje atrabiliario, excéntrico, y casi impresentable como Donald Trump caracterizado por sus excesos verbales en la campaña, pero dueño de un carisma contra la globalización capitalista, el multiculturalismo, el enorme poder político de los grandes empresarios y financieros, y de la prensa mediatizada y puesta al servicio de ese gran poder económico, y lo que es más importante, partidario de la vida, de la familia, de la libertad y en contra del aborto. Todas esas lacras del capitalismo salvaje y de la revolución sexual global de origen marxista, estaban representadas por la candidata perdedora Hillary Clinton.

¿Podrá cambiar en el futuro la cultura de la vida de los países occidentales superando a esa cultura de la muerte que en la actualidad domina en la inmensa mayoría de ellos por medio del aborto generalizado? Parece que sí, pero habrá que esperar para ver cómo se desenvuelve el nuevo Presidente de los Estados Unidos.

Roberto Grao Gracia es profesor mercantil, de Zaragoza. Lector y socio de Actuall.

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