¿Qué está esperando Nicolás Maduro?

Alfonso Maldonado
Actuall .com
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5 min readMay 24, 2019

¿Qué espera Maduro? Tiempo

Es de noche una vez más. Como si fuera un corresponsal de guerra, escribo entre tinieblas. No uso otra fuente de luz que la que proporciona la pantalla de mi laptop. Intento recordar de memoria las teclas. Y hago votos de no tener que refrescar esa misma memoria con la ayuda de Wikipedia o cualquiera de los recursos del Internet.

¿ Qué espera Maduro? Tiempo.

El país está como esta noche. Solo interrumpida la oscuridad por un ruido luminoso: un generador eléctrico del centro comercial vecino. Como si se tratase de la sabana africana, así no existe visualmente nada alrededor fuera de la oscuridad. La diferencia es clara: Barquisimeto es la quinta ciudad de Venezuela.

En esta ocasión la oscuridad es selectiva. Todos los días, como si se fuese a esperar un bombardeo de un B-17 sobre Berlín, así se apaga esta zona de la ciudad. Y permanece así hasta la madrugada.

Los aparatos eléctricos hay que desconectarlos o, como en mi caso, paso los interruptores de energía de toda la casa. Cuando llega en la madrugada, el tímido resplandor de algún luz callejera me avisa. Pudiese optar por no interrumpir mi sueño. Pero la insistencia de unos mosquitos me hacen ir a dar la electricidad. Con ello puedo encender algún aire acondicionado, un bien estimable cuando se busca dormir a unos 30 grados. Pero mucho más en un país, el primer país del mundo en erradicar la malaria, no debe desestimar el hecho que haya regresado. Más si se expanden otros virus, como zyka, chikungunya, dengue… con un sistema de salud en el piso, y un inventario de medicamentos fantasmal.

Sea por la razón que sea, comenzando por la enorme posibilidad de haber saqueado los recursos destinados para el mantenimiento y sustitución de repuestos del sistema eléctrico (además de plantas termoeléctricas y algún parque eólico), hasta la manera sutil de ir doblegando la férrea voluntad de la gente. Sueños interrumpidos. Pero en otros casos, es en la madrugada cuando llega el agua o se puede lavar la ropa o… que se yo.

Estar escribiendo en la noche, es una manera de sentir visualmente lo que sienten el sentido común aun de día. Vivimos en la oscuridad. En el oscurantismo. No sabemos qué ocurre. No tenemos referencia del mundo exterior. Por unos minutos u horas estamos en el limbo.

Desde esta oscuridad, que es también anímica, me atrevo a escribir estas líneas.

Doblegar y someter, someter y doblegar

Doblegar y someter, someter y doblegar. Cuestión de tiempo y de carencias. Gente distraída del tema político, porque debe luchar por el agua, la limpieza, el aseo, la comida. Un muchacho me decía que había decidido adelgazar él en lugar de su esposa embarazada, con la salvedad que también su esposa estaba perdiendo peso. Que debía decidir si comía ella o comía él, si comer o vestirse… y así.

Ganar tiempo es permitir que la confusión se apodere de las almas. Que estas dejen de comunicarse. Que se sientan extrañas tanto a ellas mismas como a los demás. Que la historia, incluso la personal, sea como una leyenda o un cuento de camino. Reducir una sociedad a la condición de espectros que deambulan esperando el fin de los días.

¿Qué anhela Maduro? Que el resto del mundo se distraiga. Que mire para otro lado. Que Venezuela no les proporcione réditos políticos. Que vengan elecciones en otras partes, que barran dirigencias hostiles. Maduro espera que estalle un conflicto por el petróleo o que haya otro atentado que convoque a las fuerzas y retórica del imperio. Que los medios internacionales se aburran de decir siempre lo mismo. Que, en fin, por allá, en Sudamérica, hay un país que se equivocó de continente, que debió haber estado en algún perdido de África, donde los conflictos se ven como morbosos espectáculos donde se contabilizan los muertos sin esperar soluciones.

Ganar tiempo es permitir que la confusión se apodere de las almas

El mundo debe decidir si las tinieblas del oportunismo pragmático nublará también sus conciencias y sus ojos. Venezuela debe decidir si sucumbir al sueño eterno de unas moscas como las tse-tsé.

Hace semanas había terminado este escrito. Por razones de tiempo, de querer revisarlo, de no darle importancia, porque pareciera que para el mundo no es importante, el escrito quedó atrapado entre los caracteres de mi ordenador. Hoy lo saco de nuevo a la luz. Hoy cuando hay diputados presos o perseguidos. Hoy, que el capricho y la “real gana” del régimen crea jurisprudencia. Hoy, que el país comienza a secarse de gasolina, como se va secando la piel de cuantos escrutan la basura para poder comer.

Al régimen no le interesa el país. Es más, no le interesa el mundo. Le interesa no ser amenazado o acorralado. Cuando Josep Borell dice que a EFE que gobierno y oposición se deben sentar a dialogar, ignora la naturaleza del régimen y las anteriores andanzas en diálogos y negociaciones. Como recuerda Luis Almagro y el mismo jefe del Comando Sur de los Estados Unidos, el almirante Craig Faller, es literalmente una mafia criminal. Mientras el mundo no aterrice en esta cruda realidad, no van a plantearse las cosas como debe ser.

Por supuesto que el mundo puede luego revisar sus cuentas, conveniencias e intereses. A lo mejor les resulte más barato mirar a otro lado. Venezuela tiene mucho tiempo siendo un cero a la izquierda a nivel planetario. Pero que el mundo recuerde que los jóvenes preparados han huido del país. Los que tienen cierta preparación van rondando los 50 años en adelante. Profesores universitarios han sido sacados de su jubilación para evitar el colapso total de la educación. Lo han hecho por pura convicción y amor al país. Lo sé, porque amigos y colegas de mi padre están dando clase, con sus más de 70 años y con su historial de infartos encima. En unos años ellos también se van a ir.

Un mundo sin religión es un mundo sin convicción. No me refiero a los fanatismos. Me refiero a aquellos que calculan los riesgos de manera distinta a como se hace una inversión en la bolsa de valores. Creo que el mundo de hoy necesita de creyentes. Hasta hace falta creyentes en el ateísmo, que quieran demostrar que pueden ser mejores que los creyentes convencionales.

Un mundo sin religión es un mundo sin convicción

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Alfonso Maldonado
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Escritor. Enseñante de teología. Locutor. Fotografo. Defensor de los DDHH. Y, last but not least, sacerdote. VENEZUELA www.ficciografias.com https://www.ama