Un ejercicio de empatía

Laura Victoria Polanco
Acumen Academy Voices
5 min readAug 4, 2021

Entender la riqueza que encontramos en la diversidad nos permite ver el valor que puede llegar a tener el pertenecer a una comunidad, y eso es lo que encuentran los Fellows de Acumen al ser parte del Programa.

¿Es la solidaridad la nueva moneda? Desde mucho antes de la conquista en Colombia las comunidades indígenas ya practicaban el trueque. Este modelo económico les permitió intercambiar peces por maíz, sal por oro y así beneficiarse entre sí con productos que muy posiblemente se perderían. Con el tiempo y la llegada de la moneda este sistema cambió. Sin embargo, el espíritu de seguir haciendo intercambios con el fin de beneficiar a una comunidad se mantuvo.

Hoy con un mercado que se basa en la oferta y la demanda y en el que el acceso a ciertos bienes y servicios puede llegar a ser limitado para algunos jugadores, existen comunidades que le apuestan a hacer un intercambio de una forma diferente: como dice nuestro manifiesto “hacer que el capital esté a nuestro servicio en lugar de convertirse en nuestro amo”. Eso precisamente es lo que creó la comunidad de Fellows de Acumen en Colombia con LukAcumen, una herramienta que les permite poner los recursos al servicio de los demás, en la que no prima el dinero, sino poder compartir conocimientos y experiencias con otros.

¿Qué es LukAcumen?

Todo inicia con la Cohorte 2019 que, en medio de su periodo de formación, se da cuenta del potencial que existe entre quienes conforman la cohorte, productores agrícolas, fundadores de organizaciones, músicos, por mencionar algunos, que estando en un mismo espacio podrían resolver la necesidad de otros y que muy posiblemente no tendría que buscar más allá. “Nos dimos cuenta que las personas que estábamos siendo parte de esta comunidad teníamos un potencial gigante de distintos saberes, distintos servicios que podíamos ofrecer, distintas experiencias que podíamos compartir y, al mismo tiempo, que también teníamos distintas realidades y pagar por esas experiencias o intercambiar esos servicios, como tradicionalmente lo hacemos, que es por el papel moneda o con el dinero, posiblemente no nos quedaba bien a todas las personas. También darle un valor de ese papel moneda actual era muy difícil. Entonces se nos ocurrió justamente hacer como un mapeo de todas las capacidades, habilidades que teníamos cada uno de nosotros y desde ahí poder empezar a tener un sistema que nos permitiera adquirir esos servicios o productos”, así nos lo comparte Adela Andrea González Pacheco, Fellow 2019.

Pero, ¿cuál sería entonces la forma en la que generarían el intercambio? Inspirados por otros modelos en diferentes partes del mundo como México y España creyeron en que una moneda social podría hacer que ese compartir de saberes, servicios y experiencias se lograra.

Una moneda social es una herramienta creada y utilizada por comunidades con el objetivo de poder facilitar intercambios tanto de productos como de servicios o de conocimientos. Otra forma de decirlo, es encontrar o llegar a un acuerdo entre un grupo de personas de usar algo como medio de intercambio y para los Fellows eso es LukAcumen.

Esta alternativa para intercambiar favores funciona de una manera muy sencilla. Cada persona de la comunidad cuenta con la misma cantidad de Lukas (divisa oficial de LukAcumen) y al hacer uso de la oferta que hay, de tener ese favor, quien recibe el producto o servicio retribuye al otro a través de Lukas. Todo esto sucede desde una página web y formulario que ha permitido que se desarrolle esta iniciativa. Felipe Orduz, Fellow 2019, la describe como “ una herramienta que fomenta la solidaridad, no solo en la Cohorte 2019 sino también en la 2020 y las futuras. […] El ser parte del Programa y coincidir entre realidades tan diversas nos da muchísimas posibilidades de conexión y de sinergias que se podían ver en el grupo y que de pronto no siempre se aprovechaban. Ahí fue cuando dijimos, tenemos que aprovechar ese talento y tenemos que aprovechar esta diversidad”.

Nos une más como pares, como amigos, porque sabes que aunque estamos haciendo un intercambio al final también valoras que se tome el tiempo de ayudar.

Como toda buena idea, hay retos por enfrentar

LukAcumen es el primer intento de la comunidad de Fellows a nivel global que busca la colaboración entre sí y, en lo que lleva viva en esta comunidad creciente de más de 50 agentes de cambio, se han realizado cerca de 130 transacciones en diferentes lugares de Colombia, Bogotá, Cali, Quibdó y Barranquilla, por mencionar algunos. Sin embargo, esa misma diversidad por la cual es tan rica la comunidad de Fellows es lo que muchas veces impide el uso de la misma. La falta de conectividad, el tiempo y el equipo que requiere que esté detrás para que funcione y entender que una de “las principales razones por las que una moneda social falla es por ser compleja de usar, así simplemente optas por usar dinero”, según Facundo Rinaudo, también Fellow 2019.

Sin dejar atrás los retos y tener identificado a dónde se quiere llegar, estos gestores de cambio siguen trabajando en unir fuerzas en entender cómo de la mano pueden generar un impacto mayor, “ha sido muy útil para que, como comunidad, podamos trabajar juntos, nos podamos conocer mejor y realmente tener una actividad real de impacto activa que nos pueda generar esas interacciones”, dice Andrea Escobar, Fellow 2020.

Entonces, podríamos decir que lo que busca hoy LukAcumen no está muy alejado a lo que hacían hace cientos de años las comunidades indígenas, beneficiar al otro e intercambiar conocimientos. Esta moneda social es una plataforma para hacer un ejercicio de empatía e identificar cómo poder apoyar al otro en las necesidades o retos que está enfrentando y al mismo tiempo es un escenario para ver la solidaridad en acción y tener la oportunidad de acercarse a más personas que están generando cambio desde un liderazgo diferente.

Si quieres saber más sobre el Programa de Fellows de Acumen y ser parte de la próxima cohorte haz clic aquí.

*El Programa de Fellows de Acumen en Colombia es apoyado por la Fundación Santo Domingo.

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