canto del ave
conozco cada tesitura del viento:
la que llaman intaikuti
o sin ráfagas, ucheste,
los que acechan desde abajo
y no pueden disparar sus flechas.
ellemasca sopla tempestad
porque vuelo con mis trece plumas
de tambor y aretequia.
me supe halcón y cóndor invocado
semakai, bichiru y emacahui
para salir volando, abandonar las ramas
y mirar la chaguica desde acá
tan alto, tan lejos del tacuiñi
y sus hormigas y serpientes.
soy ave que despliega las alas:
águila/garza/colibrí
me unto de sol sin incendiarme
porque en cascada abrevan
mis plumas del arcime.
desconozco las ramas: mi vuelo
es sempiterno y yaguaré
como las aberturas del viento que no gime
de estar tan solitario en su reflejo.
huérfano soy de pies y manos
y de necesidad de bajar y ser menaicu.
me llama el sol y lo contemplo:
el vuelo desnuda la esencia de las cosas
las transforma en anchas miniaturas
y el río es serpiente
y la serpiente es surco
y el surco es tierra anonadada.
los hombres, umpa, son guijarros
y sólo el incorpóreo asciende
para prenderse de mi lomo
mientras allá abajo, yaimeté,
golpea el tambor sin tregua
hasta el final del vuelo.
mientras, camino en el viento:
el mundo se ofrece sin límites
en su vastedad de caracol y roble y piedra
estoy aquí y en todas partes
como ampampa
como irequia
como péndulo en llamas que ha olvidado el tiempo.