El alma moderna de The Queen’s Gambit (Gambito de dama)

Adriana Izquierdo
Adriana Izquierdo
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4 min readNov 21, 2020

Había empezado a volcar mis ideas comentando cómo los dramas de época no suelen estar entre los géneros que me despiertan interés por defecto y de repente me ha venido la duda, ¿es The Queen’s Gambit un drama de época? Sí, ocurre en un periodo histórico concreto que influye en la estructura social en la que se mueven sus personajes, el diseño de los espacios, los recursos a su alcance y, por supuesto, su impecable vestuario. Sin embargo, el enfoque de la narración se plantea al revés; no vemos cómo el contexto histórico influye, moldea y afecta a Beth, centro absoluto del relato, sino cómo la tiranía de su genialidad, su determinación, sus adicciones, sus obsesiones, su solitaria autosuficiencia y su estoica ingenuidad, impactan en sí misma y el mundo que le rodea.

Escasas veces los obstáculos a su crecimiento o involución personal vienen de fuera, empezando por su don. Una niña huérfana, en los cincuenta, quiere jugar al ajedrez con el conserje de su orfanato; — Las niñas no juegan al ajedrez — le dice. «Ah, ahí está» pienso yo, «aquí tenemos el conflicto, el obstáculo». Pero no; poco tarda el conserje en no sólo identificar su potencial, sino en ayudar a alimentarlo. La directora del orfanato y el club de ajedrez favorecen que Beth sea quien quiere ser, un precioso discurso sobre lo positivo que es no tratar lo excepcional o peculiar como algo a reprimir.

Y entonces Beth llega a su primer torneo de ajedrez. — Apúntate a la liga de mujeres — le dicen. «Ah, ahora sí. Ya está» pienso yo, «aquí tenemos el conflicto, el obstáculo». — No quiero eso — responde Beth.

Los conflictos en Beth no funcionan en relación a los demás ni al sistema sino en relación a sí misma y cómo gestiona sus circunstancias. Su madre biológica le decía que una persona fuerte es aquella que no tiene miedo a estar sola. «La gente te dice lo que hacer, lo que sentir y tú vuelcas tu vida buscando algo que otra gente te dice que tienes que buscar». No sólo el carácter de Beth es un reflejo de esta influencia sino que la narración toma esto para desechar a la gente (la época, la sociedad, la cultura) como un elemento de peso sobre su evolución.

Es por esto que The Queen’s Gambit se siente tan moderna, tan atemporal, tan identificable. No indivisible de la época en la que se enmarca. Esto se ve también con los personajes secundarios, dibujados con cuidado aunque el foco esté en Beth. Alma es un personaje que rompe el corazón; es la antítesis de Beth y clara víctima de aquello que decía su madre sobre la influencia de la gente, un tipo de presión social y cultural tristemente atemporales. Algo similar ocurre con Benny, reflejo de lel precio que hay que pagar por ser un genio, sobre todo en la infancia, Harry o Jolene.

Otro logro maravilloso del relato (este más apoyado, si cabe, en la narrativa visual) es cómo juega con una dualidad entre la intimidad y la frialdad. El aura de Beth es fría; es la distancia que pone entre sí misma y los demás, es lo que su determinación y sudacoñismo proyectan al mundo y, como tal, a nosotros también. La narración deja espacio a esta frialdad para que sintamos cómo puede sentir el mundo a una persona así, a una mujer así, pero esa perspectiva de la historia que comentaba sirve de contrapunto y consigue que también sintamos una intimidad con ella. A través de sus decisiones y elecciones entendemos qué las gobierna; sabemos cuáles le hacen bien y cuáles le hacen daño, y comprendemos por qué toma ambas. Y qué emoción (y lágrimas) cuando empieza a comprender que pedir ayuda y querer a gente no la hace menos fuerte.

He disfrutado The Queen’s Gambit además como una cura al cinismo. ¿Que dan alas a esta chica tan joven de nutrir su talento? ¿No le ponen trabas? ¿Contestan a sus constantes preguntas de forma amable y casi sin condescendencia? ¿Hay admiración y respeto hacia ella? ¿es una mujer atractiva con deseo sexual pero esto no determina ni influye? Qué gozada ver la evolución de una persona por sí misma y no porque la gente sea mierda, ¿verdad? Hay egos, envidias y diferencias pero se quedan ahí, en lo que deberían ser en la vida real: síntomas que dicen todo de quien las siente y no deberían afectar a quien las causa. Es triste pensar que en este sentido a veces parezca más fícción utópica que historia verosímil.

Un apunte final para la fabulosa música de Carlos Rafael Rivera y cómo refleja en complejo carácter de Beth en su clásica y preciosa banda sonora; cómo no hay un tema principal para ella, sino que traslada con diferentes composiciones e instrumentos los aspectos de su personalidad y de cómo va madurando. Crece Beth y crece la música, y se quedan cues por el camino (por ejemplo, esa melodía tan presente en los dos primeros capítulos se pierde por completo en los posteriores salvo cuando Beth vuelve al orfanato al final), como en la vida, para bien o para mal.

En fin, una gozada.

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Adriana Izquierdo
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🎮🎬 📺📖 Narrativa y memes. 🎙️ @ohhhtv @gamersocupados @loop_ 💼 Productora Ejecutiva en Amazon Studios, que legitima mi frikez a ojos de mis padres.